Lejos de la Paz mundial
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Textos: Eclo 3, 19-21. 30-31; Hb 12, 18-19. 22-24; Lc 14, 1. 7-14.
A propósito de lo que vio en la casa de un jefe de fariseos, a donde había ido a comer, Jesús da una gran enseñanza, la cual no debemos ignorar sino integrarla a nuestro modo de ubicarnos en la vida. Captó que los demás invitados al banquete escogían los lugares de honor. Jesús pide, por una parte, que no busquemos los primeros lugares o los puestos de honor; y, por otra, que aprendamos a humillarnos, a buscar el último lugar, a ubicarnos como los últimos.
Textos: Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc 13, 22-30.
Jesús iba hacia Jerusalén. Se dirigía al encuentro de la cruz. En ese camino le preguntaron sobre la salvación: si era cierto que pocos la alcanzaban. Jesús no respondió si sí o si no. Más bien hizo una invitación, que no es solo para quienes lo escuchaban en aquella ocasión sino para los discípulos y discípulas de todos los tiempos; es para quienes quieran salvarse. Jesús invita a entrar por la puerta, pero aclara que esa puerta es angosta; y dice que hay que esforzarse.
Textos: Jr 38, 4-6. 8-10; Hb 12, 1-4; Lc 12, 49-53.
En el texto del Evangelio que escuchamos, Jesús dice que no vino a traer la paz sino la división. Y señala lo que sucederá incluso a lo interno de las familias. Esta división anunciada por Jesús es consecuencia de su misión y no su proyecto de vida. Él no quiere que las personas vivamos en guerra, en conflictos y desavenencias. Reflexionar sobre esto que Jesús dice nos ayuda a revisar nuestras opciones como discípulos suyos y nos prepara para la Comunión sacramental.