Homilía para la Solemnidad de la Virgen de Guadalupe 2015

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Madre de misericordia

Misal Romano 044

A la Virgen María la invocamos como “Madre de gracia y Madre de misericordia”. En la Salve le decimos: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia”. Con este mismo nombre la Virgen de Guadalupe se presentó ante Juan Diego, al decirle: “yo soy tu madre misericordiosa, de ti, de todos los habitantes de estas tierras que en mí confíen, que a mí acudan”. Ella nos ha reunido hoy para que nos encontremos con su Hijo Jesús, a quien gesta en su vientre.

Madre de misericordia

Textos: Is 7, 10-1; Eclo 24, 23-31; Gal 4, 4-7; Lc 1, 39-48.

Misal Romano 044

A la Virgen María la invocamos como “Madre de gracia y Madre de misericordia”. En la Salve le decimos: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia”. Con este mismo nombre la Virgen de Guadalupe se presentó ante Juan Diego, al decirle: “yo soy tu madre misericordiosa, de ti, de todos los habitantes de estas tierras que en mí confíen, que a mí acudan”. Ella nos ha reunido hoy para que nos encontremos con su Hijo Jesús, a quien gesta en su vientre.

A ella acudimos por situaciones personales, familiares, comunitarias, de trabajo, del País; en la enfermedad, en los problemas, en los accidentes, en las pérdidas del sentido de la vida, ante la violencia. Nos dirigimos a la Virgen de Guadalupe porque sabemos que nos escucha, nos atiende, nos conforta. Ella vivió y sigue ejerciendo la misericordia, como le dijo a Juan Diego al pedirle una ermita para “oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores”.

Misericordia significa meter en el corazón la miseria de los demás. Esta palabra se compone con dos palabras latinas: miserere, que significa miseria, necesidad; y cor, que quiere decir corazón. Eso es precisamente lo que Dios ha hecho siempre con la humanidad, fue lo que hizo Jesús con su vida y en su muerte en la cruz, fue lo que hizo María, es lo que Jesús nos mandó que hiciéramos: ver las miserias de quien sufre y meterlas en el corazón, para remediarlas.

Es algo semejante a lo que hace la mamá por sus hijos. Aunque le hayan dado problemas, la hayan ofendido, se hayan cambiado de religión, anden en las drogas, en el momento de la necesidad ella está ahí para ayudarles porque los lleva en el corazón. Les perdona, los ayuda, les tiende la mano, los atiende. En su vida terrena, la Virgen María de Nazaret fue misericordiosa: con su prima Isabel, con los recién casados de Caná, con su Hijo Jesús al pie de la cruz.

Así ha seguido actuando con los mexicanos y hoy se lo agradecemos a Dios. Para eso se quedó impresa en la tilma de Juan Diego. El primer gesto de misericordia lo hizo con el mismo Juan Diego y con su tío Juan Bernardino. Cuando le manifestó la preocupación por la gravedad de su tío, le dijo: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester?”. Su tío se curó.

Nosotros debemos hacer lo mismo con los que están en la miseria y en la necesidad: enfermos, ancianos solos, drogadictos, migrantes, familias con problemas internos, afectadas por la violencia, indígenas, madres que hacen de papá y mamá… Esto de manera personal, como estilo de vida; pero también de manera comunitaria. Esta es una tarea a cultivar en las familias, pues la familia es formadora de personas, educadora en la fe y promotora del desarrollo.

En este Año Jubilar de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco e iniciado el 8 de diciembre, tenemos la oportunidad de repensar nuestra vida cristiana desde este aspecto esencial a nuestra vida. Ese es el sentido de la vivencia del jubileo, pues es un aspecto central en la vida y misión de la Iglesia. Es necesario reflexionar y profundizar en la misericordia, revisar si la estamos viviendo o no, buscar y asumir los modos de hacerla realidad y testimoniarla.

Hoy nos encontraremos sacramentalmente con Jesús, gracias al servicio de la Virgen de Guadalupe. Ella no sólo es Madre de misericordia porque nos ama, nos acoge, nos protege y ve por nosotros en nuestras necesidades, angustias y sufrimientos, como le dijo a Juan Diego; es también Madre de la Misericordia, es decir, de Jesús, quien con su predicación y sus hechos nos ofrece la imagen misericordiosa del Padre. Preparémonos a recibirlo en la Comunión.

12 de diciembre de 2015

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