Homilía para el domingo de la Santísima Trinidad 2014
Vivir en el amor
Estamos celebrando la Eucaristía el domingo en que como Iglesia festejamos a la Santísima Trinidad. Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se nos presenta en los textos de la Palabra como amor, vida, misericordia, compasión, fidelidad, paciencia, comunión, paz. Dios es la fuente de todas estas dimensiones que llevamos en nuestra vida desde que recibimos el Bautismo. Dios es el modelo de vida y relación para nosotros, como esposos, como familia, como comunidad.
Vivir en el amor
Textos: Ex 34, 4-6. 8-9; 2 Cor 13, 11-13; Jn 3, 16-18.
Estamos celebrando la Eucaristía el domingo en que como Iglesia festejamos a la Santísima Trinidad. Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se nos presenta en los textos de la Palabra como amor, vida, misericordia, compasión, fidelidad, paciencia, comunión, paz. Dios es la fuente de todas estas dimensiones que llevamos en nuestra vida desde que recibimos el Bautismo. Dios es el modelo de vida y relación para nosotros, como esposos, como familia, como comunidad.
Lo que se dice de Dios en los textos bíblicos de hoy se tendría que decir de cada uno de nosotros, de cada pareja de esposos, de cada familia, de cada comunidad, puesto que son características que identifican a los cristianos. Por lo tanto, tendríamos que estar viviendo en el amor y, como manifestaciones de que amamos, tendríamos que ser misericordiosos, compasivos, clementes, pacientes, fieles; estar dando vida, viviendo la comunión y construyendo la paz.
Si caemos bien en la cuenta, entre nosotros hay muchas desavenencias, problemas, violencia, rencores, injusticias, venganzas, divisiones. Estamos muy lejos de manifestar que llevamos en nosotros la vida de Dios, que llevamos el nombre de cristianos, que somos discípulos misioneros de Jesús. Hoy pedimos perdón a Dios porque nuestra manera de vivir, en general, poco se parece a la vida que Él nos muestra en su Hijo, una vida en el amor.
Pero aprovechando el modo de ser de Dios y el modo de vivir de Jesús, podemos rehacer el camino. Dios no castiga a quien se porta mal, como frecuentemente se dice en las familias, sobre todo de los papás a sus hijos; lo acabamos de escuchar en la petición que Moisés le hizo de caminar con su pueblo, de perdonarlo y tomarlo como propiedad suya. Jesús no vino para condenarnos sino para perdonarnos, rehacernos y salvarnos, como escuchamos en el Evangelio.
Nuestra tarea es, entonces, aceptar a Jesús, creer en Él como dice san Juan; y creer en Jesús significa vivir como Él vivió y poner en práctica sus mandatos. Él nos da a conocer que Dios es amor y que, por tanto, debemos amarnos unos con otros. Eso es lo que san Pablo nos pide: que nos animemos mutuamente, que vivamos en paz y armonía. Esta es nuestra responsabilidad: vivir el amor mutuo entre esposos, vivir el amor como familia, vivir el amor como comunidad.
El amor se muestra con signos. Hoy es un día oportuno para revisarnos como esposos, como hermanos, como vecinos, como compañeros de trabajo o de escuela, como miembros de una comunidad. ¿Qué tan pacientes y misericordiosos somos con los demás? ¿Somos fieles a nuestros compromisos con quienes tenemos acuerdos? ¿Somos violentos en la relación con los demás o aportamos a la armonía? ¿Quitamos rencores, resentimientos, odios, y perdonamos?
Enseguida vamos a vivir dos momentos centrales de la Eucaristía dominical: la profesión de fe y la comunión. Al confesar que creemos en Dios Padre todopoderoso, en Jesucristo su Hijo único y en el Espíritu Santo Señor y dador de vida, renovamos nuestro compromiso de vivir el amor, la misericordia, el perdón, la fidelidad, la compasión, la armonía, la comunión, la paz, para ser presencia de Dios Trino en la vida familiar, como comunidad y en medio de la sociedad.
Al comulgar dejamos que Jesús entre nuevamente en nuestra persona y fortalecemos el compromiso de vivir la comunión con los demás, de perdonar, de evitar todo signo de violencia, de colaborar en la construcción de la paz. Lo recibimos personalmente pero dentro de la Asamblea que hace presente a la Iglesia, por lo que el compromiso no es solo personal sino comunitario. Vayamos a vivir el amor entre nosotros como lo vive Dios entre Ellos y con su pueblo.
15 de junio de 2014