“Mucha agua bendita para pocos demonios”

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Dicen que con el agua bendita se alejan los demonios.

El Proyecto de Capacitación Laical (Procala) vio la luz en 1987. Surgió como respuesta a la necesidad de capacitación de laicos y laicas para mejorar su servicio evangelizador en las comunidades de la Diócesis de Ciudad Guzmán.

El jueves 2 de mayo se realizó en el Seminario Mayor un Encuentro Diocesano, convocado con la finalidad de animar este proyecto y de motivar a quienes reciben sus beneficios formativos.

Uno de los asistentes, Carlos Guillén Preciado, agente de pastoral desde 1985, nos comparte su vivencia. Para él, que ya ha participado en varios encuentros diocesanos, “fue un encuentro diferente a otros”, sobre todo por el contenido, que cayó como agua bendita sobre los participantes.

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Un encuentro de reflexión sobre la pobreza

Al preguntarle sobre el temario estudiado en esta ocasión, pues cada encuentro tiene un tema concreto, el entrevistado dijo: “Estudiamos sobre el tema de la pobreza. Casi, casi, sobre esto se basó la reunión”.

Se tocaron diferentes aspectos sobre la pobreza: sus rostros en México, lo que dice la Biblia, una de sus causas que es la idolatría del mercado; las alternativas ante este problema, que en la Diócesis se ha definido como estratégico.

Después de hacer una oración y de haberse presentado los participantes, Armando Pérez Serafín, agente de pastoral laico de la parroquia de Zapotiltic, hizo la primera ponencia, a la que tituló: “México: un país rico lleno de pobres”.

“La pobreza es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad de tener (…) los recursos para satisfacer las necesidades básicas humanas, que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas, tales como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria o el acceso al agua potable”: dijo el ponente. Y refiriéndose a nuestro país, enfatizó: “México no es un país pobre, sin embargo, el dinero está distribuido en muy pocas manos”. Y señaló que la causa de esta situación es “la mala administración de los recursos”.

Enseguida presentó algunos rasgos de la pobreza en México: la mala alimentación, la frágil salud, la dificultad para una buena atención médica, el desempleo, los ingresos insuficientes a los hogares, la insatisfacción de las necesidades básicas. Y habló de los rostros de la pobreza: “Madres solteras, drogadictos, prostitución, alcoholismo, narcomenudeo, sueldos bajos, desempleo, traga fuego, pluriempleo de la mujer, falta de oportunidades para estudiar de parte de los jóvenes, niños de la calle, indigentes, mujeres y niños trabajando en los invernaderos, falta de vivienda”, entre otros.

Pérez Serafín dijo, además que esto incide en el crecimiento de la violencia, la drogadicción, el narcomenudeo, el trabajo forzado de las mujeres, la renta o venta de terrenos para los invernaderos.

Y dado que no solo el gobierno hace caso omiso a esta situación, sino también la Iglesia –y esto debe ser motivo de preocupación para los católicos–, Armando terminó planteando una interrogante: “Hermanos agentes de pastoral –dijo–, ¿qué cuentas vamos a darle a Dios cuando nos pregunte: ‘¿dónde está tu hermano?’”.

Un encuentro con mucha enseñanza

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Don Carlos Guillén reconoció que está en un proceso de conversión en su vida, pues antes de acercarse a las actividades de la Iglesia en los barrios del Santuario –a partir del terremoto de 1985– era “un tragacuras y le entraba al alcohol”. Él califica al encuentro de Procala como una reunión “con mucha enseñanza”.

Después de los rostros de la pobreza en México, los participantes en el encuentro recibieron algunas reflexiones bíblicas de iluminación. Éstas fueron compartidas por los padres J. Jesús Bernardino Reyes y Walter de Jesús De la Cruz Jiménez Hernández, vicario parroquial en el Santuario de Guadalupe en Ciudad Guzmán.

El P. Jesús, párroco de San Gabriel y coordinador del Equipo Diocesano de Procala en el trienio 2009-2012, antes de entrar en el tema bíblico recordó que “la Diócesis de Ciudad Guzmán, inspirada en las orientaciones del Concilio Vaticano II, ha hecho una opción preferencial por los pobres (1983), es decir, ha decidido poner a los pobres de nuestra Diócesis como centro de su labor pastoral y social”.

Luego presentó la pobreza como una realidad no querida por Dios, puesto que “creó el universo para todos y vio que todo era bueno”. Sin embargo, ante la existencia de pobres en Israel –señaló el P. Bernardino–, Dios ordena que “el deber del que posee es socorrer a los hermanos que realmente necesitan”. Y por otra parte, frente a las injusticias y al ver la realidad de los ricos que se apropian de lo que les pertenece a otros, Dios “envía a los profetas a la defensa de los más pobres”.

Por su parte, el P. Walter, antes de tocar el tema de la pobreza en el evangelio de san Lucas, afirmó que “en la Iglesia hemos pecado porque no conocemos la Escritura”. Y señaló la necesidad de estudiar bien y en su lógica los textos bíblicos. Este es precisamente uno de los servicios del Procala para los agentes de pastoral laicos.

El modelo de pobreza lo ofrece Jesús, tanto por su estilo de vida en la austeridad como en la predicación y vivencia de la solidaridad. Esto fue el centro de su misión, según explicó el vicario del Santuario guadalupano. El dinero y los bienes son para ponerlos al servicio de los pobres. A ellos se refiere Jesús, cuando explica la parábola del Buen Samaritano, quien usó su dinero, para solidarizarse con el caído en el camino. Lo mismo significa la expresión de que a Dios hay que amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Es decir, el dinero y los bienes son para dar culto a Dios poniéndolos al servicio de los pobres.

Hubo otra ponencia en el encuentro. Fue sobre “La idolatría del mercado” y estuvo a cargo del P. Juan Manuel Hurtado López, párroco de Cristo Rey en la Sede diocesana. Él resaltó la dinámica consumista, que conduce al desplazamiento de lo sagrado en la vida de las personas y a que en su lugar, se coloque al mercado y como Dios, se le idolatre. “Se da una sustitución: ahora en el lugar de Dios ha entrado el mercado con ayuda de la ciencia y del avance tecnológico”, señaló el p. Hurtado.

Y continuó: “Los nuevos altares son los bancos, el sacrificio es el hambre de los pueblos, la desnutrición, enfermedades perfectamente curables como el paludismo, la violencia, los ajustes estructurales de la economía de mercado, los recortes al gasto social. (…) A este nuevo ídolo se sacrifica todo: el tiempo, el bienestar, la familia, la moral, la política”.

Una consecuencia de esta dinámica es el crecimiento de la violencia. “Ésta se ha desbordado en el narcotráfico, las guerras, la violación sistemática de los derechos humanos, el maltrato a la ecología, el calentamiento global, el empobrecimiento”, afirmó el P. Juan Manuel. Y ante este escenario, “hay que construir la justicia y la igualdad, hacer una mesa compartida de los bienes materiales y culturales” concluyó.

Un encuentro muy evangelizador

“Todo esto estuvo muy evangelizador”. Así juzgó Don Carlos Guillén el encuentro en su conjunto. Esto nos dice que se buscó proyectar al proceso pastoral diocesano lo vivido durante esa mañana. La formación de los laicos no tiene el objetivo de que acumulen conocimientos, sino de que adquieran los elementos necesarios para mejorar su servicio a la comunidad.

Al hacer la valoración del encuentro, los participantes señalaron la necesidad de conocer más los Evangelios y de saberlos contextualizar para iluminar mejor la situación que vivimos. Dijeron que la fe se tiene que traducir en obras, de modo que no siga creciendo el olvido de los pobres. Ante el crecimiento de la dinámica del mercado y del ambiente consumista, es urgente no caer en esta dinámica y más bien, aprender a hacer el bien en la vivencia de la solidaridad, a cuidar y conservar el medio ambiente; a ser críticos ante los medios masivos de comunicación para no adorar los ídolos que ellos nos proponen.

Guillén Preciado, quien siendo miembro de la Guardia de Honor de Señor San José fue invitado a participar en el Procala, es consciente de que es compromiso transmitir a otros lo recibido en este y otros encuentros. “Ya de perdida empezar con mi familia y en mi hogar”, dijo.

El Procala necesita el impulso en las parroquias y en la Diócesis, de modo especial de parte de los sacerdotes. Ellos tienen esta responsabilidad como parte de su ministerio, pues están al servicio de la formación de los laicos para la evangelización. Además, Procala está asumido en el Cuarto Plan Diocesano, como una de las actividades contempladas en la prioridad de la formación integral.

Cuando se le preguntó cómo había estado el encuentro, el P. Ignacio Chávez Vaca, párroco de la Unión de Guadalupe respondió: “Mucha agua bendita para pocos demonios”. Los asistentes a este Encuentro Diocesano de Procala recibieron el agua bendita para irse, no huyendo como los demonios sino reanimados, a vivir el servicio en su comunidad, a colaborar en la misión. Fue mucha agua bendita por el contenido que se ofreció para tan pocos demonios, solamente hubo 25.

Publicación en Impreso

Edición: 128
Sección: Iglesia en Camino
Autor: P. Lorenzo Guzmán Jiménez

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