Homilía para el Domingo Mundial de las Misiones 2015
Salir a la misión
En este Domingo Mundial de las Misiones se nos recuerda el compromiso misionero que adquirimos en el Bautismo y que renovamos en la Confirmación. Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio el mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda creatura”. En la Comunión sacramental, que es el momento culmen de esta celebración Eucarística, renovamos nuestro compromiso, pues nos alimentamos para salir a cumplir esa misión.
Salir a la misión
Textos: Is 56, 1. 6-7; 1 Tim 2, 1-8; Mc 16, 15-20.
En este Domingo Mundial de las Misiones se nos recuerda el compromiso misionero que adquirimos en el Bautismo y que renovamos en la Confirmación. Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio el mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda creatura”. En la Comunión sacramental, que es el momento culmen de esta celebración Eucarística, renovamos nuestro compromiso, pues nos alimentamos para salir a cumplir esa misión.
Jesús envió a sus discípulos y discípulas a llevar el Evangelio por todos los rincones de la tierra. En los Once estamos incluidos todos los bautizados. Nadie podemos ni debemos hacernos para atrás en esta tarea, pues está ligada a los sacramentos de la Iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Comunión. Nuestra tarea es, por tanto, anunciar la Buena Nueva, la escuchen los demás o no, nos hagan caso o no. ¿Estamos realizando el mandato de Jesús?
En la celebración del Bautismo, en una de las oraciones que se proclaman para bendecir el agua, se recuerda que Jesús “después de su resurrección mandó a sus apóstoles: ‘Vayan y enseñen a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo’”. En otra de las fórmulas se bendice a Dios porque elige a los bautizados para que anuncien alegremente el Evangelio de Cristo en todas las naciones. ¡Anunciarlo y, además, con alegría!
De la misma manera, en una de las oraciones por los que van a ser bautizados, se le pide a Cristo que escuchen su Evangelio, lo cumplan y den testimonio de él. Al recibir el baño bautismal recibimos la misión encomendada por Jesús a sus discípulos. Y en el momento de ser confirmados, expresamos que por nosotros mismos –porque en el Bautismo fue por la voz de nuestros papás y padrinos– nos comprometimos a ser misioneros, a ser evangelizadores.
San Pablo nos da testimonio de la conciencia que él tenía de haber sido enviado a la misión y de cómo se estaba esforzando por realizarla. Decía que había sido constituido pregonero y apóstol: apóstol porque se sabía enviado y pregonero porque debía anunciar el Evangelio. A eso dedicó su vida desde que aclaró su misión. Nosotros sabemos que somos misioneros, que somos responsables de hacer que el Evangelio se anuncie en la comunidad. ¿Lo estamos cumpliendo?
Desde que inició su ministerio como obispo de Roma, el Papa Francisco nos ha estado recordando esta obligación que tenemos como miembros de la Iglesia. Incluso nos dio un documento, llamado La alegría del Evangelio, en el que nos exhorta a vivir con gusto, con esperanza, nuestro ser misioneros. O sea, que por motivaciones no ha quedado. El punto es si estamos dedicando nuestra persona, nuestra vida, nuestras capacidades, para colaborar en la misión.
El primer espacio es la propia familia: los papás son los primeros evangelizadores de sus hijos. Ellos, en el momento de presentar a sus hijos para el Bautismo, se comprometieron a educarlos en la fe. El siguiente espacio es la propia comunidad: el barrio, colonia o rancho. Ahí, cada bautizado es, o debe ser, un misionero; aunque esto en la práctica lo realizan de una manera especial los agentes de pastoral, sobre todo los laicos. ¿Estamos viviendo esta tarea?
Otros espacios para ser misioneros son la sociedad y la ecología. Jesús pidió anunciar el Evangelio a toda la creación, por lo que debemos cuidar y proteger tanto a los desvalidos y desechados de la sociedad como a nuestro medio ambiente. Pidamos a Dios que nos animemos a vivir como misioneros, que llevemos su Palabra a todos los rincones, que hagamos llegar la Buena Noticia a toda criatura. Alimentémonos de la Comunión para salir a la misión.
18 de octubre de 2105