Homilía del 33er domingo ordinario 2010

Jesús anima a sus discípulos a que no se desanimen ante el hecho de la destrucción del templo y mucho menos ante las experiencias de persecución. Los invita más bien a ser perseverantes en su experiencia de seguimiento. Lo escuchamos en las palabras con que termina el texto del Evangelio que se ha proclamado: “Si se mantienen firmes, conseguirán la vida” (Lc 21, 19). El discípulo de Jesús tiene que ser perseverante y esto vale también para nosotros.

Homilía del 32º domingo ordinario 2010

Con la Eucaristía dominical celebramos la Resurrección de Cristo. Es el acontecimiento para el que el Resucitado nos convoca y lo hacemos con alegría porque la vida triunfa sobre la muerte, no sólo en el caso de Jesús sino siempre. El mismo Jesús lo explica al responder a aquellos saduceos que le preguntaban sobre la resurrección de los muertos: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven” (Lc 20, 38). Para Dios todos y todas viven.

Homilía del 31er domingo ordinario 2010

La salvación es un regalo de Dios que exige que las personas lo aceptemos. Lo acabamos de escuchar en el texto del Evangelio. Ante la reacción de Zaqueo, que muestra su conversión con signos concretos, Jesús expresa con alegría: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19, 9). La salvación llega con Jesús, Zaqueo se abre a ella y la acepta; de esta manera se une al proyecto salvador de Dios. Zaqueo decide convertirse al Reino propuesto por el Señor.

Homilía del Domingo Mundial de las Misiones 2010

En este día dedicado al Señor estamos celebrando el Domingo Mundial de las Misiones. Esta jornada está orientada a renovar, personalmente y como Iglesia, la condición misionera que llevamos desde el Bautismo. Por eso escuchamos las palabras que Jesús dijo a los once: “Vayan […] y enseñen a todas las naciones” (Mt 28, 19). Son palabras que deben tener eco en nuestros corazones, porque están dichas no sólo para ellos sino para todos sus discípulos.

Homilía del 29º domingo ordinario 2010

La llegada del Reino de Dios exige de parte de los miembros de la Iglesia la oración, la confianza, la esperanza. Eso lo sabía Jesús y por eso dedicaba muchos ratos a orar confiadamente a su Padre. El texto del Evangelio que se acaba de proclamar nos comunica el deseo de Jesús de que sus discípulos nos mantengamos en la actitud de “orar siempre y sin desfallecer” (Lc 18, 1). Y para que comprendamos mejor, nos narra la parábola de la viuda y el juez.

Homilía del 28º domingo ordinario 2010

El domingo pasado se resaltaba la poca fe de los apóstoles de Jesús. En el texto del Evangelio de este domingo se exalta la fe de un pagano, el samaritano curado por Jesús de su lepra. El mismo Maestro se lo dice: “Tu fe te ha salvado” (Lc 17, 19). El agradecimiento a Jesús, la alabanza a Dios, la experiencia de la fe, la vida nueva, el seguimiento, están en lo más profundo de la persona que menos se esperaría y, sin embargo, es señalado como modelo de fe.