Homilía para el 14º domingo ordinario 2014
Las cargas de la vida
En este domingo escuchamos una oración y una invitación de Jesús que nos comprometen. Él agradeció a su Padre que su persona, su vida y su mensaje estaban siendo recibidos y entendidos por la gente sencilla. Con la Eucaristía dominical nos unimos a esa acción de gracias de Jesús y le pedimos a Dios que también estemos entre esta gente sencilla. Luego hizo a invitación a los fatigados y agobiados por la carga a ir hacia Él, con la promesa de que recibirían el alivio.
Las cargas de la vida
Textos: Zc 9, 9-10; Rm 8, 9. 11-13; Mt 11, 25-30.
En este domingo escuchamos una oración y una invitación de Jesús que nos comprometen. Él agradeció a su Padre que su persona, su vida y su mensaje estaban siendo recibidos y entendidos por la gente sencilla. Con la Eucaristía dominical nos unimos a esa acción de gracias de Jesús y le pedimos a Dios que también estemos entre esta gente sencilla. Luego hizo a invitación a los fatigados y agobiados por la carga a ir hacia Él, con la promesa de que recibirían el alivio.
En la vida tenemos muchas cargas. Unas las llevamos por ser vivientes: enfermedades, accidentes, ancianidad; otras son por nuestra condición humana: el modo de ser, las limitaciones, los errores; otras las recibimos de nuestra familia y comunidad, como la violencia, las desavenencias, la droga y el alcohol; otras nos llegan por la estructuración tan desigual de la sociedad: la riqueza desmedida de unos cuantos y la pobreza creciente en que vive la gran mayoría.
De unas cargas somos responsables y de otras no, pero todas las portamos sobre nuestras espaldas. Jesús nos invita a ir hacia Él llevando la pesadez de esas cargas para darnos alivio. Es la invitación a la confianza en Jesús. Él también soportó estas cargas y otras más, como la de la ley aplicada por los escribas y fariseos que, además, no comprendían lo que Jesús decía y hacía –no eran gente sencilla sino sabios y entendidos, pero cerrados a la propuesta del Reino–.
Lo que nos tiene que preocupar es que a veces nosotros nos convertimos en carga para los demás o les echamos encima situaciones de las que no tienen necesidad. De esas sí somos responsables; y revisando nuestra vida podemos encontrar varias de ellas. Pensemos un poco… desprecios, ofensas, falsos levantados, golpes, abusos, venganzas, resentimientos, negar la palabra o voltear la cara, tranzas; también las injusticias, el salario retenido, trabajos no pagados…
Más preocupación nos tiene que dar por estas u otras cargas, si tenemos en cuenta que somos bautizados. Por el Bautismo somos otros cristos y, al igual que Él, tendríamos que dar alivio a quienes sufren, reintegrar a los excluidos por la sociedad, vivir la solidaridad con los pobres y entre pobres. Jesús hizo esto porque era manso y humilde de corazón. Como otros cristos, debemos ser mansos y humildes de corazón para ser sensibles ante las cargas de otros y aliviarlas.
Aquí es donde viene el compromiso para nosotros. Trabajar en nuestra persona para vivir la mansedumbre y la humildad; esto implica el proceso de conversión, teniendo como referente a Jesús. Él es el rey justo y humilde que anunció el profeta Zacarías, él es el que vino para desaparecer las guerras y los combates entre países, para eliminar la violencia entre personas y grupos, para anunciar y hacer presente la paz en el mundo. Aunque eso le costó la muerte.
Hay, además, una invitación de san Pablo en el texto de la Carta a los Romanos que se proclamó. Nos invita a librarnos de los desórdenes egoístas existentes en nuestro corazón para llenarnos del orden que viene del Espíritu de Dios, Espíritu que habita en nosotros desde el Bautismo. Nos invita a que no tengamos como regla de conducta a ese desorden egoísta porque nos hace echar cargas sobre los demás, buscando nuestros propios beneficios o bienestar.
Hoy nos encontraremos sacramentalmente con Jesús en la Comunión. Él se sigue uniendo a nosotros para dar alivio a nuestras cargas, pero también para que seamos mansos y humildes con los demás como Él. Ojalá que este alimento nos impulse a sostenernos con nuestras propias cargas y a alivianar las cargas que llevan las demás personas que viven a nuestro alrededor: en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la sociedad. Dispongámonos a recibirlo.
6 de julio de 2014
I was very active in the Music Department of PMHS dinrug my junior and senior years, way back in 1958-1960 when the high school building was brand new! Jim Green and Harold Wilde were the teachers then and I have many happy memories from that era. Music has been my lifetime career, thanks in part to both of those men.I am unable to attend the Alumni Banquet but am delighted to see that those who were in the performing arts will be highlighted. Have a great evening!