Su testimonio vale más que mil palabras

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Desde que inició su pontificado, el Papa Francisco no deja de sorprendernos con sus gestos, actitudes y palabras. El Papa Francisco quiere dejar claro desde el principio cómo entiende y pretende guiar la Iglesia encomendada a su pastoreo. Vamos a retomar algunos de sus gestos y palabras más significativos.

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Al asomarse al balcón de la basílica de San Pedro el día de su elección como sucesor de San Pedro y dirigir unas breves palabras a la multitud ahí reunida, sorprendió que el Papa pidiera la bendición al pueblo y se inclinara para recibirla. En realidad pidió al pueblo rogara a Dios que lo bendijera, pero el gesto fue muy elocuente al inclinarse él para recibir la bendición del mismo pueblo.

También llamó la atención que se presentara como obispo de Roma y revestido sólo con la sotana blanca. En sus palabras insistió en el diálogo entre el obispo y el pueblo, y el pueblo con el obispo. En efecto, él es primero obispo de Roma y por ser sucesor de San Pedro, preside la comunión de todas las Iglesias. Así lo entiende el Papa.

Uno de los gestos que más ha impactado fue el que realizó el Jueves Santo. En vez de ir a celebrar la Cena del Señor y el Lavatorio de los pies a San Juan de Letrán, la catedral-basílica que le pertenece como obispo de Roma, prefirió ir a una cárcel para menores, situada en un poblado fuera de Roma y ahí lavó los pies a doce reclusos, entre los que se encontraban dos mujeres, una por cierto musulmana. Este gesto de ir a los últimos, a los presos y lavarles los pies, incluyendo a dos mujeres, revela el corazón del Papa de estar con los pequeños, con los pobres, amados de Jesús.

Hay otros detalles que son grandes por su significado: ir a pagar personalmente la cuenta del hospedaje donde se albergó cuando estuvo en Roma, previo al Cónclave; llamar por teléfono al puesto de revistas de Buenos Aires para decirles que ya no iba a recoger sus revistas y periódicos, viajar junto con los cardenales en el autobús de la Basílica de San Pedro a la residencia Santa Marta donde estaban hospedados los cardenales antes de su elección como Papa.

Ahora, para el gobierno de la Iglesia, y dados tantos problemas que la aquejan, ha tomado una decisión que abre mucha esperanza y da mucha luz para el futuro de la Iglesia. El Papa Francisco ha nombrado a un grupo de ocho cardenales consultores que le ayuden en el gobierno de la Iglesia. Ellos son representativos de los cinco continentes y van a ser coordinados por el cardenal Oscar Maradiaga de Honduras.

Pero, además, los cardenales elegidos son pastores en sus respectivas Iglesias diocesanas. Y esto es muy importante, porque sabrán aconsejar desde su visión de pastores lo que más conviene para el futuro de la Iglesia. Este nombramiento abre la posibilidad de participación de la Iglesias de los cinco continentes. También responde a lo acordado en el Concilio Vaticano II: la colegialidad. Es decir, que el Papa gobierne junto con los obispos y no él sólo. El preside y tiene la última palabra, pero nunca lo debe hacer sin los obispos.

En cuanto a sus palabras, rescato un par de aportes. En la Misa Crismal pidió a un gran número de sacerdotes y obispos que fueran “pastores con olor a oveja”. En el discurso a los cardenales, previo al Cónclave, afirmó que la Iglesia “está llamada a salir de sí hacia las periferias, no sólo geográficas, sino existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia…las de toda miseria”.

Y también expresó con gran entusiasmo el 16 de marzo ante 180 representantes de los medios de comunicación: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”. Esta fue la opción de Jesús, retomada por los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín en 1968 y que se ha repetido a los largo de los años, sobre todo en las Comunidades Eclesiales de Base y en la Teología de la Liberación. Ahora vuelve a sonar en los labios del sucesor del apóstol Pedro. Este era el anhelo expresado por el Papa Juan XXIII antes del Concilio Vaticano II. Que la Iglesia debería ser de todos, principalmente de los pobres.

Por estos breves rasgos del Papa Francisco y por su sencillez y austeridad que han cautivado a muchos católicos en todo el mundo, cabe esperar una aurora de esperanza para la Iglesia. El Papa quiere imprimir un sello a toda la Iglesia, volver a ser una Iglesia sencilla que esté al servicio de la humanidad. Como escribe Leonardo Boff, el Papa Francisco es ante todo un pastor, no un teólogo; quiere que su testimonio vaya por delante. Pero su testimonio vale más que mil palabras.
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Publicación en Impreso

Edición: 128
Sección: Ventana desde la fe
Autor: P. Juan Manuel Hurtado

1 pensamiento sobre “Su testimonio vale más que mil palabras

  1. Respetable Pbro. Juan Manuel Hurtado. Disculpe padre: Podría hacer el favor de ampliar la información sobre el evento que habrá en Septiembre sobre Sr. San José? He visto anunciado solamente el tema en el pórtico de Catedral y ya que San José es el patrón de Zapotlán, creo que será un tema de interés para todo el pueblo y sur de Jalisco. Le agradezco de antemano su atención a esta petición. Atentamente. José Arcadio Legorreta C.

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