Homilía de la Vigilia Pascual 2011

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Jesús les salió al encuentro (Mt 28, 9). María Magdalena y la otra María fueron a buscar a Jesús en el sepulcro, muerto. Pero, como nos dice san Mateo, Él salió vivo a encontrarlas. Acababan de recibir la noticia del ángel: “Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado” (vv. 5-6). Esta es la Buena Nueva para ellas, para sus discípulos, para los pobres, para los que tenían puesta su confianza en Él; pero es mala noticia para quienes apuestan por la muerte.

Jesús les salió al encuentro

Textos: Gn 1, 1-2 ,2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15, 1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15. 32-4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6, 3-11; Mt 28, 1-10.

«Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán» (Mt 28, 10)

Jesús les salió al encuentro (Mt 28, 9). María Magdalena y la otra María fueron a buscar a Jesús en el sepulcro, muerto. Pero, como nos dice san Mateo, Él salió vivo a encontrarlas. Acababan de recibir la noticia del ángel: “Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado” (vv. 5-6). Esta es la Buena Nueva para ellas, para sus discípulos, para los pobres, para los que tenían puesta su confianza en Él; pero es mala noticia para quienes apuestan por la muerte.

El fuego nuevo, bendecido y utilizado para encender el cirio pascual, es símbolo de la Buena Noticia de que Jesús de Nazaret, el crucificado, resucitó y está ahora en medio de la comunidad iluminándola. Es Él y no nosotros quien sale al encuentro, saluda, se deja abrazar, quita el miedo y envía a la misión. Las mujeres experimentaron su presencia, lo escucharon, lo abrazaron, dejaron sus temores y fueron enviadas como misioneras. Llevaban con ellas la luz y la alegría.

Jesús resucitado se deja encontrar. De modo especial en esta noche santa sale también a nuestro encuentro, después de haber recorrido con Él su camino, desde su entrada a Jerusalén hasta el sepulcro. Hoy está con nosotros resucitado para decirnos que la muerte no es la vencedora sino la vida, que el proyecto de Dios no termina en la cruz y el sepulcro sino en la resurrección, que no solo hay que seguirlo en su camino sino que tenemos que salir a la misión.

En esta noche varios niños recibirán el Bautismo y quienes ya estamos bautizados renovaremos nuestros compromisos bautismales. Los niños inician su camino de encuentro con Cristo resucitado; este es su primera experiencia de Jesús que sale a encontrarlos para quedarse en ellos. Sus papás y padrinos, su comunidad, los tienen que acompañar hasta lograr que se conviertan en misioneros como las mujeres. Los jóvenes y adultos seremos rociados con agua.

El agua bendita con que seremos rociados, es símbolo de la vida nueva, de la limpieza, de la regeneración, del corazón nuevo prometido por Dios para su pueblo. Nos renovamos interiormente para ir, como aquellas dos mujeres, a comunicar a los hermanos que el Señor quiere encontrarse con todos; o sea que renovamos nuestro compromiso de ser misioneros en la comunidad. Para esto es necesario unirnos a Jesús, que nos encuentra también en la Eucaristía.

23 de abril de 2011

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