El Platanar damnificado y olvidado
Ingrid y Manuel han sido de las tormentas más fuertes que han azotado poblaciones del sur del estado de Jalisco. Aquella madrugada del 15 de septiembre del 2013 la vida de muchos habitantes de poblaciones como Mazamitla, Tamazula o El Platanar cambiarían debido a los estragos que dejó el chubasco.
El Platanar, una de las poblaciones afectadas, aún sufre de los desastres que ocasionó el agua que bajó del cerro. Luz Castañeda, habitante de esa localidad municipio de Tuxpan, mencionó que el kínder quedó destrozado. Mientras los fotógrafos captan los juegos infantiles cubiertos por la tierra que bajó y las dos únicas aulas que tiene el jardín de niños que lucen abandonadas la señora Luz, de 34 años de edad, explicó que “las autoridades de educación no han dado respuestas acerca de qué es lo que se va a hacer para reparar la escuela”.
Ella es una de las que recienten las inundaciones de aquel septiembre del año pasado. Aunque menciona que la educadora del kínder pidió un espacio en la escuela primaria de la localidad dijo “queremos que nos ayuden a limpiar para ponerlo a funcionar (el kínder), pero todavía no nos dan ninguna respuesta” denunció, ya que esta pérdida afectó a 18 niños que tomaban clases en ese lugar.
Al caminar por las calles de esta pequeña población, que se encuentra a 31 kilómetros de Ciudad Guzmán por la carretera libre a la ciudad de Colima, aún se ve la marca de lodo que dejó el nivel del agua que bajó de los cerros que rodean a El Platanar.
“Dicen que el agua vino del volcán. Mi papá tiene una parcela allá arriba y se hizo un arroyo muy hondo. Nunca había sucedido eso, antes duraba lloviendo uno o dos meses y no se inundaba, ahora solo con dos días se vino el aguacero” mencionó Ramiro Vázquez, también habitante de El Platanar.
Los pobladores mencionan que cuando sucedió la tragedia las autoridades locales y estatales llegaron con despensas, con artículos para el hogar nuevos. “Nos dieron un refrigerador, una cama, una estufa y un comedorcito chiquito, fue lo que nos dieron y un sofá de esos chiquitos” mencionaron algunos de los afectados. Sin embargo las autoridades hicieron más promesas que hasta la fecha no han cumplido.
Algunas personas como el señor Heriberto Vázquez López, quien es agricultor, perdieron cosecha y semillas. Cuando trabajadores del gobierno del estado visitaron el lugar, dieron muchas respuestas, pero solo en ese momento, después abandonaron el lugar. “También perdimos sacos de semilla, de maíz, y luego cemento. Todo se fue. Le pregunte a los del gobierno de que si había modo de conseguir apoyo, nos dijeron que sí, que fuéramos a la SAGARPA, y fui y me anotaron, pero pues cuál. Tuve que verme yo encharcado para poder comprar de nuevo el abono” se lamentó el señor Heriberto.
Han pasado ya más de seis meses desde que cayó el aguacero que destruyó plantíos, casas y caminos, sin embargo los habitantes aún recuerdan que aquel día se escucharon fuertes estruendos, algunos creyeron que se trataba de camiones de carga pesada, o manadas de animales de campo. Nunca imaginaron que se trataba de un arroyo que venía del cerro y arrastraría buena parte de sus pertenencias.
Felipe de Jesús Rua Vázquez, presidente municipal de Tuxpan, Jalisco, a donde pertenece El Platanar, no ha sabido dar respuestas claras a la situación que viven los pobladores de aquella comunidad. Un ejemplo de ello es la situación de la señora Josefina Huerta de 69 años, quien vive en una de las orillas del pueblo, y por donde desembocó el agua que bajó del cerro. Su corral se llenó de piedras grandes y de tierra, además la corriente se llevó la cerca que tenía para delimitar su propiedad.
“Ya fui varias veces a la presidencia de Tuxpan para que me quiten ese pedregal de mi corral, y nomas me dicen, que va a venir una camioneta, y que es otro grupo al que le corresponde eso y nomas nada” mencionó mientras señala el montón de piedras que irrumpieron en su propiedad. Además ella vive sola con su marido quien está enfermo de la diabetes y no pueden realizar actividades de mucho esfuerzo por su edad y la enfermedad de su marido.
Los habitantes de esta población aún tienen la esperanza de que las autoridades competentes, de educación, de gobierno del estado, y del municipio, lleven a cabo acciones que ayuden a sanar aquella herida que se les abrió en septiembre del año pasado. Incluso mencionaron que algunas empresas privadas y agricultores se ofrecieron para apoyarlos, sin embargo los gobiernos no quisieron aceptar esa ayuda.