Homilía para el 25º domingo ordinario 2021

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Teniendo en cuenta los textos bíblicos que acabamos de escuchar, y que nos disponen para recibir a Jesús en la Comunión, podemos decir que es frecuente que el proyecto y estilo de vida de los bautizados no coinciden con el de Jesús.

Proyectos diferentes

Textos: Sb 2, 12. 17-20; St 3, 16-4, 3; Mc 9, 30-37

Teniendo en cuenta los textos bíblicos que acabamos de escuchar, y que nos disponen para recibir a Jesús en la Comunión, podemos decir que es frecuente que el proyecto y estilo de vida de los bautizados no coinciden con el de Jesús. Recordemos que, al presentar a sus hijos para el Bautismo, los papás y padrinos se comprometen a educarlos en la fe, es decir, a acercarlos a Jesús y enseñarles a pensar y vivir como Él; y momentos antes de recibir la Confirmación, los adolescentes y jóvenes se comprometen a seguirlo con fidelidad.

San Marcos nos narra que, mientras Jesús hablaba a sus discípulos de su pasión, muerte y resurrección, ellos discutían sobre quién era el más importante en el grupo. La tendencia humana es acomodarse a lo mejor, a estar arriba de los demás, a buscar lo más fácil y lo que menos esfuerzo cueste realizar en la vida. Pero, como dice Santiago, donde aparecen las envidias y rivalidades, ahí se da el desorden y todo tipo de malas obras. Cuando se tienen como proyecto en la vida la grandeza, los bienes, el poder, se hace todo lo posible por conseguirlos, y se pasa por encima de los demás sin compasión, se destruye la naturaleza hasta exprimirla, se vive sin tener en cuenta a Dios.

El proyecto de Jesús, al que tenemos que acomodarnos todos sus discípulos y discípulas, va por otro rumbo: no el de la grandeza, el poder, la destrucción, sino por el servicio a todos y la entrega total de la vida. Fue lo que les ofreció a los Doce al anunciarles por segunda vez su muerte y resurrección. Con otras palabras, les dijo que le iba a pasar lo que describe el texto del libro de la Sabiduría sobre el justo: iba a ser sometido a la humillación y a la tortura, y a ser condenado a muerte, porque con su testimonio de vida, molesta, denuncia injusticias, no se une al proyecto de los opresores del pueblo. Fue lo que le pasó a Jesús.

Por eso, ya en casa les dijo que, si querían ser los primeros, tenían que hacerse los últimos de todos y ponerse a servir a todos. Las discusiones y búsquedas de los discípulos y discípulas de Jesús no tienen que ser sobre quién es el más importante, sino sobre quién está entregando su vida, haciéndose servidor de todos. A nosotros esto nos viene por ser bautizados, puesto que, al recibir el Bautismo, también recibimos la vida, la misión y el estilo de vida de Jesús; nos viene por la Comunión, porque, al comulgar, nos unimos a Jesús en su compromiso; nos viene por la Confirmación, porque antes de recibirla expresamos el deseo de vivir como Jesús, asistidos por su Espíritu. ¿Cómo andamos en esto?

Para remachar su enseñanza, Jesús puso en medio de ellos a un niño, a un pequeño, a uno que no contaba en la vida de la sociedad, y les dijo que había que acoger a los pequeños, a los pobres, a los descartados —con los que Él se identifica— y ponerlos en el centro de la comunidad, para servirlos. En esto precisamente tenemos que mostrar que somos discípulos de Jesús, para que nuestros proyectos personales y comunitarios de vida coincidan con el de Jesús. Nos falta trabajar muchísimo en nuestras familias y barrios, en nuestra comunidad parroquial, para que esto sea una realidad.

Que la recepción de Jesús en la Comunión nos impulse a servir a todos, como Él.

19 de septiembre de 2021

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