Homilía para el Domingo Mundial de las Misiones 2012

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Hacer discípulos

Textos: Is 56, 1. 6-7; 1 Tim 2, 1-8; Mt 28, 16-20.

En estos días ha habido varios acontecimientos ligados a la misión de la Iglesia: el día 11 se cumplieron 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, que vino a transformar la vida de la Iglesia; ese mismo día fue la inauguración del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI con la finalidad de fortalecer nuestra fe; desde el 7 y hasta el 28 de este mes se está realizando el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

Hacer discípulos

Textos: Is 56, 1. 6-7; 1 Tim 2, 1-8; Mt 28, 16-20.

Escucha la homilía → DOMUND B.

En estos días ha habido varios acontecimientos ligados a la misión de la Iglesia: el día 11 se cumplieron 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, que vino a transformar la vida de la Iglesia; ese mismo día fue la inauguración del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI con la finalidad de fortalecer nuestra fe; desde el 7 y hasta el 28 de este mes se está realizando el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

En el texto del Evangelio que acabamos de escuchar está sintetizada la misión de la Iglesia. Hoy, que celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, se nos presenta la oportunidad de reasumir nuestra responsabilidad en la misión que Jesús nos encomendó. No se trata solamente de recordar que tenemos la encomienda de ir a anunciar el Evangelio. Eso ya lo sabemos y lo repetimos continuamente. Se trata de que vivamos esa tarea de manera comprometida.

Jesús envió a sus discípulos: “Vayan” (Mt 28, 19), les dijo. Los discípulos son enviados, no van por sí mismos. Jesús había sido enviado por su Padre a anunciar y hacer presente su Reino y eso realizó con sus palabras y sus hechos. Esa responsabilidad la transmitió a los Once y, en ellos, a sus discípulos de todos los tiempos. Nosotros fuimos enviados a la misión el día de nuestro Bautismo y esa misión la renovamos personalmente con la Confirmación.

Hemos sido enviados por Jesús. Tenemos que vivir con la conciencia de lo que significa ser enviados. Es un compromiso que llevamos en nuestro ser de cristianos. Es algo que no se nos tiene que borrar de nuestra mente ni de nuestro corazón. Si somos plenamente conscientes de que somos misioneros, nos tenemos que esforzar por vivir como tales. El Vaticano II nos lo ha recordado; el Sínodo de los Obispos nos dice que lo tenemos que vivir de una manera nueva.

¿En qué consiste la misión? En enseñar y hacer que todos los pueblos de la tierra se conviertan en comunidades de discípulos de Jesús. Dicho con palabras del tema del Sínodo de los Obispos, nuestro compromiso es transmitir la fe cristiana. Esto no equivale tal cual a que hombres y mujeres reciban el Bautismo, sino que a través de nosotros las personas conozcan a Jesús, se encuentren con Él, crean en Él, se conviertan en discípulos suyos y sean sus misioneros.

Para ser discípulos de Jesús es necesario vivir la experiencia de seguimiento. Esto está indicado en las palabras de envío, cuando Jesús pide que se enseñe a cumplir lo mandado por Él. Ser discípulo de Jesús consiste en vivir como Él vivió y nos enseñó: amando, sirviendo, perdonando, compartiendo, denunciando las injusticias, luchando contra todo signo del mal, dando la vida. Esto no se tiene que vivir como algo impuesto sino como algo asumido libremente.

Además, para ser discípulos de Jesús es fundamental vivir en comunidad. Jesús formó a sus discípulos para la vida comunitaria. En los barrios o colonias donde vivimos hay que lograr una vida comunitaria. Para eso es necesario reunirse alrededor de la Palabra de Dios, encontrarse todas y todos como hermanos, organizarse para resolver necesidades comunes, atender a los enfermos, celebrar la vida. Todo esto hay que enseñarlo a los demás. Es lo que mandó Jesús.

Al celebrar la Eucaristía en este domingo dedicado a las misiones no nos conformemos con orar para que no falten misioneros en la Iglesia. Comprometámonos a vivir como misioneros: quienes ya están dando un servicio al Evangelio en su comunidad, fortalecerlo; quienes no se han animado, asumir el compromiso de colaborar en la evangelización. La Comunión sacramental fortalece para vivir como discípulos misioneros. Preparémonos a recibirla con alegría.

21 de octubre de 2012

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