Homilía para el DOMUND 2013
Consagrados para la misión
Textos: Zac 8, 20-23; Rm 10, 9-18; Mc 16, 15-20.
Hoy que celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, la Palabra de Dios nos recuerda la misión que tenemos como Iglesia. Este es un buen día para revisar y fortalecer nuestra práctica misionera. La misión de la Iglesia consiste en predicar el Evangelio por todo el mundo, como escuchamos en el texto del Evangelio. Esa misión que Jesús dejó a la Iglesia, personalmente la recibimos en el Bautismo y ahí mismo fuimos consagrados para realizarla.
Consagrados para la misión
Textos: Zac 8, 20-23; Rm 10, 9-18; Mc 16, 15-20.
Hoy que celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, la Palabra de Dios nos recuerda la misión que tenemos como Iglesia. Este es un buen día para revisar y fortalecer nuestra práctica misionera. La misión de la Iglesia consiste en predicar el Evangelio por todo el mundo, como escuchamos en el texto del Evangelio. Esa misión que Jesús dejó a la Iglesia, personalmente la recibimos en el Bautismo y ahí mismo fuimos consagrados para realizarla.
Jesús pide a sus discípulos ir por todo el mundo a llevar el Evangelio. Es algo que ya sabemos. También sabemos, y lo decimos continuamente, que la Iglesia es responsable de anunciar la Buena Nueva y que la Iglesia la formamos todos los bautizados. Esto quiere decir que todos los bautizados tendríamos que estar colaborando en la proclamación de la Palabra de Dios por todos lados. Pero en la práctica, son pocas, muy pocas, personas las que cumplen esta tarea.
La misión se realiza de dos maneras: primero con el testimonio de vida, luego con las palabras. Personalmente, por ser discípulos de Jesús, tendríamos que estar dando un buen testimonio: sirviendo, ayudando al pobre, viviendo la justicia, perdonando a quienes nos ofenden, haciendo vida comunitaria, etc. Todo esto solamente por el hecho de haber recibido el Bautismo. Dar buen testimonio es la primera manera de evangelizar.
Pero también como comunidad, en el barrio o en la colonia, se tiene que dar testimonio: viviendo como hermanos, viéndose bien, atendiendo las necesidades de las personas que sufren, evitando divisiones, buscando el encuentro, cuidando la creación, rezando y celebrando juntos; en una palabra, viviendo en el amor. Este es el primer modo de evangelizar como comunidad. ¿Por qué vivir así? Porque eso vivió Jesús y eso nos pidió que realizáramos.
La otra manera de cumplir la misión es por la predicación. Es necesario dar razón del testimonio. Si lo hacemos, por fuerza diremos que es el mandato de Jesús. Esto ya es un comienzo de la predicación de palabra, la otra manera de evangelizar. Personal y comunitariamente tenemos el mandato de Jesús de ir por todo el mundo a predicar el Evangelio. Como Iglesia fuimos enviados el día de la Ascensión de Jesús; personalmente fuimos enviados en el Bautismo.
Para realizar la misión de la Iglesia, fuimos consagrados. La unción con el Santo Crisma fue la consagración para vivir como Jesús y para realizar su misma misión. Entonces nos tenemos que preguntar, sobre todo si todavía no estamos colaborando en la evangelización: si yo soy bautizado, si fui consagrado como misionero, ¿por qué no estoy evangelizando? O, si no lo hacemos como colonia o barrio: ¿por qué no estamos cumpliendo la misión que Jesús nos dejó?
Quizá podemos decir que por el trabajo o por falta de tiempo no nos hemos comprometido. Puede ser. Pero quienes toman la decisión de colaborar en la misión de la Iglesia, a pesar de tener su trabajo, de no tener tiempo, encuentran la manera de servir en la evangelización. Yo creo que no es cuestión de tiempo o no, sino de toma de conciencia y de tomar la decisión de ayudar a la misión. Ciertamente implica dedicar tiempo y reacomodar la vida.
Nos encontraremos sacramentalmente con Jesús en la Comunión. Él nos ha llamado y enviado a la misión; hoy nos fortalece para vivir como misioneros. Aprovechemos esta oportunidad para renovar nuestro compromiso bautismal de ir por todo el mundo a predicar el Evangelio. Aseguremos esta tarea en la propia familia, entre vecinos, en los lugares de trabajo. Ahí, con el testimonio de vida, podemos evangelizar. Ahí podemos anunciar la Palabra de Dios.
20 de octubre de 2013