Homilía para el Domingo de Pascua 2013

Ser testigos y dar testimonio

Textos: Hch 10, 34. 37-43; 1 Cor 5, 6-8; Jn 20, 1-9.

Durante la Cuaresma nos estuvimos preparando para celebrar bien dispuestos y con mucha alegría la Pascua del Señor. La Cuaresma ha sido el esfuerzo de sacudirnos la antigua levadura, que es vicio y maldad, para celebrar la Pascua con sinceridad y verdad, como dice Pablo. Hoy nos hemos reunido para agradecer a Dios con la Eucaristía el don de la Resurrección de Cristo. Los textos proclamados nos impulsan a ser testigos y a dar testimonio de Jesús Resucitado.

Homilía para la Vigilia Pascual 2013

Reavivar la fe en el Resucitado

Texto: Lc 24, 1-12.

Antier y ayer recordamos la pasión y muerte de Jesús. Hoy ha sido la experiencia del sepulcro. Sufrimiento, dolor, muerte, tumba, desánimo, desesperanza, sinsentido. Esta experiencia humana ante el más claro signo de nuestra fragilidad y de la fragilidad de Jesús, la muerte, quedan superados por su Resurrección. Es el regreso de la alegría, el ánimo, la esperanza, el sentido, expresados esta noche en los símbolos de la luz, la Palabra, el agua y la Eucaristía.

Homilía para el Viernes Santo 2013

En la cruz no tenía gracia ni belleza

Textos: Is 52, 13-53, 12; Hb 4, 14-16; 5,7-9; Jn 18, 1-19, 42.

Esta mañana rezamos y meditamos el Vía crucis. Ahora nos encontramos reunidos para contemplar el misterio de la cruz, en donde Jesús crucificado, en palabras del profeta Isaías, no tenía gracia ni belleza. ¿Cómo las iba a tener si en la cruz estaba desfigurado su semblante y su aspecto no era ya de hombre? ¿Qué belleza puede tener un despreciado y desestimado, un leproso, humillado, traspasado, triturado, castigado, llagado, maltratado, enmudecido? Ninguna.

Homilía para el Jueves Santo 2013

Servir por opción

Textos: Ex 12, 1-8. 11-14; 1 Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15.

Jesús celebraba la Pascua judía. La realizaba de acuerdo a lo que escuchamos en la primera lectura. Era una cena de familia, una cena con que se agradecía a Dios la liberación de la esclavitud en Egipto, una cena en la que se comía un borrego y se cantaban himnos. Jesús le dio un nuevo sentido a esa cena pascual: la Última Cena se convirtió en una entrega. Nosotros estamos celebrando esta Eucaristía del modo en que Jesús lo hizo, aunque de manera incompleta.