No basta rezar

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Los Rosarios Guadalupanos, una oportunidad para evangelizar

El amor del pueblo creyente a la Virgen de Guadalupe es tan grande que se manifiesta en múltiples y diversas expresiones religiosas. Una de ellas, sin duda la más común, que une e identifica a los católicos, es el rezo del santo Rosario. Es una oración sencilla y de los sencillos, que como la virgen María, buscan la fuerza de Dios en sus momentos de alegría y tristeza, de esperanza y dolor. Del 28 de octubre al 12 de diciembre, en cientos de comunidades de nuestra Diócesis, esta plegaria se convierte en una práctica religiosa que convoca, fortalece los lazos de amistad y reanima la fe de quienes se reúnen para rezar los llamados Rosarios Guadalupanos.

Es sabido que el número de los rosarios guadalupanos está en relación con las 46 estrellas que están en el manto de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Y aunque no se conoce a su autor, los documentos consultados afirman que los rosarios nacieron como una forma para evangelizar y como un medio para preparar la fiesta guadalupana del 12 de diciembre. Con base en estos objetivos originales y dado que es una práctica religiosa muy arraigada y que año con año va creciendo, creemos que un reto es convertir esta devoción en una acción que abone el proceso pastoral de las parroquias; que traducir este fervor mariano en una experiencia comunitaria de fe donde se conjuguen la oración, la reflexión, la convivencia y el compromiso es una tarea pastoral que se debe orientar de la mejor manera.

Experiencia de oración

El Rosario es una oración que tiene más de 800 años en la vida de los cristianos. A Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden religiosa de los Dominicos, se le atribuye su origen, en 1221. La tradición cuenta que en el año 1208 la Virgen enseñó a Santo Domingo, a través de una visión, a rezar el Rosario y le pidió difundir esta devoción a todas las naciones, porque era un arma poderosa en contra de los enemigos de la fe.

Aunque el Rosario es la repetición de cincuenta “Aves Marías”, divididas en cinco partes (cinco Padre Nuestros y cinco Glorias), la verdad es que una oración evangélica que invita meditar veinte momentos importantes de la vida y misión de Jesús. Estos momentos se conocen con el nombre de misterios y están divididos en cuatro partes: los gozosos, los gloriosos, los dolorosos y los luminosos.

Desgraciadamente la mayoría de los católicos hemos hecho del Rosario un rezo que se hace a toda velocidad y sin la atención debida. Y no en una oración que propicie la reflexión y el encuentro con Jesús y que nos anime a vivir los valores y criterios de su Evangelio. Si el rezo del Rosario y cualquier otra oración sólo se hace con los labios y no con el corazón, no tiene sentido. Los Rosarios Guadalupanos deben ser una oportunidad para recuperar el Rosario como una oración que alimente nuestra fe.

Experiencia de reflexión

La práctica nos dice que a la gente no le gusta que haya reflexión en los Rosarios Guadalupanos. Muchos se van al terminar el rezo; los que se quedan, están distraídos porque no le interesa la catequesis y otros soportan este momento porque no quieren irse a casa sin antes comer lo que ofrece el anfitrión. Debemos recordar que los Rosarios Guadalupanos nacieron como una forma para evangelizar. Excluir el momento de la reflexión significa secuestrar la intención original de esta práctica. Es importante no sólo hablar nosotros sino dejar que Dios nos hable.

Los Rosarios Guadalupanos son un espacio importante que se debe aprovechar para impartir una catequesis. Afortunadamente contamos con muchos y buenos materiales. A manera de sugerencia señalo algunos. El libro Pascua Guadalupana: 50 días con nuestra Morenita, del padre jesuita Joaquín Gallo Reynoso, es un material no reciente (1995), pero muy apropiado para profundizar en el mensaje que Dios nos da a través del acontecimiento guadalupano y en el papel de la Virgen de Guadalupe como mensajera del Evangelio en nuestra patria. Aquí encontramos una guía de reflexión para los 46 días a partir del relato original Guadalupano que señala y profundiza en una virtud, en un don de Dios, en una respuesta de la Virgen al plan de Dios. Del texto va brotando el nombre de la estrella de cada día. Trae oraciones y letanías guadalupanas. La experiencia confirma que este material ha ayudado a conocer y profundizar el Nican Mopohua la obra de Antonio Valeriano que recogió en sus páginas el Evangelio para los mexicanos que nos presenta el Hecho Guadalupano como una intervención liberadora de Dios a través de su enviada Santa María de Guadalupe. Del mismo autor está la obra Semana Guadalupana que ofrece un aporte pastoral sobre las apariciones de la Virgen a Juan Diego y que ayuda a preparar y vivir la fiesta guadalupana desde la perspectiva de la evangelización.

El Rosario por la paz, elaborado por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social es un buen subsidio para este tiempo de los Rosarios Guadalupanos. La intención de fondo es la invitación a orar y a escuchar la Palabra de Dios, desde la perspectiva de la construcción de la paz; va desglosando en cada misterio los compromisos que los Obispos de México se han propuesto en este momento de inseguridad y violencia que vivimos en nuestro país. Este material se puede bajar de Internet en link www.ceps-caritasmexico.org/nuestrapaz/. Como sólo son para 31 días, se puede completar con el material del novenario de celebraciones, elaborado por el Equipo Diocesano de Misiones.

También se puede echar mano del material propuesto por la Misión de la Fraternidad, que en un disco compacto (CD) ofrece un novenario a la Virgen de Guadalupe y cinco esquemas de celebración para los días del 8 al 12 de diciembre titulado: “Tramando la esperanza con la Inmaculada hacia el Tepeyac”. También está el material elaborado por el Equipo de Pastoral de la parroquia de La Manzanilla que retoma el Cuarto Plan Diocesano. Creo es un material apropiado para socializar el Plan y preparar el camino a la Octava Asamblea Diocesana el cual está en nuestra página WEB de El Puente.

Experiencia de convivencia

El tiempo de los Rosarios Guadalupanos es un tiempo de fiesta en los barrios, colonias y ranchos. Los agentes de pastoral se dan a la tarea de organizar esta práctica con gusto. Con tiempo buscan a los anfitriones de cada día. Pero se encuentran con vecinos que se niegan a abrir su casa porque no cuentan con los recursos necesarios para ofrecer algún refrigerio, pues a veces se considera una obligación.

No hay que olvidar que la devoción no debe estar unida a la comida sino a favorecer el encuentro entre los vecinos; esto es lo importante. No es necesario que todos los días haya qué comer. Vivimos tiempos críticos donde muchas familias sobreviven con lo mínimo necesario. Sería conveniente organizar el convivio de otra manera; por ejemplo, que cada semana los anfitriones se organicen para ofrecer juntos agua fresca, fruta, tostadas de chile de uña o lo que puedan. Porque no se trata de competir a ver quién da más sino de compartir lo que se tiene con los demás, como signo de solidaridad con los más pobres y con el afán de sembrar la amistad con los vecinos, hoy cada vez más rota y conflictiva.

Experiencia de compromiso

Los Rosarios Guadalupanos deben ser una devoción que culmine en un compromiso comunitario. El Rosario es una oración que hacemos unidos a la Virgen María. Ella es colaborada en el plan de salvación propuesto por Dios y nos invita hoy, como en las bodas de Caná de Galilea, a “hacer lo que Jesús nos diga”.

Por eso, para que esta práctica no se diseque y esterilice, es necesario no quedarnos sólo con el gusto y “lo bonito” de juntarnos a rezar, sino de unirnos y organizarnos para ser colaboradores, a ejemplo de la Virgen María, en el proyecto de Dios comprometiéndonos concretamente a ser vida las cinco prioridades de nuestro Plan Diocesano de Pastoral que nos pide e invita a luchar por una vida digna para todos, a cuidar y defender la obra de la creación, a vivir nuestro bautismo como misioneros, a convertirnos en servidores de nuestra comunidad y a emprender un proceso de formación integral para cumplir nuestra misión de ser discípulos misioneros de Jesús, en el momento actual que vivimos en nuestra región Sur de Jalisco.

Como la pretensión es que los Rosarios Guadalupanos se conviertan en una acción pastoral que anime el compromiso cristiano de quienes participan en esta devoción y abone los procesos de evangelización en nuestras comunidades, es necesario, entre otras cosas, contar con una buena organización y una visión pastoral en sintonía con nuestro proyecto pastoral diocesano.

Publicación en Impreso

Número de Edición: 105
Autores: P. Luis Antonio Villalvazo
Sección de Impreso: Vida en Nuestras Parroquías

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