Reflexiones sobre los “desastres naturales”

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Dedicado a la memoria de Jorge Manzano, SJ

De acuerdo a los estudiosos del clima y los meteorólogos, hacía más de cinco décadas que no teníamos en México la presencia de dos fenómenos meteorológicos simultáneos de tal magnitud en las dos costas del país. Por un lado el huracán Ingrid dejó fuertes afectaciones en los estados del Golfo de México, sobre todo en Tamaulipas y la tormenta tropical Manuel provocó serios destrozos en varias entidades de la costa del Pacífico, entre ellos Jalisco en donde se declaró emergencia en 21 municipios, entre los que están Tamazula de Gordiano, Tuxcacuesco, San Gabriel, Tuxpan, Tonaya, Santa María del Oro, Zapotiltic, Amacueca, Quitupan y Zapotlán el Grande. Incluso es posible que esta cifra aumente en los próximos días.

En los medios masivos de comunicación nos hemos enterado de las poblaciones siniestradas, de las comunidades que se quedaron incomunicadas por varios días, de zonas que aún siguen bajo el agua, de caminos destrozados, de viviendas inhabitables, de personas que se quedaron sin nada, de pueblos que no tienen nada de comer. Ese es el drama que dejaron estos dos fenómenos naturales, pero más allá del sensacionalismo y de la falsa compasión que han estado propagando algunos medios de comunicación, sobre todo en la televisión, es necesario generar una reflexión más profunda sobre lo que está pasando y que desde mi particular punto de vista se sintetiza en que cada vez tenemos menos capacidades de respuesta ante este tipo de sucesos.

La pobreza es el primer desastre

Muchos sacerdotes y laicos de la Diócesis de Ciudad Guzmán saben de reconstruir las casas, las calles y la vida, un par de sismos en los años 1985 y 2003, les han dejando innumerables enseñanzas al respecto y una de las más importantes es que este tipo de fenómenos sólo exhiben y profundizan lo que antes ya existía que es la pobreza, la corrupción y la falta de capacidades gubernamentales y sociales para responder ante este tipo de eventos.

Si pudiéramos comparar en un mapa la pobreza en el país y las afectaciones del huracán Ingrid y la tormenta Manuel, nos daríamos cuenta que tienen fuertes coincidencias, es decir, podríamos ver que más allá de los promedios y de las mediciones que nos ofrecen algunas instituciones como la Coneval, la pobreza en México está geo-referenciada, es decir que está localizada en comunidades concretas y específicas; y que estos fenómenos meteorológicos lo que hacen es poner estos territorios en primer plano.

No resulta para nada extraño por ejemplo, que la montaña de Guerrero sea una de las zonas más afectadas en aquella entidad, allá hay pobreza extrema y endémica, flagrante violación de derechos humanos, presencia de delincuencia organizada, militarización de la región, existencia de migración circular; y gobiernos locales débiles y con fuertes problemas de gestión pública. No es gratuito lo que pasa en aquella zona y los efectos de Manuel sólo viene a ser la “gota que derrama el vaso” de situaciones que se están gestando desde mucho tiempo atrás. En un país donde el combate contra la pobreza se está perdiendo desde hace décadas, no podemos esperar resultados distintos.
Lucrar con la desgracia

Ahora bien, la manera inmediata de responder ante estos desastres ha sido enviando y canalizando lo que la sociedad civil manda a los lugares siniestrados, con la aplicación del Plan DN-III por parte del Ejército y la Marina; y utilizando el dinero público para reconstruir infraestructura y entregando ayudas monetarias a las familias más afectadas. Habitualmente la mayoría de estas ayudas se mantienen mientras existe la emergencia, pero luego dejan de fluir todo tipo de apoyos y son las propias comunidades quienes tienen que salir adelante. Sabiendo que siempre existen las excepciones, la mayor parte de estas apoyos tienen un corte totalmente asistencial e inmediato; y muy pocas veces se generan procesos comunitarios que se encaminen a resolver las causas estructurales de los desastres socioambientales que ocurren. Peor aún, con mucha frecuencia los apoyos son utilizados de forma clientelar por parte de los gobiernos o por organismos privados que intentan hacerse de publicidad a propósito de sus “buenas acciones”, no dudo que en no pocas ocasiones sea mayor el gasto de la publicitación de sus acciones, que lo que efectivamente dan en apoyos para ejemplo, sólo hay que ver el caso de Laura Bozzo de la empresa Televisa, que utilizó recursos gubernamentales del Estado de México para visitar una zona siniestrada y ni siquiera llevó algún tipo de ayuda a la comunidad que visitó.

Desafortunadamente esta forma de proceder tanto de los gobiernos como de empresas privadas, sólo perpetúa y acentúa la dependencia de estas comunidades, y se convierte en botín político de unos pocos. El Presidente de México ya expresó que los 12 mil millones de pesos del Fondo Nacional para Desastres Naturales (FONDEN) serán insuficientes para aliviar las necesidades generadas por estos eventos y por lo tanto pide aumentar este gasto en el presupuesto federal del próximo año, me pregunto si no sería mejor generar políticas públicas universales para incrementar los niveles de empleo y mejorar las condiciones de las plazas laborales ya existentes en lugar de utilizar los recursos en “caridad gubernamental”. Lo que estamos haciendo con este tipo de políticas es mantenernos en un círculo vicioso de perniciosas y convenientes dependencias entre gobernados y gobernantes que luego se traducen en votos en las elecciones.

Ahora bien, lo que resulta más patético de estos acontecimientos, son los intentos de legitimación política de algunos gobernantes que pretenden mostrar una buena imagen ante la opinión pública para ocultar su enorme incapacidad e ineficacia. El caso más criticado en este sentido fue la entrevista concedida por el gobernador del estado de Guerrero, Ángel Aguirre, a una de las televisoras oligopólicas del país (Televisa), donde tanto él como el reportero están prácticamente sumergidos en el agua en una de las comunidades afectadas, el propósito de este político era mostrarse solidario con las personas que habían sufrido destrozos en su patrimonio y que él sí era capaz de “sumergirse” en los problemas de las personas. Sin embargo se ha estado informando en diversos medios de comunicación sobre la negligencia y las omisiones de parte de su gobierno ante lo que se anticipaba sería una catástrofe.

Los apoyos desiguales

Una situación que también resulta preocupante es la evasión que hacen los gobiernos de sus funciones, tanto de prevención de los desastres, como de apoyar de manera inteligente a los afectados. Muchos políticos sólo ven en estas situaciones una oportunidad para su lucimiento personal, pero muy poco se avanza en políticas públicas orientadas al desarrollo igualitario de las comunidades. En el caso actual parece que nos encaminamos nuevamente a una situación que se ha perpetuado en México en cuanto a los apoyos desiguales ante estos eventos. Cuando lugares turísticos como Cancún o Puerto Vallarta tuvieron desastres de esta naturaleza fueron apoyados con muchos recursos para lograr una pronta reconstrucción de sus localidades, sin embargo cuando los lugares afectados no tienen esta “relevancia” económica parece que son dejados a su suerte, sólo recordemos lo que pasó con los efectos del huracán Jova en la Costa Sur de Jalisco, donde aún hay apoyos pendientes.

Lo positivo en medio del desastre

Ahora bien, lo que sobresale en estos eventos son dos asuntos, por un lado la capacidad de algunas comunidades de auto-reconstruirse a pesar de las afectaciones sufridas. Algunos pueblos ante la desconfianza de los apoyos de las autoridades, optan por fortalecer sus lazos internos y en una dinámica de apoyo mutuo logran salir adelante de forma comunitaria, sabiendo que el bien individual pasa necesariamente por el bien colectivo y que sólo unidos podrán sobre llevar los problemas. Estas comunidades asumen que los apoyos asistenciales pueden resultar importantes en los momentos más críticos, sin embargo están convencidos que sólo desde la autogestión se pueden lograr procesos de reconstrucción más sólidos y de largo plazo.

Nuevamente, y como en muchas ocasiones, la solidaridad del pueblo mexicano sale a relucir volcándose en apoyos para las personas afectadas, todo ello a pesar de la crisis económica en la que está instalado en país y de los muchos obstáculos que implica ayudar a las comunidades siniestradas, por ejemplo la desconfianza hacia la mayor parte de las instituciones fruto de los sobrados y conocidos casos de corrupción que hemos conocido en situaciones similares, sólo basta recordar cuando el estado de Tabasco en el año de 2008, sufrió inundaciones en la mayor parte de sus municipios siendo gobernador Andrés Granier, quien ahora es perseguido por la justicia por presuntos actos de corrupción.

Post data

Sólo me resta hacer un sincero reconocimiento póstumo al sacerdote Jorge Manzano, SJ, por el conocimiento que compartió con muchos de quienes fuimos sus alumnos, por la huella que dejó en varias generaciones de filósofos del ITESO y de la Universidad de Guadalajara, por su invitación constante a vivir en libertad, practicando la sofrosine (la capacidad de vivir con moderación y mesura) y en el disfrute de la lectura de filósofos como el existencialista creyente Sören Kierkegaard y el ateo nihilista Friedrich Nietzsche.

1 pensamiento sobre “Reflexiones sobre los “desastres naturales”

  1. Tristemente es la realidad la que plasmas en tu artículo lo que acontecio en aquel septiembre del 2013, la clase política, asi como Televisa y laura Bozo, solo vieron oportunismo, el Estado de Guerrero sigue igual, sumido en la pobreza, en la violencia y olvidado por sus gobernantes, El gobierno sólo da dádivas a la poblacion preparandolas politicamente pues «acuerdense que es muy bueno y si ayuda» Triste realidad no sólo en Guerrero, si no en México! Saludos

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