El juramento: Palabra antigua que se renueva
El sentido del juramento del pueblo de Zapotlán el Grande a su santo patrono
La renovación del juramento es uno de los muchos momentos que tiene esta fiesta josefina, donde “la palabra de José y Zapotlán” dejan de ser sólo discurso, y toman la forma de diálogo. La letra y la palabra se vuelven parte de la sabiduría de este pueblo; es un contenido de la memoria histórica de Zapotlán, porque “la antigua palabra, se hace nueva”. Es la noche en que san José reúne a su pueblo para compartirle la sabiduría que viene de Dios, tal como lo hacían los antiguos y venerables ancianos.
El rico lenguaje de la fiesta juramentada a san José de Zapotlán tiene sus raíces en la cultura antigua de los primeros habitantes de este valle. De padres a hijos se ha transmitido el compromiso de celebrar a este santo protector: “es una palabra dada” que se ha entretejido con el lenguaje simbólico de esta fiesta juramentada. Y como dice Miguel de León Portilla: esta palabra es Yancuic Nahualli, antigua y nueva palabra para las actuales generaciones.
Cada noche del 22 de octubre, la Catedral es abarrotada por cerca de tres mil personas que renuevan el compromiso de nuestros abuelos. Es la noche en que los hombres y las mujeres de corazón zapotlense recuerdan y sienten por qué van tan juntos san José y Zapotlán. Así, las nuevas generaciones actualizan el juramento que hicieron los antepasados en 1747, y que ratificaron en 1749, en 1806 y recientemente en 1986.
La renovación del juramento es uno de los muchos momentos que tiene esta fiesta josefina, donde «la palabra de José y Zapotlán» dejan de ser sólo discurso, y toman la forma de diálogo. La letra y la palabra se vuelven parte de la sabiduría de este pueblo; es un contenido de la memoria histórica de Zapotlán, porque la «la antigua palabra, se hace nueva».
Es la noche en que san José reúne a su pueblo para compartirle la sabiduría que viene de Dios, tal como lo hacían los antiguos y venerables ancianos. San José es el Huehuetlatolli (anciano sabio) de Zapotlán. Un bello poema náhuatl puede describirlo mejor: El sabio verdadero es cuidadoso / y guarda la tradición,/ suya es la sabiduría transmitida; / él es quien enseña, / sigue la verdad / no deja de amonestar… (Poesía Náhuatl).
La palabra escrita de los antepasados
El juramento que se renueva la noche del 22 de octubre es un compromiso de los zapotlenses con señor san José de Zapotlán: “Presa de espanto la población a causa de los terremotos, que antes eran tan frecuentes en Zapotlán, el vecindario, obligándose con juramento, eligieron a el señor San José patrono contra esa calamidad y le prometieron honrarlo con una solemnidad religiosa anual” (Antecedentes Históricos de la Solemnidad de la gran fiesta Josefina establecida en 1747, publicado por MI. Canónigo Dr. Don Ramón López).
El juramento, que es la “palabra” de los zapotlenses, consigna el compromiso de los antiguos habitantes escrito en 1806: “Recordando el temblor que experimentaron sus antepasados, el día 22 de octubre de 1749, del siglo pasado y aunque ningún individuo pereció, juraron en formal escritura, solemnizar anualmente al santísimo patriarca señor san José, a quien eligieron por su patrono por cuya intercesión que imploraron aplacó el Todopoderoso su justa ira; se han convencido, pues, todos y cada uno in solidum, en otorgar, como desde luego otorgan, por la presente escritura, conforme el derecho: reproducen, ratifican y de nuevo revalida el antiguo juramento de sus mayores, obligándose todos los comparecientes y sus sucesores, al cumplimiento de su promesa” (Tomado del juramento hecho por los habitantes de Zapotlán en 1806).
El juramento: memoria histórica
La noche de la renovación del juramento al señor san José, se vuelve luz para la memoria de Zapotlán. En esa hora los zapotlenses se arraigan al valor de la “palabra dada”. Porque la enseñanza y el encargo que hemos recibido de nuestros antepasados es vivir intensamente lo prometido y celebrar agradecidamente lo vivido.
Quien ha sido testigo de “la bajada de la imágenes” y después del recorrido por el interior de la Catedral, ha podido darse cuenta que la renovación del juramento entre Zapotlán y el señor san José, es una acontecimiento que rebasa las explicaciones, y donde se vuelve profunda “la palabra” hecha juramento; porque toca la raíz y el sentido hondo de ser de Zapotlán.
Es una noche que trae a la memoria de los presentes, las etapas históricas de este pueblo josefino: “Dos siglos y medio de tu protección, agradece el pueblo que seas su patrón”. Por eso, al llegar al momento cumbre de la renovación del juramento, quien va a cumplir su palabra, responde libremente a las preguntas del Señor Obispo, con la mano derecha levantada y gritando con todo el galillo: “Sí me comprometo”.
Tlajtoli (palabra) riqueza y manantial de inspiración
Aunque la renovación del juramento tiene muchos elementos de la religiosidad oficial, no debemos aislarlo de las manifestaciones de raíz indígena, que se entremezclan. Esta doble riqueza es el gran legado de hombres y mujeres que han sabido «cumplir su palabra» y ser voz para la Palabra, «que sale de la boca de Dios»: ¡palabra de vida!, que resuena en medio del dolor y de la angustia que han provocado implorar a José. En el temblor, la peste y la sequía que Zapotlán ha vivido, el Señor de la Vida tiene la última palabra siempre en favor de la vida.
La lectura del juramento es el núcleo y la brújula que nos orienta a buscar su original valor en la «palabra dada» y en la «palabra acogida» como hombres y mujeres en diálogo con Dios, con toda la historia y con toda creatura.
La «palabra» en el mundo antiguo tiene un alto valor. Ometeótl con su aliento y con su palabra crea todo cuanto existe. Por eso el Huehuetlatolli es el que en el telpochcalli (escuela de barrio) enseña a los niños y jóvenes la alta sabiduría. Es el padre de familia o la madre (Huehuetlatolli) quienes por muchos días y noches amonestan con sus palabras a los jóvenes para que tengan un rostro y un corazón (in ixtli in yólotl), es decir, una personalidad propia. Es la Palabra la que forma, la que corrige, la que comunica.
La importancia a la palabra dada, cobra efecto y trascendencia en todos los espacios y momentos las fiestas; así lo expresan con su danza las cuadrillas de sonajeros, que renuevan el juramento el día de la bendición de su cuadrilla. Las danzas aztecas hacen lo mismo el día elegido. Cientos de personas que tejen el enroso en sus barrios (antiguos calpulli) que luego colocan en el pórtico de Catedral.
Son las palabras del juramento las que a las nuevas generaciones les ofrece la posibilidad de pertenecer a Zapotlán. A los mayores les renueva su identidad y a los zapotlenses los invitan a luchar por un estilo de vida y una cultura que los haga de «Zapotlán de San José». El juramento no es un documento cerrado, sino una palabra que abraza y acoge a quienes buscan sostener la vida, como lo hace san José protector de Zapotlán.
San José, Huehuetlatolli, sabio en las cosas de Dios
Así como los Huehuetlatolli en la cultura antigua, señor san José en la noche de la renovación del juramento reúne al pueblo de Zapotlán, lo lleva a saborear de la sabiduría de Dios, porque en él se expresan los valores de la fraternidad, la vida comunitaria y sobre todo el poner los bienes en común que identifican a los verdaderos seguidores de Jesús. El valor evangélico de poner los bienes en común y la confianza en la Providencia de Dios es un estilo de vida en muchos Zapotlenses al compartir su casa y alimentos. Son casi dos meses y medio cuando muchas de las casas del pueblo se llenan de personas por que reciben un “ensaye de una cuadrilla de sonajeros y sonajeras o un grupo de danza”. La casa de la familia se convierte en la casa de muchas familias.
Esta vivencia comunitaria se vuelve Palabra (Tlajtoli) de sabiduría, que enriquece a las nuevas generaciones, cada vez que los zapotlenses renuevan su compromiso para vivir como discípulos misioneros de Jesucristo. Esto y más hay en el fondo de la Tlajtoli (Palabra) del juramento.Y es el mismo Señor san José, que en cada fiesta en su honor, nos hace vivir, saborear y enriquecernos de la Sabiduría y Palabra que vienen de Dios.
Los que vivimos de cerca la renovación del juramento y cada una de las manifestaciones en las fiestas Josefinas, experimentamos y somos testigos de la fuerza que da Dios a través del señor san José; de la fuerza que tiene el Patrono para sacar desde el fondo de las cenizas el carbón encendido de la cultura antigua y la espiritualidad popular que a pesar de todo existe debajo de la cultura occidental y globalizante.
Por eso podemos decir que el acercamiento a las fiestas josefinas de Zapotlán, desde el Juramento al Santo Patrono como «antigua y nueva palabra» (Yancuic Nahualli), es tocar la raíz más honda de Zapotlán: su raza, sus costumbres, su identidad cultural y cristiana: «no es algo superficial, sino que tiene a su modo todo lo que hoy se pide a un cristiano madurado por la gracia: fe, comunión, celebración, misión, oración personal», como dice el Documento de Aparecida.
Publicación en Impreso
Número de Edición: 105
Autores: P. José Luis Huerta
Sección de Impreso: Dichos y Hechos