Homilía para el 32º domingo ordinario 2020

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Mantener las medidas de prevención
Desde marzo hasta el día de hoy se nos ha estado insistiendo todos los días en la necesidad de asumir las medidas de prevención ante la presencia del Covid-19. A pesar de esto y de estar viendo y oyendo las noticias sobre lo que está sucediendo en todo el mundo, muchas personas no han hecho caso a las recomendaciones, se burlan de las indicaciones y de las personas que las dan, dicen que no es cierto y, por tanto, no han entrado en la dinámica de la prevención, ni en relación a ellas ni en relación a los demás; muchas otras, sí. Esto nos puede servir de punto de partida para la reflexión de este domingo, a la luz de la parábola de las diez jóvenes que fueron a encontrar al esposo.

Mantener las medidas de prevención

Textos: Sb 6, 12-16; 1 Tes 4, 13-18; Mt 25, 1-13

Desde marzo hasta el día de hoy se nos ha estado insistiendo todos los días en la necesidad de asumir las medidas de prevención ante la presencia del Covid-19. A pesar de esto y de estar viendo y oyendo las noticias sobre lo que está sucediendo en todo el mundo, muchas personas no han hecho caso a las recomendaciones, se burlan de las indicaciones y de las personas que las dan, dicen que no es cierto y, por tanto, no han entrado en la dinámica de la prevención, ni en relación a ellas ni en relación a los demás; muchas otras, sí. Esto nos puede servir de punto de partida para la reflexión de este domingo, a la luz de la parábola de las diez jóvenes que fueron a encontrar al esposo.

Las muchachas sabían que el esposo llegaría en cualquier momento. También sabían que había que llevar lámparas y aceite de repuesto. El punto fue que no todas se previnieron con más aceite y ahí estuvo la diferencia. Las previsoras entraron con el esposo al banquete de bodas; las descuidadas, quedaron fuera y, además, fueron desconocidas por el esposo. Jesús terminó esta parábola con una enseñanza, que es también una advertencia para sus discípulos de aquel tiempo y para los de hoy, o sea, para nosotros: “Estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.

Esta debe ser la actitud permanente de todos los bautizados para la segunda venida del Señor. La conciencia de la segunda venida es algo que, en la práctica, ya perdimos como Iglesia. Los primeros cristianos la tenían muy viva y por eso se mantenían vigilantes, a la espera de una manera activa, ansiosos por la cercanía de su llegada, sin saber cuándo sería. Pero esa era la actitud.

¿Qué hacían para mantenerse a la espera del Señor? Se reunían en sus casas para convivir, orar, escuchar la Palabra, compartir el pan y sus bienes, vivir en la hermandad. Este era el modo de tener aceite para sus lámparas; y las lámparas eran ellos, personalmente y como comunidad. Era tal su testimonio de hermandad, que muchos que no eran discípulos de Jesús, al verlos cómo vivían, llegaron a decir: “¡Mírenlos cómo se aman!”. Tenían aceite de repuesto para mantener encendida su vida, vigilando –o a veces adormilados–, mientras llegaba Jesús, el Señor, el Hijo del hombre.

A la mayoría de los bautizados no nos cae el veinte, aunque muchas veces hemos escuchado y dicho la frase de Jesús, sobre todo cuando alguien muere, de estar preparados porque no sabemos ni el día ni la hora. Lo mismo que sucede ante las medidas preventivas ante el Coronavirus, nos pasa en la vida personal y comunitaria: muchos no hacemos caso. Dejamos a un lado la vida de hermanos, ignoramos las invitaciones a encontrarnos con la Palabra de Dios, olvidamos la oración y las celebraciones, pasamos de largo ante las situaciones de sufrimiento, no vivimos la solidaridad. Nuestras lámparas las tenemos apagadas o, si están encendidas, no tenemos el aceite de repuesto.

El aceite lo tenemos que buscar; no nos va a llegar solo. Las jóvenes previsoras ya lo habían asegurado antes de irse a la espera del esposo; las descuidadas no llevaron más que el que traía su lámpara. Hay que hacer caso a la invitación del autor del libro de la Sabiduría: desearla, buscarla, madrugar por ella, darle prioridad en la mente y en el corazón, desvelarse por ella, con la conciencia de que vendrá al encuentro de quienes la desean y buscan. Con otras palabras, es la actitud y el estilo de vida de las jóvenes previsoras a la espera del esposo. Es la invitación de Jesús a la preparación para su segunda venida, con la conciencia de que va a volver, aunque no sabemos ni el día ni la hora. Dispongámonos a recibir a Jesús, el Señor, que viene a nuestro encuentro de manera sacramental en la Comunión. Igualmente, mantengamos las medidas de prevención para que no crezca el número de contagios de Covid, del que tampoco sabemos cuándo y por dónde llega.

8 de noviembre de 2020

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