Homilía para el 2º domingo de Pascua 2020

El Resucitado nos impulsa a ser sus testigos
Los discípulos estaban encerrados por miedo a los judíos, después de lo que había pasado con Jesús tres días antes: había muerto en la cruz y lo habían sepultado. Nosotros estamos encerrados ­­–se supone–, como prevención ante la epidemia del Coronavirus, por eso estamos viviendo esta celebración dominical unidos a través de la red. En ambas situaciones, Jesús resucitado se hace presente para comunicar su paz, devolver la alegría, la esperanza y la razón de seguirlo en su camino.

Homilía para el Domingo de Pascua 2020

Alimentar la esperanza
La noticia de hoy es que a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado, Dios lo resucitó al tercer día. Era el primer día de la semana por la madrugada, cuando las mujeres fueron al sepulcro a llorar su muerte y a embalsamar su cuerpo, y se encontraron con que el sepulcro estaba abierto y con la noticia de que había resucitado. El primer día de la semana Jesús venció a la muerte. Por eso, a este día se le llamó domingo, Día del Señor. Esa noticia fue corriendo de boca en boca hasta llegarnos a nosotros. Primero la dieron los ángeles, enseguida las mujeres, luego los apóstoles, después otros discípulos y discípulas, como los de Emaús. Hoy nos toca darla a nosotros y sostenerla en tiempo de epidemia y de todo lo que ésta conlleva: temores, miedo, angustia, dudas, sinsentido… El encuentro dominical con Jesús, prolongación de los primeros que tuvo con sus discípulos ese primer día de la semana, nos vuelve a la esperanza y la vida, y nos impulsa a la misión y a la solidaridad.