Homilía para el 9º Domingo ordinario 2016
Comunidad misericordiosa
Acabamos de escuchar la Palabra de Dios, que nos ayuda a preparar nuestro encuentro sacramental con Jesús en la Comunión. El texto del Evangelio toca una de las situaciones más comunes entre nosotros: las personas enfermas. Lo que hacen las personas enviadas por el oficial romano y lo que realiza Jesús nos dan luz en relación a lo que nos toca hacer hoy ante las situaciones de enfermedad existentes en nuestras familias y comunidades: vivir la misericordia.
Comunidad misericordiosa
Textos: 1 Re 8, 41-43; Gál 1, 1-2. 6-10; Lc 7, 1-10.
Acabamos de escuchar la Palabra de Dios, que nos ayuda a preparar nuestro encuentro sacramental con Jesús en la Comunión. El texto del Evangelio toca una de las situaciones más comunes entre nosotros: las personas enfermas. Lo que hacen las personas enviadas por el oficial romano y lo que realiza Jesús nos dan luz en relación a lo que nos toca hacer hoy ante las situaciones de enfermedad existentes en nuestras familias y comunidades: vivir la misericordia.
Entre nosotros hay personas enfermas: algunas tienen años con su enfermedad, otras están ancianas y muchas veces solas, otras tuvieron algún accidente. De ellas no son responsables solamente los familiares sino toda la comunidad, puesto que son miembros suyos. Como sucede en el cuerpo, son miembros enfermos y merecen mayor cuidado que los sanos; cuando una parte del cuerpo está enferma todo el cuerpo concentra su atención en esa parte.
El soldado romano, que por ser extranjero era considerado pagano por los judíos, tenía enfermo y a punto de morir a un criado suyo y estaba preocupado. Era una situación muy complicada y sufría mucho, como sucede con los familiares de los enfermos graves o en agonía. Él creía en Jesús a pesar de ser “pagano” y en cuanto supo de la presencia de Jesús en Cafarnaúm, le mandó avisar para que viniera a curar a su enfermo. Quiere decir que no era pagano.
Varios judíos fueron a llevarle el mensaje a Jesús. Ese es el servicio de la comunidad: ayudar a sus enfermos a sobrellevar su enfermedad y, si es posible, recuperar su salud. Además de las atenciones médicas, alimentación, limpieza, etc., como seguramente lo estarían haciendo con el sirviente enfermo del oficial, se necesita la fuerza de Jesús. Es tarea de la comunidad asegurarles el encuentro con Él. En nuestros días esto lo hacen en gran parte los ministros de enfermos.
Damos gracias a Dios por el servicio que realizan como delegados de su comunidad en función de las personas enfermas. Ellos, personalmente y como equipo, viven la misericordia con los enfermos. Pero la responsabilidad no es únicamente suya sino de todo el barrio. La comunidad debe ser misericordiosa con sus enfermos porque son miembros suyos. A todos en la colonia les debería doler la enfermedad y deberían concentrar su atención en sus enfermos.
Un momento especial en esta atención, como sucedió con el criado enfermo, es el encuentro con Jesús, tanto en la oración como en la proclamación del Evangelio, la Reconciliación, la Unción y la Comunión. La comunidad reunida en nombre de Jesús lo hace presente a Él, el sacerdote lo hace presente con su persona, los sacramentos son presencia de Jesús. Este servicio hay que fortalecerlo en la vida del barrio o colonia para crecer como comunidad misericordiosa.
Al soldado romano le bastaba con que Jesús le mandara a la enfermedad que se alejara de su siervo. No era necesario que Él personalmente fuera hasta su casa. Jesús le valoró su fe, se unió a ella y le mandó a la enfermedad que saliera del enfermo. Así sucedió como dice san Lucas. Todos hicieron posible la curación de aquel enfermo, pero todos tuvieron que ser misericordiosos: el oficial con su fe, la comunidad con su servicio y Jesús con su presencia y su palabra.
Pidamos al Señor que personalmente nos preocupemos por los enfermos y seamos misericordiosos con ellos. Demos gracias a Dios por el servicio que realizan los ministros de los enfermos en nuestras comunidades. Oremos para que nuestros barrios, colonias y ranchos sean comunidades misericordiosas con sus miembros enfermos. Preparémonos a recibir sacramentalmente a Jesús para que, unidos a Él, vayamos a atender a las personas enfermas o ancianas.
29 de mayo de 2016