José Lorenzo Guzmán Jiménez

Homilía del 27º domingo ordinario 2011

“Para pedir su parte de los frutos a los viñadores”

Textos: Is 5, 1-7; Flp 4, 6-9; Mt 21, 33-43.

“Envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores” (Mt 21, 34). Esto fue lo que hizo el propietario de la viña cuando se llegó el tiempo de la cosecha y venta de las uvas, según la parábola que acabamos de escuchar. Dios, que es el dueño del viñedo, pide los frutos de su pueblo. Su pueblo es el viñedo, según nos cuenta el profeta Isaías en la primera lectura. Los viñadores a quienes se les piden los frutos son los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo.

Homilía del 26º domingo ordinario 2011

“Hijo, ve a trabajar hoy en la viña”

Textos: Ez 18, 25-28; Flp 2, 1-11; Mt 21, 28-32.

“Hijo, ve a trabajar hoy en la viña” (Mt 21, 28). Con estas palabras el papá de la parábola que acabamos de escuchar, se dirigió a sus dos hijos para comunicarles su voluntad. Solo uno, el segundo, como reconocieron los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, obedeció a su papá. Con esta parábola, Jesús nos hace una invitación y una advertencia. Nos invita a que cumplamos la voluntad de Dios; nos advierte que si no lo hacemos, quedaremos fuera del Reino.

Homilía del 25º domingo ordinario 2011

“Creyeron que recibirían más”

Textos: Is 55, 6-9; Flp 1, 20-24. 27; Mt 20, 1-16.

“Creyeron que recibirían más” (Mt 20, 10). Con estas palabras Jesús describe la actitud y el modo de pensar de aquellos trabajadores, contratados al amanecer para trabajar en la viña. Aparece en ellos la ambición, la envidia y la intolerancia, que quizá están presentes en nosotros. Jesús dibuja además la bondad, misericordia y solidaridad del propietario de aquella viña, que nos muestra el modo de ser de Dios. Esas actitudes deberían brotar del fondo de nuestro corazón.

Homilía del 24º domingo ordinario 2011

“Lo soltó y hasta le perdonó la deuda”

Textos: Eclo 27, 33-28, 9; Rm 14, 7-9; Mt 18, 21-35.

“Lo soltó y hasta le perdonó la deuda” (Mt 18, 27). Con estas palabras describe Jesús a Dios, que perdona siempre y lo hace por amor. El perdón, sobre el que se nos invita a reflexionar en este domingo, es un don de Dios, es una manifestación de su gracia y, aunque poco lo tenemos en cuenta, es un compromiso de los miembros de la Iglesia. Si Dios nos perdona siempre y lo hace gratuitamente, también nosotros tenemos que perdonar siempre y también gratuitamente.

Homilía del 23er domingo ordinario 2011

“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas”

Textos: Ez 33, 7-9; Rm 13, 8-10; Mt 18, 15-20.

“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas” (Mt 18, 15). Este es el camino que Jesús propone a sus discípulos y discípulas para que se pueda vivir en armonía en la comunidad. Jesús sabe que entre los discípulos existen las desavenencias, pues somos humanos. Pero propone el modo de arreglar la situación cuando se ha dado una ofensa. Se trata de la corrección fraterna. Esto nos ayuda a revisar nuestra vida. ¿Cómo actuamos cuando alguien nos ofende?

Homilía del 22° domingo ordinario 2011

“¡Apártate de mí, Satanás!”

Textos: Jer 20, 7-9; Rm 12, 1-2; Mt 16, 21-27.

“¡Apártate de mí, Satanás!” (Mt 16, 23). Con estas palabras, le pidió Jesús a Pedro que se pusiera a seguirlo en su camino. ¡Llamó Satanás al que poco antes lo había reconocido como el Mesías, el Hijo de Dios vivo, como reflexionamos el domingo pasado! ¡Le dijo piedra de tropiezo al que había elegido como piedra sobre la que se construiría la comunidad! Y es que Pedro, al reconocerlo como Mesías, se imaginó a Jesús triunfante, poderoso. Y no era así la cosa.

Homilía del 21er domingo ordinario 2011

“¡Dichoso tú, Simón!”

Textos: Is 22, 19-23; Rm 11, 33-36; Mt 16, 13-20.

“¡Dichoso tú, Simón!” (Mt 16, 17), le dijo Jesús a Pedro cuando lo reconoció como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v. 16). Llamó dichoso al que, como reflexionamos hace quince días, le había dicho: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (14, 31). Y le dijo por qué era dichoso. Porque la respuesta a la pregunta sobre lo que ellos pensaban de Jesús no fue invención de Pedro, sino que se trataba de una revelación del Padre. ¿También nosotros seremos dichosos?

Homilía del 20º domingo ordinario 2011

“¡Qué grande es tu fe!”

Textos: Is 56, 1. 6-7; Rm 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28.

“¡Qué grande es tu fe!” (Mt 15, 28). Con estas palabras alabó Jesús a aquella mujer cananea que sufría por la enfermedad de su hija y le suplicaba que tuviera compasión de ella. ¡Qué diferencia de palabras de Jesús en relación a las que dirigió a Pedro! A él, como escuchamos y reflexionamos el domingo pasado, cuando se estaba hundiendo y le pidió que lo salvara, le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (14, 31). El discípulo con poca fe; ella con fe grande.

Homilía del 19º domingo ordinario 2011

“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”

Textos: 1Re 19, 9. 11-13; Rm 9, 1-5; Mt 14, 22-33.

“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (Mt 14, 31), le dijo Jesús a Pedro después de que le tendió la mano y lo sostuvo, cuando éste se estaba hundiendo y le pidió que lo salvara. Esta es una escena que representa muy bien lo que muchas veces vivimos los bautizados: nuestra poca fe. Este encuentro entre Pedro y Jesús se dio en un contexto de dificultades por el que pasaban los discípulos: primero la subida forzada a la barca, luego la tempestad y, por último, el miedo.

Homilía del 18º domingo ordinario 2011

Se compadeció de ella

Textos: Is 55, 1-3; Rm 8, 35- 37-39; Mt 14, 13-21.

Se compadeció de ella (Mt 14, 14). Con esta expresión, san Mateo nos ayuda a descubrir que Jesús es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. La gente lo buscaba y al ver a la multitud se le removieron las entrañas y reaccionó; no se quedó indiferente ni siguió en lo que estaba. Es lo que significa que se compadeció. Hizo suya la situación de aquella muchedumbre necesitada, al grado de dejar lo que hacía para atenderla, curar sus enfermos y predicarles la Buena Nueva.

Homilía del 17º domingo ordinario 2011

“Va y vende cuanto tiene”

Textos: 1Re 3, 5-13; Rm 8, 28-30; Mt 13, 44-52.

“Va y vende cuanto tiene” (Mt 13, 44. 46). Es lo que hace la persona que se encuentra un tesoro escondido en el campo, con tal de conseguirlo; eso mismo hace el comerciante en perlas finas cuando ve una muy valiosa y se decide a hacerla suya. ¡Venden todo! Aquí pone Jesús el acento cuando nos aclara lo que tiene que ser para nosotros el Reino de Dios: un tesoro invaluable por el que vale la pena deshacerse de toda actitud y estilo de vida contrarios a Él.