Homilía del Jueves Santo 2011

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Los amó hasta el extremo (Jn 13, 1). Con estas palabras san Juan expresa el profundo significado de lo que celebramos este Jueves Santo como Iglesia: la entrega total y definitiva de Jesús por nosotros, antes de su regreso al Padre. Esta celebración vespertina de la Cena del Señor nos compromete a sus discípulos y discípulas a repensar y renovar nuestro compromiso de servir a los demás, pues también, por el Bautismo, estamos llamados a vivir amando como Jesús.

Los amó hasta el extremo

Textos: Ex 12, 1-8. 11-14; 1Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15.

"Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde"

Los amó hasta el extremo (Jn 13, 1). Con estas palabras san Juan expresa el profundo significado de lo que celebramos este Jueves Santo como Iglesia: la entrega total y definitiva de Jesús por nosotros, antes de su regreso al Padre. Esta celebración vespertina de la Cena del Señor nos compromete a sus discípulos y discípulas a repensar y renovar nuestro compromiso de servir a los demás, pues también, por el Bautismo, estamos llamados a vivir amando como Jesús.

Jesús amó a los suyos, que estaban en el mundo (Id.), dice el evangelista. Amar es entregarse totalmente, poner la propia persona para los demás, darse para el bien de todos y todas sin poner condiciones. Lo único que mueve a darse, a entregarse, es el amor. No hay más. Jesús lo había estado haciendo a lo largo de su vida, especialmente los últimos tres años. No hizo otra cosa que ver por el bien de los demás, aunque por eso fue criticado, perseguido, condenado.

Ahora dice san Juan que amó hasta el extremo. Es decir, no podía hacer ya más. El amor de Jesús por sus discípulos fue total: dio su propia vida. Esta entrega la inició de manera definitiva en la Última Cena. Ahí lavó los pies de sus discípulos, luego se dio en el Pan y el Vino y, finalmente, en la cruz derramó hasta la última gota de sangre y agua. Él nos pide que cada una de estas acciones definitivas de entrega las realicemos igualmente sus discípulos y discípulas.

Después de lavar los pies a sus amigos, algo que hacían solamente los esclavos extranjeros, pide que nosotros también asumamos esta condición, es decir, que seamos servidores de todos en la comunidad y esclavos de todos entre los hermanos: “si yo […] les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros (v. 14). Esto supone una opción de vida. Decidirse a hacer de la propia vida un permanente servicio es algo que se asume por amor.

Quien no ama no es capaz de servir, quien no vive el servicio no sabe amar, quien quiere y busca ser servido no tiene amor. Quien diseña su vida de esta manera está muy lejos de ser discípulo de Jesús, porque no vive como Él. Al lavar los pies de sus discípulos, Jesús pone la base para el siguiente paso en su entrega. Servir es la condición indispensable para tener parte con Jesús y, por lo mismo, para celebrar la Eucaristía. Así hizo el Señor aquella noche.

Después de su entrega de servicio lavándoles los pies, Jesús, con el pan en las manos, dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes” (1Cor 11, 24). Y también con el cáliz expresa su entrega: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre” (v. 25). Jesús se entrega en el pan y el vino, da su Cuerpo y su Sangre; da su vida. Nos pide que hagamos lo mismo, o sea, que demos nuestra vida: “Hagan esto en memoria mía” (vv. 24. 25), dice las dos veces.

Si Jesús se entrega, no únicamente como alimento sino dando totalmente su vida en la cruz, lo hace por amor, porque ama hasta el extremo. No solo sirve día a día durante su ministerio predicando, curando, perdonando, expulsando demonios, resucitando muertos, etc., ni solamente sirve como esclavo lavando los pies, ni se queda en darse en el pan y el vino. Va más allá: hasta el extremo. Entrega su cuerpo para ser clavado en la cruz y ahí queda desangrado.

Mañana, Viernes Santo, celebraremos esta entrega de Jesús en la cruz. Hoy, al celebrar su entrega en la Última Cena renovamos nuestro compromiso de vivir en el amor, reconociendo que poco nos ponemos a servir a los demás, porque quizá no hemos hecho la opción por el amor. También lo tenemos que vivir hasta el extremo, pues nos ha dicho Jesús: “Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan” (Jn 13, 15).

21 de abril de 2011

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