Homilía para el domingo de la Epifanía del Señor 2023

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Jesús estaba envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Así, en la pobreza, se manifestó al mundo y así, en la pequeñez, fue adorado por los magos.

Buscar a Jesús en las periferias

Textos: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3. 5-6; Mt 2, 1-12

Jesús estaba envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Así, en la pobreza, se manifestó al mundo y así, en la pequeñez, fue adorado por los magos, quienes vinieron a buscarlo desde el fin del mundo para ofrecerle sus regalos. Hoy domingo nosotros hemos venido a encontrarnos también con Jesús, que se nos manifestará de manera sacramental en el Pan y el Vino.

Dios se da a conocer a todos los pueblos, como lo escuchamos en los tres textos bíblicos, porque quiere salvar a todos. Isaías anunció que los pueblos caminarán siguiendo la luz; él vio que todos se reunirían e irían a Él, viniendo de lejos. San Pablo escribió que, por el Evangelio, los paganos, es decir, los no-judíos, reciben la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa de salvación. San Mateo ve en los magos de oriente a todos los pueblos de la tierra que saben de la noticia de Jesús y hacen camino para buscarlo.

Dios tiene sus tiempos y sus maneras de darse a conocer. A los humanos nos toca descubrir y leer los signos, alegrarnos, cambiar de vida, ir a su encuentro, adorarlo, transmitir la experiencia. Esto en cualquier religión, pueblo y continente, porque la salvación no es algo exclusivo del pueblo de Dios, ni del antiguo –Israel– ni del nuevo –la Iglesia–. Lo acabamos de expresar en el Salmo responsorial: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”.

En relación a la Epifanía o Manifestación del Señor que celebramos hoy, dice un himno: “Ver a Dios en la criatura, ver a Dios hecho mortal, ver en humano portal la celestial hermosura. Ver llorar a la alegría, ver tan pobre a la riqueza, ver tan baja a la grandeza y ver que Dios lo quería. ¡Gran merced y gran ventura a quien verlo mereció! ¡Quién lo viera y fuera yo!”. Fue lo que se encontraron y adoraron los magos al llegar a la casa. Fue lo que no buscaron ni los sumos sacerdotes ni los escribas, a pesar de que conocían al revés y al derecho las Escrituras. Mucho menos Herodes, quien se enceló al saber del nacimiento del rey de los judíos y cultivó en su corazón el deseo de asesinarlo; él adoraba el dinero, el poder y los honores.

Los magos se dejaron guiar por una estrella; Herodes se dejó llevar por su corazón de piedra. Los magos lograron llegar hasta el Niño; Herodes y los sumos sacerdotes siguieron en su estilo de vida, cada vez más lejos del Niño: en la soberbia, los lujos, el enriquecimiento, el poder, el abuso sobre el pueblo. Los magos encontraron a Jesús en la periferia y en la pobreza, lejos del templo y del palacio; los sumos sacerdotes siguieron en su templo, los escribas en los estudios bíblicos y Herodes en su palacio. Se necesita la sencillez, la humildad, la apertura, para encontrar a Jesús; es lo que nos enseñan los magos. El palacio, la seguridad, los templos, los bienes, el poder, el orgullo, impiden llegar a Jesús, porque mantienen a las personas, grupos y comunidades en el confort. Es más fácil quedarse ahí, en la seguridad y la vida cómoda, que arriesgarse a salir a las periferias, a la inseguridad, donde está el Señor.

El Señor nos pide hoy a través de su Palabra escrita que repensemos nuestra vida cristiana y dejemos todo lo que nos hace llevar una vida cómoda, en el confort, la seguridad, para ir al encuentro de Jesús, que se manifiesta en las periferias: barrios, colonias, ranchos, cárcel, hospitales, etc., y aparece con muchos rostros de pobreza y sufrimiento. Aprendamos de los magos a dejarnos conducir por las estrellas que Dios nos ofrece para llegar hasta su Hijo: vecinos, agentes de pastoral, compañeros de trabajo, santos de al lado. Hoy Jesús se deja encontrar en la sencillez del Pan y el Vino. No nos quedemos en nuestra soberbia, que nos impide recibirlo.

8 de enero de 2023

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