Doña Cecilia y la fiesta de los naturales en Sayula

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La fiesta de los naturales es una manifestación de la gente pobre. La celebración tiene sus orígenes en el Sayula antiguo, por sus características se considera que comenzó en los siglos XVI o XVII sin existir una fecha exacta. La tradición se transmite de padres a hijos. Una versión es que inició para dar culto a Jesús Sacramentado por parte de los indígenas quienes no tenían participación directa en el Jueves de Corpus. Otra versión es que ante los frecuentes terremotos que se padecían clamaron para pedir protección divina y ofrecieron establecer una alianza, juraron hacer una fiesta cada año el martes siguiente del jueves de corpus. La fiesta actualmente inicia el domingo del Buen Pastor.

Desde un día antes del arranque se elaboran tamales. Participa quien lo desea, llevan tamales para ayuda del día de la función. Por la noche del domingo los nuevos mayordomos junto con sus invitados van en procesión cantando “El Paspaque” y después de una Celebración de la Palabra cenan tamales y atole. Con ello se comprometen a realizar la misma celebración al siguiente año.

Un día antes de la función se hacen las Vísperas: se lleva el Santísimo al domicilio de los mayordomos –este año son la señora Amalia Hurtado y su esposo el señor Carmen Mundo-, desde ahí parte una procesión a la parroquia que transita por cuatro altares que se colocan en el trayecto. El martes por la mañana se comparte un desayuno con los nuevos mayordomos de atole con pan y los cofrados, es decir quienes cooperan para la celebración, asisten aunque se llevan la comida a su casa.

La función es a las doce del día, esta celebración está llena de simbolismos cómo llenar al presbiterio con ramas y hojas de laurel, colocan en el altar roseros y dentro de la celebración se renueva el juramento de realizar la función. El sacerdote bendice las hojas de laurel que se reparten a los asistentes y un cántaro de ponche de granada, quien bebe recibe también el compromiso de continuar la fiesta. Al salir se van con la música al domicilio de los mayordomos, donde se espera a los nuevos para el encuentro de confites y se da de comer a todas las personas que asisten, desde la una se espera a los cofrados que van con sus trastecitos a llevar adobo, pipián y sopa de arroz.

La señora Cecilia Ramírez García tiene 88 años, viuda del señor Pedro Camacho, quien fungió como Prioste por bastantes años en esta fiesta, tiene cinco hijos y cinco hijas. Doña Cecilia narró: “tenía entre 8 y 9 años cuando mi abuelita Arcadia Hernández me llevaba a los tamales, ella era la mamá de mi madre que se llamaba Petra García Hernández, mi papá se llamaba Zenón Ramírez, fuimos siete en nuestra familia, también íbamos a la comida, solo llevábamos tres trastes, uno era para el adobo, otro para el pipián y otro para la sopa de arroz ,nosotros llevábamos tortillas pintadas con lamita de tuna mansa, quedaban coloraditas muy bonitas”.

Continuó su narración: “Quienes tomaban la función era pura gente pobre de aquí de Sayula y los que se apuntan y dan su limosna los nombramos cofrados, yo me casé en el año de 1938 y en ese año entregó mi suegro don Juan Camacho, no recuerdo a quién, a los tres años recibió mi mamá Chalita Tadillo –era mamá de mi papá- y mi tío Nicolás Ramírez tomaron la función, recuerdo que nos pasábamos la noche sin dormir para hacer el pipián y el atole, en la fiesta solo se daba pulque y ponche nada de refresco ni agua fresca, además en ese tiempo solo se velaban los nuevos en la función porque los que iban a entregar se quedaban para hacer todo el trabajo para recibir a los nuevos y a los cofrados, ya que era bastante gente la que se apuntaba, no iban a la fiesta, solo a recibir su comida, en la casa de los mayordomos se arreglaba un solo altar con un Cristo. Los nuevos se iban a su casa y a las tres de la tarde junto con sus invitados y la música, llevando ponche y confites, se iban a la casa de los viejos, la fiesta era para ellos y para los que ayudaban con los quehaceres”.

Y finalizó: “Hoy la fiesta es una barbaridad por la cantidad de gente que va, puesto que no conocen el verdadero sentido de la misma y van solo porque hay comida”.

Publicación en Impreso

Edición: 117
Sección: Raíces del Sur
Autor: María de Jesús Ramírez Parra

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