La nueva cotidianidad

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Apuntes desde Francia sobre el aislamiento

Primera parte

Por: Alejandra Preciado Palafox

El pueblo francés, no es tan disciplinado como lo exigen las circunstancias. Desde aquel primer discurso de Macron, escuchamos otros más… Las condiciones del aislamiento, en teoría, se han endurecido y en París hasta prohibieron hacer deporte en la calle entre las 10 y las 19 horas.

Sin embargo, las muestras de incivilidad e indisciplina son muchas. Los mercados al aire libre se abarrotaban así que se aplicaron restricciones, según las apreciaciones de cada Préfet (autoridad departamental) y Maire (autoridad municipal).

El acceso a las playas se prohibió pues el suave clima de abril hace que toda la gente quiera caminar junto al mar a la misma hora. En los días soleados, se oye el helicóptero de la gendarmería que sobrevuela nuestra zona y supongo, vigila el litoral. Es sólo una suposición (o curiosa coincidencia). Cerca de Sérignan, en la playa de Valras-Plage la gente ya no camina en el malecón pero sí en la acera de enfrente para no infringir la ley.

Las iniciativas de aplaudir al personal médico cada día a las 8 de la noche desde los balcones de París, Lyon o Lille, sólo las he visto en la televisión, tal vez porque vivo en un barrio sin balcones. Si bien hay mucha gente que aplaude, también se sabe de penosos casos en los que el personal de salud es invitado a mudarse.

El aislamiento cambió los patrones de consumo de la mayoría de la gente. Los productores y los comercios locales vuelven a ser más solicitados y hay tanta demanda del servicio drive en los supermercados, que es difícil obtener un turno para recoger los pedidos.

Ir al supermercado en estos momentos me parece, más que nunca, insoportable. Se supone que deben cuidar los flujos y no tener más de 100 personas a la vez, pero creo que esa norma no es respetada, al menos en dos de los supermercados a los que he ido.

Es extraño hacer las compras con cubrebocas y guantes. Abruma el sentimiento de inseguridad, causado por el miedo a una amenaza invisible. En los comercios, las cajas tienen una protección de plexiglass para aislar al empleado respecto al cliente y contados son los temerarios que se aventuran a salir sin protección. Es evidente que el miedo al otro, a lo intangible, está instalado.

En todos los medios de comunicación no hay nada más que el coronavirus en Francia. De repente, algunas de las declaraciones locuaces y ridículas de Trump, el conteo de los muertos en España o Italia y la situación en China. De Latinoamérica aquí no se habla mucho, pero lo último que vi en la televisión fue que el narcotráfico da despensas a gente pobre, como también lo hace la mafia italiana en Nápoles. Cuando veo ese tipo de información, siento coraje e impotencia por la imagen mi país. Aquí, los medios siempre reducen México a violencia, muerte, drogas… Es parte de la realidad pero México es un país maravilloso, constituido no solo de narcotraficantes sino de millones de personas valiosas y trabajadoras.

En la radio y televisión, médicos e investigadores de todos los rangos, son entrevistados y se suceden en la pantalla, desmintiendo los unos a los otros. Unos critican al profesor Raoult y otros lo apoyan. Da la impresión de que nadie tiene la certeza de nada. Los medios dramatizan, propician debates estériles y llevan un conteo riguroso de muertos infundiendo aún más miedo.

En lo personal, frené mi consumo de noticias para mantener la cordura. Ejerzo mi deber de ciudadana quedándome en casa por elemental empatía; porque imagino el estrés y el miedo de los médicos, las enfermeras, las personas que limpian los hospitales, los cajeros de supermercado, los policías, las personas que recogen la basura, los conductores de autobuses y todos aquellos que no tienen salario ni reciben las ayudas del gobierno.

Durante su última intervención, Macron empleó en su discurso un tono menos soberbio, grave y marcial. Anunció la prolongación del confinamiento hasta el 11 de mayo pero dejó en claro que las cosas no volverán a la normalidad pronto, sino que se retomarán ciertas actividades de manera gradual, progresiva.

Lo que me parece un hecho evidente es que habrá un antes y un después de esta crisis sanitaria. Así como hubo un antes y un después del 11 de septiembre o de los atentados a la revista Charlie Hebdo… vivimos momentos cruciales y la vida después del 11 de mayo volverá a tomar su curso. Pero la normalidad, o lo que conocimos hasta entonces como tal, no volverá porque el mundo cambió y nosotros con él. Ojalá al darle sentido a esta experiencia colectiva, el cambio sea para bien de todos.

Alejandra Preciado Palafox

Zapotlense que radica en Francia. Comunicóloga por el ITESO. Colaboradora de El Puente.
Webmaster de la oficina de turismo de la aglomeración de Béziers Mediterráneo.

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