El teatro, una mirada a los ojos del actor
Se abre el telón. La luz aumenta poco a poco. Una voz fuerte y clara hace vibrar las butacas acojinadas expectantes del primer acto. El actor, muchas veces irreconocible en la vida cotidiana, es el generador de ideas, el devoto por convicción de crear no solo los personajes más fantásticos, sino también de hacer sentir en unos minutos las emociones de toda una vida; envuelto en pasiones, cimentado en las más finas hebras del lenguaje, el arte dramático se abre paso a través del sur de Jalisco.
Al hablar del mundo del teatro en Zapotlán es inevitable mencionar a un personaje que ha sido un parte aguas en el arte en la región. Se trata del profesor Ramón Olmedo Neaves, quien ha dedicado gran parte de su vida al género dramático.
Después de estudiar la carrera de actuación en la Academia de Bellas Artes en el Distrito Federal, el profesor Neaves llegó a Guadalajara y en un ir y venir por Jalisco entre Tlajomulco, Etzatlán y Mascota arribó a Ciudad Guzmán, en donde se estableció gracias a la apertura del Centro Regional de Educación Normal, que le dio cobijo entre sus docentes.
El Teatro es el lugar de contemplación por excelencia, también una expresión del arte que busca representar historias frente a una audiencia, ayudándose de discursos, gestos, bailes, escenografía, música, entre otros elementos. El profesor Neaves contó entre sonrisas y recuerdos que el trabajo en el teatro de Zapotlán ha sido muy difícil debido a la cantidad de prejuicios sociales y religiosos mal encaminados: “siempre se tuvo la idea que todo el medio de la farándula eran centros de prostitución, centros de vicio, se criticaba porque se pensaba que eran actividades para vagos o gente sin qué hacer”.
Agregó: “Yo creo que obligadamente debo permanecer en el teatro, ya que nos da la oportunidad de decir, hacer, denunciar, alabar, manejar toda la gama de emociones, sentimientos, pasiones en un mundo ficticio”. A pesar de las críticas recibidas por su forma de expresarse artísticamente, no ha desistido en su caminar.
El profesor define el teatro como un espejo de la sociedad, donde se trata de escudriñar todos sus posibles reflejos, de provocar la reflexión para brindar un espacio para mejorar el ser. El teatro busca alzar la voz y decir basta a las diversas situaciones sociales que oprimen al ser humano en todas sus múltiples actitudes.
El profesor Ramón narró que los 40 años que ha dedicado al mundo del drama han sido difíciles pero muy satisfactorios. Una satisfacción son sus alumnos, entre quienes destaca Martín Cuevas ahora conocido como Pedro Fernández: “nos tocó presentarlo de niño con Vicente Fernández. Otros alumnos de ahora se dedican al teatro y al cine”.
De los diversos grupos que ha instruido a lo largo de su carrera, el profesor busca que en cada participante se despierte la sensibilidad de crear relaciones interpersonales más humanas. Ya que con el paso del tiempo se ha perdido la capacidad de mirarse a los ojos y hablar desde el fondo del corazón: “el teatro nos enseña a tocarnos sin prejuicios, de una manera sana, nos ayuda a volvernos seguros, de aprender a ser amables, gentiles y respetuosos” explicó. Al ser el teatro una herramienta que aumenta la capacidad de soñar y de sorprenderse en el día a día, también es un instrumento que permite tener acceso a diferentes experiencias desde la comodidad de una butaca, “el joven debe de entender que en la vida nada es gratis y que hay que aprender a defenderse, ya que en el futuro estará solo”.
El profesor Neaves explicó de qué manera el teatro, principalmente en la zona sur del estado, se encuentra en una situación crítica “no ha habido autoridad que volteé en 6 años a ver la Casa de la Cultura, insisto, es el temor al espejo, apoyan mucho al deporte con infraestructura, lo vemos en la laguna, para eso sí hay presupuesto, pero para la cultura teatral, para la música o el baile, definitivamente no”.
A pesar de las diferentes crisis que ha enfrentado el mundo del teatro, el profesor Ramón insistió en que la solución es preparar a las nuevas generaciones de artistas y de seres humanos para que se cuestionen las cosas, que expresen sus sentimientos y que reflexionen las actuaciones del mundo que les rodea.
El teatro envuelto entre cortinas tejidas con sueños, en medio de las luces que iluminan el caminar sobre el escenario, en donde se habla de los más profundos sentimientos del ser, seguirá dando frutos en el sur del estado, mientras haya alguien que cuestione, que dude, o que tenga algo que expresar.
Publicación en Impreso
Edición: 118
Sección: Pinceladas
Autor: Claudia Barragán
Como se menciono al principio que el actor, muchas veces irreconocible en la vida cotidiana, es el generador de ideas, el devoto por convicción de crear no solo los personajes más fantásticos, sino también de hacer sentir en unos minutos las emociones de toda una vida; envuelto en pasiones, cimentado en las más finas hebras del lenguaje es correcto en mi punto de vista. Agrego que es una locura sabrosa la cual se saborea y crear personajes es adictivo en escena y nunca perder lo que es uno.