Homilía para la solemnidad de Todos los Santos 2015

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Alcanzar la felicidad

Todos los Santos B 15

Todos los humanos buscamos la felicidad. Hoy que celebramos la fiesta de Todos los Santos, se nos presenta el modo de alcanzarla. La felicidad no se logra con dinero, bienes materiales, ropa de marca, carro y celular del último modelo, viajes de placer, puestos de poder. Jesús nos dice cómo. Es con la vivencia de las Bienaventuranzas. Por eso, a quienes las ponen en práctica se les llama bienaventurados, beatos, dichosos, felices. Vivirlas es estar en comunión con Jesús.

Alcanzar la felicidad

Textos: Ap 7, 2-4. 9-14; 1 Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12.

Todos los Santos B 15

Todos los humanos buscamos la felicidad. Hoy que celebramos la fiesta de Todos los Santos, se nos presenta el modo de alcanzarla. La felicidad no se logra con dinero, bienes materiales, ropa de marca, carro y celular del último modelo, viajes de placer, puestos de poder. Jesús nos dice cómo. Es con la vivencia de las Bienaventuranzas. Por eso, a quienes las ponen en práctica se les llama bienaventurados, beatos, dichosos, felices. Vivirlas es estar en comunión con Jesús.

La propuesta de Jesús es para todos los humanos, no sólo para sus discípulos, porque todos estamos llamados a construir el Reino de Dios, independientemente del credo que profesemos o la cultura en que vivamos. El Reino es la vida en el amor, la justicia, la solidaridad, la paz. Esto es lo que propone Jesús. Si tenemos en cuenta las dos primeras lecturas, que hablan de purificar, lavar y blanquear la vida, podemos decir que al Reino se entra con las Bienaventuranzas.

Para nosotros, que fuimos revestidos de blanco en el Bautismo, hay un compromiso especial. La ropa blanca se ensucia y mancha fácilmente. Pero la vestidura blanca es solamente símbolo de nuestra persona, que también por el mal y el pecado se mancha con facilidad. Por eso se nos invita a purificarnos a nosotros mismos para ser puros como Dios. Dios es amor y así debemos vivir, pues somos sus hijos. La multitud de santos descrita en el Apocalipsis se lavó y blanqueó.

¿Qué hacer para lavar y purificar nuestra túnica, es decir, nuestra persona, para alcanzar la felicidad? Lo señala Jesús: tener espíritu de pobre, ser misericordiosos, experimentar el hambre y la sed de justicia, ser limpios de corazón, trabajar por la paz; vivir la confianza en Dios al sufrir y llorar por lo que nos sucede. A quienes viven esto, Jesús los llama dichosos, o sea, felices. Ese modo de vivir asemeja a Jesús porque Él mismo vivió de esta manera. Y se sabía feliz.

Ciertamente poner en práctica las Bienaventuranzas no es fácil. Una, porque implica hacer una opción de vida. Esto hay que revisarlo en relación a nuestra persona, porque somos discípulos de Jesús. Al menos así nos consideramos. No es fácil tampoco porque este modo de vivir contrasta con el estilo de vida que propone el mundo: el acaparamiento, el consumo, andar a la moda, tener buena estampa, esforzarse lo menos posible, vivir cada quien en lo suyo, etc.

Pero no es fácil porque, como previene Jesús, quien ponga en práctica las Bienaventuranzas va tener conflictos, habladas, injurias, persecuciones, cárcel, condena a muerte. ¿Qué le pasó a Jesús? Exactamente eso. Sin embargo, llama dichosos o felices a quienes experimentan estas cosas como consecuencia de vivir en la pobreza, de ser misericordiosos, ser transparentes en la vida, luchar por la justicia, trabajar por la paz. Este es el modo de blanquear la propia túnica.

La totalidad de los santos que celebramos en este día 1º de noviembre, ha pasado por el estilo de vida propuesto por Jesús. Ellos alcanzaron la felicidad por vivir pobres, por practicar la misericordia con los enfermos, excluidos, esclavos, abandonados, etc.; por luchar a favor de la justicia y la paz, aunque a muchísimos esto les trajo persecuciones, cárceles y hasta la muerte. No fueron felices por tener bienes materiales, todas las comodidades o una vida placentera.

Revisemos nuestro estilo de vida, opciones, ideales, sobre todo pensando en alcanzar la felicidad. Seguramente encontraremos situaciones, actitudes y modo de vivir que debemos quitar, porque tienen nuestra persona manchada. Asumamos el estilo de vida propuesto por Jesús en las Bienaventuranzas, para purificar y blanquear nuestra vida personal y comunitaria. Participemos de la Comunión sacramental para mantenernos en la comunión de vida con Jesús.

1º de noviembre de 2105

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