Atlas Campeón

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Por Jorge Rocha

Académico del ITESO

Finalmente el Atlas logró el ansiando campeonato de liga después de 70 años. Ayer ante un pletórico estadio Jalisco, el equipo rojinegro se coronó como campeón ante su sufrida afición.  Pero este texto no será una columna deportiva donde se analice las fortalezas y debilidades del cuadro dirigido por Diego Cocca, que por cierto fue la primera vez que tuvo en el estadio Jalisco el partido de vuelta de la gran final del futbol mexicano.

La reflexión del día de hoy es sobre el impacto social que puede tener la afición futbolera en una ciudad y en un país; y en este caso retomo el caso del Club Atlas, al cual se le reconoce como un equipo con una de las aficiones más leales y más fieles de México.

Es preciso comentar que a pesar de que el futbol como fenómeno social es un asunto que tiene un gran impacto en comunidades y sociedades, tanto en materia económica como social, ha sido poco estudiado en México, a diferencia de otras naciones como Brasil, Argentina o Inglaterra, donde hay mucha literatura al respecto, sobre todo, en el análisis de las llamadas “barras bravas” o de los llamados “hooligans”.

Hace algunos años comenzaron a aparecer trabajos de tesis de licenciatura y posgrados en ciencias sociales, donde se retoman la afición al futbol como un signo de identidad. En el caso del Club Atlas pesa la pregunta de ¿Por qué este equipo tiene una afición tan leal si sólo se han ganado dos títulos en su centenaria historia?, pero no sólo eso ¿Por qué luego de setenta años hay jóvenes que desarrollaron un atlismo tan arraigado?

Desde mi punto de vista hay dos respuestas a estas preguntas: la primera es que la afición del Atlas es muy local y se transmite de generación en generación, no es un asunto deportivo, es un asunto sociocultural que se desarrolla a través de los lazos familiares y de las relaciones barriales. Ser del Atlas es un asunto colectivo que no crece a través de la mercadotecnia o de la globalización del futbol, es un asunto de familia y de barrio. No es gratuito que ir al Jalisco a ver al Atlas sea un ritual familiar. Ir solo al “estadio” no sabe igual y cuando se está en las gradas aparece una familia extendida con un mismo fin y propósito.

La segunda respuesta es que se crece en una mística, si se puede llamar de esta manera (no quiero incurrir en alguna herejía), donde el triunfo no se puede alcanzar si no es mediante el sufrimiento. No es una idea derrotista de la vida, no es como muchos dicen que “le voy al Atlas aunque gane”, más bien es la expresión de que no se puede llegar a la gloria si no se hace con grandes obstáculos en el camino y a través de una dura penitencia.

No es no ganar a secas, es ganar con el mayor sufrimiento posible. Esto genera que la afición del Atlas tenga una gran e intensa capacidad de resiliencia y de tolerancia a la frustración, es decir, es una afición a toda prueba. Por eso hay atlistas, que, con buena dosis de razón, expresan a otros: “es que no lo entenderías”, también por ello las críticas constantes, los memes, la burla no hacen más que reforzar esta identidad doliente.

El recorrido durante esta liguilla fue una experiencia llevada al límite de esta forma de pensar, donde se pasó cada etapa con el reglamento en la mano y con partidos que estuvieron resueltos hasta el final de cada encuentro. La Final no fue la excepción, jugaron bien, pero se perdió el primer partido y dos referentes fallaron. En la vuelta el equipo se sobre puso y colocó a toda la Fiel al límite del sufrimiento, cuando pudieron haber resuelto el partido desde el tiempo regular.

Ayer la solidaridad social se hizo patente, destacados aficionados del Club Guadalajara, de Pumas, de Cruz Azul, de Leones Negros, de Tepatitlán se unieron al festejo rojinegro: “ya les tocaba” a esa afición a toda prueba, que espero pacientemente durante 70 años para volver a levantar la copa de campeón. Felicidades a todas y todos los atlistas del país.

Correo electrónico: jerqmex@hotmail.com

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