Tres cristales para analizar el Mundial

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Frente a la realización de uno de los eventos deportivos más relevantes del mundo, sólo superado por los Juegos Olímpicos, es necesario realizar una serie de reflexiones en torno al Mundial de Futbol desde una perspectiva crítica, que nos ayuden a comprender este fenómeno y que pongan en su justa dimensión lo que sucederá durante el mes de junio en Sudáfrica.

Frente a la realización de uno de los eventos deportivos más relevantes del mundo, sólo superado por los Juegos Olímpicos, es necesario realizar una serie de reflexiones en torno al Mundial de Futbol desde una perspectiva crítica, que nos ayuden a comprender este fenómeno y que pongan en su justa dimensión lo que sucederá durante el mes de junio en Sudáfrica.

Para ello proponemos analizar este acontecimiento desde tres ángulos: las implicaciones económicas del futbol; la relación entre la política y este deporte; y una reflexión del balompié desde la ética. Aunque los textos no agotan todos los ángulos posibles para mirar al futbol, creemos que pueden ser una vía de entrada para generar un proceso de discernimiento que ayude a explicar este fenómeno social.

El futbol es un negocio mundial

Por Oscar Molgado

El futbol no sólo es el deporte más popular sobre la faz de la tierra al ser capaz de convocar a miles de personas en un estadio o de tener a millones frente a un televisor; también es uno de los negocios más rentables a nivel global: su poder de penetración es tal, que por ello ocurren las transacciones millonarias, los contratos estratosféricos y una innumerable cantidad de patrocinadores invierten sumas impensables en este deporte.

Un claro ejemplo se vivió el pasado verano cuando el Club Real Madrid de España pagó 120 millones de dólares por hacerse de los servicios de Cristiano Ronaldo, jugador portugués. Esta cifra récord equivale al salario mínimo de 84 mil 324 trabajadores del Sur de Jalisco durante un año.

En unos días comenzará en Sudáfrica el campeonato mundial de futbol, un evento multimillonario que se jugará en el continente con mayor índice de pobreza en el planeta, en el que 60 por ciento de sus mil millones de habitantes vive con menos de dos dólares al día y que además padece fuertes problemas de salud: 23 millones de personas viven contagiados de VIH/SIDA, y de ellos mueren 1.3 millones cada año.

Sudáfrica, donde rodará el balón
Cuando el 15 de mayo de 2004 la FIFA dio a conocer que Sudáfrica sería la sede del Mundial de futbol en 2010, el gremio futbolístico se preguntó por los argumentos que daba el país africano para asumir tal responsabilidad. Las respuestas fueron contundentes: es la nación que posee los mejores estadios de África; sus medios de comunicación constituyen un sector económico altamente desarrollado; el país cuenta con un firme respaldo comercial de empresas internacionales; y por si fuera poco, es la economía más próspera del continente y es la única nación africana que pertenece al G20.

Inicialmente Sudáfrica destinó mil 100 millones de dólares para remodelar seis estadios y construir cuatro más, anunció que invertiría 115 millones de dólares en seguridad, se ocupó de mejorar sus carreteras, su servicio de transporte y su hotelería; sin embargo, esa cantidad fue insuficiente por lo que la inversión creció hasta los cinco mil millones de dólares para cubrir estos rubros, dejando a Sudáfrica con un déficit de tres mil 300 millones de dólares, mismos que planean recuperar con los derechos de transmisión de televisión valuados en tres mil millones de dólares. Con esto, la nación africana perdería sólo 300 millones de dólares.

Sin embargo también esperan que las empresas locales ganen. Se estima que cerca de medio millón de turistas visiten la sede mundialista, mismos que generarán ingresos por mil 770 millones de dólares, esto creará un impacto económico de 325 millones de dólares, es decir, la economía sudafricana tendrá ingresos adicionales y un crecimiento en su Producto Interno Bruto (PIB).

Declaraciones del director financiero de FIFA, Maskus Kattner, revelan que el organismo aumentó sus ingresos de 957 a mil 59 millones de dólares en la justa veraniega, la mayor parte de este dinero proveniente de contratos de patrocinio (125 millones de dólares cuesta ser patrocinador oficial) y derechos de trasmisión de los partidos.

Por eso la FIFA decidió aumentar la dotación económica entre las selecciones nacionales que participan en un 61% respecto al Mundial anterior, gastando así 400 millones de dólares en total, de los cuales 40 millones serán para los clubes que aporten jugadores a cualquier selección nacional.

El negocio de las marcas

El Mundial está por comenzar y es importante identificar cómo los patrones de consumo de un aficionado son modificados en beneficio de ciertas empresas que se enriquecen con el evento deportivo, por ejemplo, habrá quien se compre un televisor o contrate algún sistema de televisión de paga. Habrá quien se compre la playera de su selección nacional favorita. Una vez iniciado el campeonato, la atención televisiva crecerá, favoreciendo a los anunciantes más frecuentes de los canales locales. Antes, durante y después de cada partido, el aficionado buscará abastecimiento en distintos establecimientos de botanas y bebidas, generando así importantes ganancias para las empresas que ofrecen esos productos.

En el caso del fabricante de ropa deportiva Adidas, reporta 320 millones de dólares en ganancias en apenas el primer trimestre del año, superando sus propias expectativas. A partir de esto prevén que una vez finalizado el Mundial sus ventas superen los 578 millones de dólares. En el caso de Martí, la tienda deportiva más importante del país, prevé que sus ganancias alcanzarán los 3.5 millones de dólares solamente en artículos relacionados con el Mundial y la selección mexicana, cabe mencionar que la playera de juego de México es la cuarta más vendida, sólo debajo de Alemania, España y Argentina.

En el caso de las bebidas, Grupo Modelo, dueño de diversas marcas de cerveza, reporta ganancias que hasta el momento superan los 194 millones de dólares. Para Coca Cola las cifras son más optimistas, ya que sus ganancias en el primer trimestre ascienden a mil 610 millones de dólares, cifra que supera el total de las remesas enviadas a nuestro país en enero de 2010.

Un caso muy peculiar es Bimbo, empresa con presencia en Estados Unidos, China y Latinoamérica, que ha apostado al futbol como su principal arma publicitaria ya que patrocina los dos equipos más populares del país: Chivas y América; además, en México ha saturado los medios de comunicación con publicidad relacionada con el Mundial de futbol y la selección mexicana. Esto le ha permitido obtener ventas por dos mil millones de dólares, cifra que duplica la facturación de FIFA por la organización del propio Mundial de futbol.

Dentro del gran negocio que representa el balompié, los consorcios televisivos se erigen como grandes beneficiarios comerciales de la Copa del Mundo. Su margen de utilidad es tan amplia que no escatima en satisfacer las voraces peticiones de FIFA en cuanto a precios para cederles derechos de transmisión de los partidos.

Univisión, la empresa líder de medios de comunicación en español en Estados Unidos, compró los derechos de Estados Unidos y Puerto Rico en 325 millones de dólares por los mundiales 2006, 2010 y 2014; sin embargo, tan sólo durante el Mundial de Alemania en 2006, esta misma cadena reportó ganancias de 180 millones de dólares.

En México, para el Mundial sudafricano, Televisa registra mil 370 millones de dólares en preventa de pautas publicitarias para su segmento de televisión abierta; mientras que TV Azteca registra 355 millones de dólares, esto sin contar los ingresos por televisión de paga e Internet.

La suma de las ganancias de las tres televisoras mencionadas da la cifra de dos mil 50 millones de dólares, dinero con el que se podrían comprar 63 mil 500 millones de canastas básicas en México, suficiente para matizar las angustias de 18.2 millones de personas en pobreza alimentaria que existen en nuestro país.

Numeralia mundialista
En cuanto a la distribución del resto de la dotación presupuestaria prevista por la FIFA:
30 mdd serán para el campeón
24 mdd para el subcampeón
20 mdd para el tercer clasificado
18 mdd para el cuarto
14 mdd del quinto al octavo
9 mdd del octavo al dieciseisavo
8 mdd las que no superen la primer fase

Política y futbol, una mala combinación

Por Jorge Rocha

La innegable penetración social del futbol ha hecho de este deporte un apetitoso espacio para la clase política mundial. Ya en el segundo Mundial realizado en Italia en 1934, Benito Mousollini se convirtió en el gran protagonista de aquella gesta mundialista, y le dio el primer título a su país natal. Las cosas no han cambiado mucho desde aquel tiempo hasta nuestros días. Por lo menos podemos visualizar dos grandes formas como la política y el futbol continúan asociándose. En primer lugar muchos gobiernos locales tienen como política pública de facto, el apoyo a los clubes de sus localidades, que luego se traduce en actos propagandísticos de su gestión, sobre todo en campañas electorales y en el mantenimiento de su espacio de “esparcimiento” de sus ciudadanos; y la segunda forma de asociación, implica que los gobiernos se hacen de la “vista gorda” y permiten que adentro del futbol exista un estado de excepción de hecho, que se encamina a nulificar los derechos humanos y laborales, sobre todo de los futbolistas. A continuación se desarrolla cada una de estas formas que proporcionan a ambas instancias un mutuo beneficio.

En México algunos gobiernos estatales han invertido dinero público en clubes de futbol, y por lo menos hay tres hechos que sobresalen y que muestran la forma de proceder en este delicado asunto. El primer caso son los Jaguares de Chiapas. Es sabido por muchos que el principal promotor de que este equipo existiera fue el ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía. Frente al escenario de conflicto bélico que sigue existiendo en aquella entidad, una de las apuestas gubernamentales para generar otra forma de ver a Chiapas, fue contar con un equipo de futbol de Primera División. Para la clase política no era adecuado que la imagen de este estado sureño estuviera concentrada en los pasamontañas y los indígenas, necesitaban generar otros imaginarios que dieran identidad al estado, y para ello crearon a los Jaguares de Chiapas y empezaron a impulsar la creación de una nueva afición. Desde los inicios de este Club hasta hace unos días, los Jaguares eran sostenidos fundamentalmente por el Gobierno de Chiapas, que ahora pasaron a manos de TV Azteca. Primero les crearon el negocio con dinero público y ahora lo venden como un negocio consolidado a una cadena televisiva.

El segundo caso son los Tiburones Rojos del Veracruz, donde el gobierno estatal de Fidel Herrera ha invertido dinero público también. Se han contratado a grandes figuras del balompié nacional, que además de jugar futbol, han apoyado campañas políticas. La obsesión de Herrera de que el Veracruz volviera a la Primera División del futbol nacional, se convirtió en una política pública de facto en aquella entidad, sobre todo en el escenario de capitalizar políticamente a una de las aficiones con más tradición en México y teniendo en cuenta que el estado de Veracruz es uno de los bastiones electorales del Partido Revolucionario Institucional.

El equipo Puebla también fue intervenido y apoyado por el gobernador Mario Marín. En la crisis más severa del equipo provocada por la disputa por el control del Club entre sus accionistas, fue el gobernador de Puebla quien apoyó a jugadores y cuerpo técnico. En esos días aciagos para el equipo, José Luis Sánchez Solá, el polémico entrenador del equipo de la franja, dio las gracias públicamente al ejecutivo del Estado al considerar que sólo él había salido en defensa de sus jugadores en esa situación difícil. El “Chelis” termino diciendo que su único jefe era el “Gober Precioso”.
Se han documentado otras situaciones al respecto, por ejemplo la inversión que hizo el gobierno de Aguascalientes para que el Necaxa cambiara su sede a aquella ciudad, o en el estado de Jalisco, Emilio González Márquez se convirtió en el principal anunciante del Club Atlas y ahora, quiere invertir en el nodo vial que se necesita para ingresar al nuevo estadio del Club Guadalajara, obra que se le había exigido al dueño de las Chivas Jorge Vergara, para poder inaugurar el inmueble.

En el ámbito internacional también podemos apreciar casos similares, por ejemplo el Silvio Berlusconi quien es el actual primer ministro italiano, empresario y dueño de la principal cadena televisiva de Italia y que hace algunos años compró al equipo AC Milán, donde ha invertido en fichajes millonarios que lo han llevado a lograr ganar la Liga de Campeones de Europa y el torneo italiano. El caso de este político ejemplifica la forma en como una empresa televisiva, la política y el futbol se combinan.

Derechos de los futbolistas

El segundo tópico a tratar se refiere a que dentro del negocio del futbol, por lo menos en México, se mantiene un estado de excepción donde los derechos humanos y laborales de los futbolistas son diariamente conculcados. Es cierto que hay jugadores (son los menos) que ganan sumas estratosféricas por su trabajo, sin embargo, el derecho de contratarse con quien ellos quieran, el derecho de asociación en sindicatos, el derecho de libertad de expresión para opinar sobre asuntos públicos y los referidos a su trabajo, son algunas de las formas como se violan los derechos humanos y laborales de los profesionales de este deporte. El llamado “Draft” de jugadores o el “pacto de caballeros” entre los directivos y dueños de los equipos de este país son procesos que contravienen los derechos laborales estipulados en la Ley Federal del Trabajo. Estas situaciones en sí mismas son preocupantes, pero si a esto añadimos el silencio cómplice y la inacción gubernamental que permite que estos problemas sigan existiendo, tenemos una combinación que genera efectos muy graves. Recordemos que cuando un gobierno no obliga a que actores sociales de un país respeten la ley, estamos hablando de omisiones que pueden considerarse violaciones a los derechos humanos.

En esta relación de mutuo beneficio entre políticos y los dueños del futbol, son los ciudadanos y los futbolistas quienes ven lastimados sus derechos, ya sea porque no se respetan, o porque los recursos que tendrían que utilizarse para obras sociales, terminan engrosando las ganancias de muy pocos.

Donde no hay Fair Play

Por Carlos Efrén Rangel

Sudar la gota gorda con la ilusión del triunfo. Consagrarse por patear un balón al ángulo que dé alegría a millones de seguidores. Jugar en equipo para sobreponerse a las adversidades. Sentirse parte de un grupo que juega elegante, bonito y limpio, con amor a la camiseta. Los anteriores, son argumentos que se mencionan con mucha frecuencia cuando se habla de futbol organizado.
Las reglas del juego están teóricamente presentes en cada partido regido bajo los lineamientos de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), pues lo primero que se hace es escuchar el himno al Fair play (Juego limpio). Esa idea engloba, en el ideario, a la honestidad, el esfuerzo, la ética.

Esos valores futboleros son apropiados por millones de aficionados alrededor del mundo. Forman grupos cuyos objetivos son apoyar a los equipos que defienden los ideales materializados en colores. La cara pintada de un color y no de otro, la camiseta que se porta con orgullo y la bandera que se ondea con gallardía, son la representación de los valores que los equipos dicen enarbolar, de los grupos o países que representan.

El patriotismo está presente y se vende como cualquier otro producto. «Llegó el momento esperado por todos, el momento de no mirar para atrás y caminar para adelante, de ser un equipo, de once en la cancha y millones en la banca (…) no luchamos por la gloria de once sino de millones de mexicanos. Es tiempo de que se enchine la piel y convencernos que sí se puede, llegó el momento de gritar: vamos México», dice en un comercial de televisión el técnico de la selección mexicana Javier Aguirre.

Juego sucio, juego feo
Aunque hay espacios en que el futbol es inmune a los intereses políticos y económicos, en la práctica institucionalizada de balompié el valor humano está lejos del valor comercial y político. Los Mundiales de futbol han sido escenarios donde la ética del deporte es vulnerada por las necesidades del poder y los negocios.

El Mundial que se celebró en Inglaterra en 1966 estuvo lleno de polémicas. La FIFA la presidía el inglés Stanley Rous. Ese Mundial se recuerda porque fue el último del mítico arquero mexicano “Tota” Carvajal, también porque los defensas cocieron a patadas a Pelé con la complacencia de los árbitros y porque la final la ganó Inglaterra en uno de los mayores robos de la historia del fútbol.

Al estadio Wembley, en Londres, asistió la Reina Isabel. No gritó como todos los demás fanáticos. Pero también aplaudió el tercer gol de su equipo. Fue en tiempo extra, pues habían quedado empatados con Alemania. Ese tercer gol fue decisivo: Hurst conectó un disparo que pegó en el larguero de la portería alemana y después botó en la línea. Todo mundo lo vio, menos el árbitro que decretó el gol. A partir de ahí los alemanes ya no pudieron sobreponerse. La reina y el presidente de la FIFA festejaron en su estadio el único campeonato que tienen, los que según la historia, inventaron el fútbol.

Años más tarde se daría un nuevo episodio de futbol sucio. En Argentina se juntaron dos matones. Fue en 1978. En el país del tango gobernaba el dictador militar Jorge Rafael Videla, y para demostrar al mundo la fortaleza de su gobierno organizó el undécimo Campeonato Mundial de Futbol. Así pretendía borrar de la opinión pública las desapariciones de jóvenes que eran torturados y tirados al mar por ser opositores a su régimen. Quería que los gritos de gol callaran el llanto de las madres de la Plaza de Mayo, que pedían justicia por la desaparición y asesinato de sus hijos. Argentina era gobernada por un asesino. El centro delantero de la selección albiceleste era apodado “Matador”, Mario Alberto Kempes. Él mataba los balones al mandarlos con mucha frecuencia al fondo de la red.

La selección local llegó a la final luego de un misterioso partido previo. Era la semifinal. El partido de Brasil fue programado antes para que Argentina tuviera la certeza de que si no goleaba a Perú no llegaría a la final. Previo al partido entre peruanos y argentinos, el mismo dictador Videla se apersonó en el vestuario andino. Perú perdió por goliza, con una camiseta no tradicional, pues su técnico pidió que esa prenda no pasara “la más grande vergüenza”.

Estados Unidos descongeló una línea de crédito para Perú y Argentina donó millones de toneladas de harina a ese país.

La final fue entre holandeses y argentinos. Los goles de Kempes ganaron el partido y los holandeses no saludaron a las autoridades militares.

Hace doce años el futbol convulsionó luego de pasar muchas horas matando el aburrimiento de la concentración en la práctica de videojuegos. Fue el Mundial de 1998 en Francia. La gran figura del certamen fue el brasileño Ronaldo, hasta ahora máximo anotador en la historia de los mundiales, pero la final la jugó en calidad de bulto.

Los franceses se enfrentaron a diez brasileños, pues Ronaldo, con la mirada vidriosa y perdida deambuló por el terreno de juego. Después se supo que la multinacional Nike, obligó a la selección a alinear a su máximo modelo vendedor de playeras, a pesar de que la noche previa había convulsionado. No hubo consideraciones para la vida de una persona. Era la estrella y no tenerlo en la cancha costaría millones.

El francés Zidane anotó dos de los tres goles con los que los galos se alzaron con el triunfo. Pero la gran sombra se posó sobre la verdad del triunfo cuando la gran estrella brasileña no se parecía en nada, al del resto del torneo. Entonces el mundo se preguntó: ¿por qué jugó Ronaldo si estaba enfermo?

Marcar un gol que haga campeón a una selección es el sueño de millones de personas. Significa ser recordado por muchas generaciones y ser el autor de alegrías e inspiraciones gracias a un juego que presume honor. Pero en la historia de los mundiales organizados por la FIFA abundan las pelotas empujadas a la meta por manos ensangrentadas, corruptas y explotadoras.

Algunas conclusiones

Los que ya ganaron en el Mundial de Sudáfrica (antes de jugar cualquier partido), son la FIFA y las grandes capitales que inundarán las pantallas de televisión durante todo el mes de junio. Seguramente los merolicos de las cadenas televisivas exaltarán los sentimientos nacionalistas e intentarán proponernos que pasar al “quinto partido” es un objetivo de carácter nacional; y de no ser así, seremos presa de una frustración colectiva.

No es así. El Mundial es un evento deportivo que vale la pena disfrutarse, pero sabiendo las implicaciones que tiene y que en este trabajo hemos tratado de desarrollar. No está en juego nada importante y más bien habría que seguir resaltando el carácter lúdico de este deporte, sin dejarnos llevar por la mercadotecnia que está atrás de este gran negocio y sobre todo, no dejándonos distraer de las agendas nacionales y locales que realmente nos afectan e interesan.

Cuando logremos que el futbol adquiera su justa dimensión, lo estaremos humanizando y no será el objeto del deseo de los grandes capitales o de la clase política. Será un juego, sólo un juego.

Publicación en Impreso

Número de Edición: 102
Sección de Impreso: Dichos y Hechos

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