Cien números de otro periodismo

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Uno de los temas más importantes en las democracias modernas es la función social del periodismo y el impacto que tienen los medios de comunicación masiva en la vida de una comunidad. Buena parte de los teóricos y analistas que estudian la política y la comunicación, afirman que el desarrollo de la democracia va aparejado de la profesionalización y la autonomía de los medios de comunicación. México no es una excepción, ya que los procesos de alternancia política estuvieron acompañados por un ejercicio más autónomo, imparcial y profesional de las empresas dedicadas a esta actividad; y que coincidió además con una importante diversificación de las opciones informativas, ya que aparecieron más ofertas de canales, sobre todo en los espacios de televisión de paga.

Sin embargo la realidad nos sigue diciendo que persisten problemas muy serios que obstaculizan el cumplimiento de derechos fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a la información. De ello hay dos razones esenciales: en primer lugar la creencia de buena parte de la clase política de que para gobernar es necesario el control de los medios, es decir, la necesidad de tener coberturas acríticas y complacientes con el gobierno en turno es un imperativo para la gobernabilidad. La segunda razón es la existencia del duopolio Televisa – TV Azteca, que al controlar poco más de 85 por ciento de los canales de televisión e importantes cadenas radiofónicas, han generado una serie de complicidades con la clase gobernante de este país en una dinámica de mutuo beneficio, donde los intereses de la ciudadanía han quedado de lado.

A este contexto hay que agregar el problema de la violencia política que se está generando en contra de los comunicadores. De acuerdo con un informe de la Federación de Periodismo de América Latina y el Caribe (FEPALC), treinta periodistas fueron asesinados en esta región durante el año que recién terminó. México encabeza esta lista con trece víctimas, por lo que se convirtió en el país más riesgoso para el ejercicio periodístico en el continente americano. Le sigue Colombia con seis asesinatos, Guatemala con cuatro, Honduras y Brasil con dos respectivamente, El Salvador, Venezuela y Paraguay con uno.

Los periodistas mexicanos que murieron en el año 2009 a causa del ejercicio de su profesión son: Jean Paul Ibarra Ramírez, Luis Daniel Méndez Hernández, Carlos Ortega Melo Samper, Eliseo Barrón Hernández, Martín Javier Miranda Avilés, Ernesto Montañez Valdivia, Juan Daniel Martínez Gil, Norberto Miranda Madrid, Gerardo Esparza Mata, Fabián Ramírez López, Bladimir Antuna, José Emilio Galindo Robles y Jorge Alberto Velásquez López.

Otras organizaciones mexicanas, tanto de periodistas como de derechos humanos, también dan cuenta de este fenómeno y concluyen que el periodismo en México es un oficio de alto riesgo a pesar de la alternancia en el poder político. Aunque no podemos generalizar que esto sucede en todas las regiones del país, sí podemos afirmar que para los poderes fácticos (los que realmente detentan el poder) y la mayor parte de la clase política, siempre resulta molesto tener frente a sí a un periodismo de línea más crítica y autónoma. Por ello el control de los medios de comunicación, como ya decíamos antes, se ha convertido en una obsesión para estos sectores de la sociedad, ya que es una buena forma de mantener sin cambios el estado de las cosas, y al menos en nuestro país, tener un medio de comunicación se vuelve muy rentable, sobre todo si es electrónico.

En el estado de Jalisco, Quid, el observatorio de medios que coordina Juan Larrosa, también colaborador de El Puente, presentó en febrero de este año el Informe sobre Medios de Comunicación y Libertad de Expresión en Jalisco, 2009. Una de las conclusiones más importantes a resaltar de este valioso texto es que aunque se continua con mayores regulaciones en materia de comunicación, las grandes empresas de medios electrónicos, siguen manteniendo una serie de prácticas que no abonan a los procesos de democratización de Jalisco y del país; y gracias a lo cual, obtienen jugosas ganancias a costa de los procesos electorales.

En este trabajo de observación se confirma que la mayoría de los medios de comunicación de la entidad acentúan un bipartidismo mediático, es decir, que sólo dan voz al PRI y al PAN, pues el resto de los institutos políticos se les mantiene con perfiles muy bajos y algunos son casi inexistentes en la agenda pública (salvo cuando hay un escándalo). También confirman la hipótesis de que la llamada guerra contra el narcotráfico que emprendió Felipe Calderón, ha tenido como efecto colateral un incremento considerable en los riesgos hacia la tarea que ejercen los periodistas. Si hacemos una síntesis muy apretada de este trabajo, podemos afirmar que en general el camino por recorrer para que el periodismo jalisciense realmente cumpla con su función, todavía es muy largo y tiene que pasar por obstáculos considerables.

En el Sur de Jalisco la situación tampoco es halagadora, ya que además de lo mencionado, podemos agregar que en los medios impresos predominan los artículos de opinión basados en los rumores y en los llamados “trascendidos” (chismes políticos), hay una gran ausencia de periodismo de investigación, la agenda mediática está dictada sólo por las entidades gubernamentales, y existe un deficiente nivel de profesionalización en las personas que se dedican a esta actividad.

Hay municipios que no cuentan con ningún medio de comunicación local y se suma que en general los habitantes de esta región tienen poca afición por la lectura y se muestran apáticos a lo que acontece en la vida social y política de sus municipios.

Esta reflexión se enmarca en la edición número cien de El Puente que representa doce años de trabajo colectivo ininterrumpido, en un contexto de globalización económica, donde la producción de información se ha convertido en fuente de acumulación de capital y de control político; y que se ha desplazado como objetivo central de esta labor el servicio a la comunidad. Este proyecto editorial, con todas sus limitaciones, pretende romper esas dinámicas y plantear de forma modesta, otra manera de hacer periodismo.

El Puente es un proyecto de comunicación que abona a los procesos y movimientos sociales que existen en el Sur de Jalisco, pues los hace visibles y da a conocer sus motivos de lucha y resistencia. También tiene el propósito de exponer formas alternativas y sustentables de enfrentar los retos que se nos presentan como sociedad en esta parte de Jalisco, no desde la lógica del poder político y económico, sino desde la solidaridad, la fe y la vida de las comunidades. El punto de partida del trabajo es la mirada y las necesidades de los más pobres de esta región, que se sitúa además desde una perspectiva crítica ante los principales acontecimientos del país y del mundo. Hay que agregar que este periódico, como su nombre lo dice, se instala como un puente entre la realidad social y eclesial del Sur de Jalisco y la diócesis de San Cristóbal de Las Casas en el estado de Chiapas.

Hay temas que durante estos cien números han estado permanentemente en El Puente, ya que el Consejo Editorial, así como las y los lectores, y las y los colaboradores consideran que son problemas y asuntos sustantivos de la vida de la comunidad del Sur de Jalisco, a saber: los derechos humanos, la sustentabilidad ambiental, la agricultura ecológica, el comercio justo, la salud, los movimientos sociales, la participación ciudadana, las comunidades eclesiales de base, las organizaciones básicas, la cultura, las fiestas, la vida parroquial y diocesana y la fe permeando a todos ellos.

En los medios masivos de comunicación estos temas no suelen ser tratados cotidianamente y más bien reproducen el escándalo, la desinformación, la legitimación de posiciones políticas partidarias, el amarillismo y en algunas ocasiones el descrédito y la estigmatización de grupos sociales y movimientos que buscan reivindicar sus derechos. En El Puente tratamos de no caer en eso.

Los colaboradores se han diversificado a lo largo de las cien ediciones; hay sacerdotes y laicos de la región, voluntarios que desde Guadalajara y Autlán siguen apoyando el proyecto y universitarios del ITESO mantenemos la presencia. La gran mayoría colaboramos sin retribución monetaria alguna, es decir, estamos porque creemos en el proyecto y estamos seguros que de alguna manera contribuimos con la construcción de un Sur de Jalisco mejor y más justo.

Quiero aprovechar estas líneas para agradecerle a Toño Villalvazo por haberme invitado a colaborar con este proyecto y también quiero resaltar y agradecer la labor de Cristina, Claudia, Ruth, Mónica, Edith, Vicente, Alonso, Lorenzo, Pepe Sánchez, el «Güero» Urteaga, el «Gato» Alfredo Monreal, el «Negro», Efrén, Juan, Jimena, Fernanda y mi colega Ana María. Por supuesto a todas y todos los distribuidores. Sin ellos no existiría este proyecto que pretende ser una alternativa de información. Gracias a todos y nos vemos en la edición 101.

Publicación en Impreso

Número de Edición: 100
Sección de Impreso: A tiempo con el tiempo
Autor: Jorge Rocha

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