Homilía para el 27º domingo ordinario 2019
Vivir la fe sirviendo
Cuando alguien tiene alguna enfermedad grave o un problema complicado, ante los que no halla salida, frecuentemente alguien le dice: Pídele a Dios – o a Jesús, o a tal santo o santa–, pídele con mucha fe y te lo va a conceder –o también: te va a ayudar a salir–. De esto es lo que hablan los textos bíblicos de hoy, que nos ayudan a prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión.
Vivir la fe sirviendo
Textos: Hab 1, 2-3; 2, 2-4; 2 Tim 1, 6-8. 13-14; Lc 17, 5-10
Cuando alguien tiene alguna enfermedad grave o un problema complicado, ante los que no halla salida, frecuentemente alguien le dice: Pídele a Dios – o a Jesús, o a tal santo o santa–, pídele con mucha fe y te lo va a conceder –o también: te va a ayudar a salir–. De esto es lo que hablan los textos bíblicos de hoy, que nos ayudan a prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión.
Un día, los apóstoles le pidieron a Jesús que les aumentara la fe. Lo que Jesús hizo fue ayudarles a caer en la cuenta de que ni tantita fe tenían. La fe es vivir de tal manera, como si ya se hubiera recibido lo que se pide a Dios o lo que se espera de Él. Aunque también debemos tener en cuenta que no todo lo que le pidamos a Dios o lo que creemos que Él nos tiene que dar, nos sirve o nos lo tiene que dar; hay que pedirle lo que necesitamos, no lo que creemos que ocupamos. Jesús les dijo que su fe no llegaba ni a ser ni pequeña, como la semilla de la mostaza.
De hecho, varias veces les había dicho que no podían expulsar demonios o curar enfermos por su falta de fe, por su falta de oración. Y ellos querían que se las aumentara. Les respondió que si tuvieran poquita fe podrían cambiar de lugar un árbol grande hasta el mar con sólo decírselo. Lo que les daba a entender con este ejemplo no era que iban a mover árboles de un lugar a otro, sino que podían cambiar la vida de su pueblo. El pueblo de Israel varias veces fue comparado con un árbol y necesitaba una vida nueva, pues estaba sumido en la pobreza y el sufrimiento causados por los invasores romanos y, además, a lo interno había muchas faltas de hermandad.
Les decía que, si fueran personas de fe, ellos podrían hacer que Israel cambiara. Había situaciones de violencia, injusticia, opresión, asaltos, rebeliones y desórdenes, como las que presenta el profeta Habacuc. Y parecía que Dios no escuchaba a su pueblo ni al profeta, que clamaban por una vida nueva. Así como está la situación el día de hoy entre nosotros: violencia, pobreza, desavenencias, injusticias, delitos, opresión, exclusión, destrucción de la Madre Tierra; además de las enfermedades o de otras situaciones complicadas ante las que no se encuentra la salida.
Jesús pide poquita fe a sus discípulos. Jesús nos pide tener tantita fe para poder cambiar ese estilo de vida de la sociedad en una vida digna, tanto para las personas y pueblos como para nuestra Casa común. La fe no es sólo pedir, como dice el dicho: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Hay que pedirle con mucha fe, pero también trabajar para que eso que le pedimos sea una realidad. Esto lo podemos descubrir en la enseñanza de Jesús sobre el sirviente. Al servidor no lo va a esperar su patrón con la comida lista para darle de comer, sino que le va a pedir que, aunque venga cansado, primero le prepare y le dé de comer a él y después se sentará a comer el siervo; todavía más, sin esperar agradecimientos o recompensas, porque solamente realiza sus obligaciones.
Entonces tenemos que ser personas que manifiestan su fe trabajando en la hermandad, la justicia, el respeto a los derechos de los humanos y de la naturaleza, la atención a los enfermos, la vida en la hermandad. Esta es nuestra obligación por el Bautismo y es lo que Jesús espera que estemos realizando sus discípulos y discípulas. Para eso recibimos la fe, y con poquito que la practicáramos, cambiaríamos el mundo en más humano, más justo, más hermanable, más de armonía.
Preparémonos a recibir sacramentalmente a Jesús, para que, con la fuerza de su Cuerpo y su Sangre, seamos personas que expresan su fe sirviendo y vivamos como servidores que creemos en la vida nueva que Jesús nos trae. El justo, como dice Habacuc, vivirá por su fe.
6 de octubre de 2019