El camino del peregrino

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Unos van por manda, otros para pedir salud y bienestar, y la mayoría por fe y tradición. Sólo en marzo casi un millón de peregrinos visitan el pueblo de Talpa para renovar su fe. No importa si llegan a pie, en bicicleta o en autobús, lo importante es llevar sus peticiones a la Virgen del Rosario, la “Buena madre de todos” y patrona de la diócesis de Tepic desde 1948.

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El camino a Talpa es montañoso y sinuoso. En el día el sol cala, quema y agrieta los pies de peregrinos adultos, insola a los ancianos y a los más pequeños. Por las noches, el frío afecta a todos peregrinos, que en cada jornada aprietan el paso para llegar lo más pronto posible a la casa de la virgencita. El viento sopla y se arrecia entre más cerca se está de Talpa. Su caminar levanta un polvo amarillento que cubre los rostros y ropas de quienes caminan por veredas que en tramos zigzaguea a la carretera con prolongadas cimas y desfiladeros. Los encinos, pinos y ahuehuetes que dan sombra por las tardes y cobijo en las noches, son testigos mudos y guardianes de estos peregrinos, que en sus espaldas llevan su fe y su vida cargada de dolores y esperanzas.

El nombre de Talpa, Tlalliapan en la lengua náhuatl significa: “Lugar situado en la parte alta”. El pueblo está ubicado en un pequeño valle rodeado de cerros y montañas de la Sierra Madre Occidental donde chocan los vientos que vienen de la costa y la región valles de Jalisco. El clima es húmedo, con invierno y primavera secos. Una decena de ríos, cada vez menos caudalosos cruzan sus laderas y llanos.

Aunque no se tiene la fecha precisa del inicio de esta devoción, cronistas del municipio refieren que se remonta a la época prehispánica, pues argumentan que los pobladores de estas tierras adoraban a la deidad Cihuacoatl, “diosa de la tierra”. Pero afirman que la manifestación con tintes y expresiones cristianas tiene más de 400 años, pues nació en tiempos de la colonia.

Con la conquista española el primer santo patrono de esta comarca fue Santo Santiago por lo que se adoptó el nombre de Talpa de Santiago. Dos siglos después, en 1747, en plena época colonial, el rey Fernando VI la nombró Talpa de Nuestra Señora del Rosario, por las múltiples noticias que le llegaron a España sobre la gran devoción y los milagros concedidos a sus devotos.

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A la pequeña capilla construida en 1755, dedicada a Señor san José, patrono de esta parroquia, en 1861 el papa Pio IX la nombró santuario de Nuestra Señora del Rosario de Talpa. El 26 de enero de 1882 fue constituida como parroquia. Casi un siglo después, en 1947, el papa Pio XII concedió el título de basílica, tal vez la más pequeña de América. A partir de 1885 el pueblo recibe el nombre de Talpa de Allende, en honor Ignacio Allende, general en la guerra de la Independencia de México.

Actualmente esta localidad tiene una población de 14 mil 410 personas, distribuidas en 3 mil 665 viviendas. 74% de sus habitantes viven en pobreza. Dos de cada cien no gana ni para comer, según el último censo de Población y Vivienda 2010 elaborado por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI). A pesar de este rezago, la derrama económica anual que en promedio generan los visitantes es de 105 millones de pesos, según lo estipula la Secretaría de Turismo de Jalisco. Es dinero que cae en un pueblo gracias a la devoción de su patrona.

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La derrama económica que dejan visitantes y peregrinos a este pueblo que aún carece de servicios básicos, es notorio por la cantidad de comercios, puestos de comida, renta de cuartos, sanitarios y regaderas que del 10 al 22 de marzo se abren para hospedar a los peregrinos y visitantes. Decenas de puestos de comida, ropa, bisutería, sillas y sobre todo dulces que es una de las principales actividades económicas de esta localidad, se observan desde que se llega a Talpa, ya sea por medio de la ruta peregrina, en carretera o en la central de camiones, que se conectan a la par con tres enormes estacionamientos con capacidad para mil autobuses y 2 mil vehículos.

El domingo 10 de marzo, inicio del novenario, se registró un ingreso general de 300 camiones y más de 600 vehículos procedentes de distintas localidades del estado y visitantes de Nayarit, Michoacán, Colima y Guanajuato, sin contar los que llegan a pie y en bicicleta, muchos de ellos de los municipios del sur de Jalisco. En este día, la Unidad Estatal de Protección Civil de Jalisco (UEPCJ) reportó el ingreso de 15 mil personas. Pero durante marzo, se estima que lleguen más de un millón de feligreses, según informó Trinidad López Rivas, titular de esta dependencia.

Fieles de todas las edades entraron al santuario, unos de rodillas, otros con un caminar doloroso, agarrados de sus acompañantes, con lágrimas en los ojos, piernas hinchadas, con sus hijos en brazos: sufrimiento, sudor, llanto y esperanza en una basílica que no logra albergar a todos los feligreses en la misa inicial del novenario. Durante la eucaristía el párroco, celebró el inicio del novenario y llamó a los fieles a vivir su fe. “El hecho de llegar al santuario no debe de ser solamente como un acto de gracia de observar de cerca a Nuestra Señora del Rosario. No basta decir, ya vine a ver a la virgen y está bonita, y luego irse a emborracharse a la plaza y tirarse los vicios”, dijo el sacerdote en la homilía.

Afuera del templo continuó la fiesta. Unos peregrinos decidieron comprar dulces típicos para llevar a sus seres queridos. Otros, pasaron por su diploma que les otorga la basílica. Casi todos se fueron al mercado y a los puestos para degustar una sabrosa birria, atole de guayaba e hidratantes que se sirven como trofeo al esfuerzo devoto de su largo peregrinar. Aunque les digan que “no es bueno”, hay quienes decidieron echarse un trago de licor o de cerveza, pues consideraron una buena recompensa por los esfuerzos hechos. Y en primer cuadro del pueblo, están las hieleras repletas de cervezas y de agua embotellada para calmar la sed, no importa que los precios sean más altos que de ordinario.

Normalmente quienes llegan de más lejos y con pocos recursos, optan por acampar alrededor del templo. Ahí recargan fuerzas para regresar a casa. Los que van en grupos se organizan para preparar sus propios alimentos durante su estancia. En los días de la fiesta, por seguridad a los peregrinos, las calles cercanas a la basílica son cerradas y vigiladas por elementos de la Secretaría de Vialidad y Transporte del Estado, por elementos de la Policía Estatal y Municipal y de Protección Civil de Jalisco.

Las autoridades civiles, para garantizar el abasto de agua a los peregrinos, suspenden la dotación de este servicio por las noches y la reactivan a partir de las seis de la mañana. La recolección de basura genera conflicto por la enorme cantidad que generan los peregrinos: dos camiones recogen diariamente entre 3 a 4 toneladas de desechos. A pesar de la gran afluencia de visitantes, los habitantes de Talpa no se molestan. Están acostumbrados y procuran ser buenos anfitriones porque les acarrea beneficios económicos. Además de los 105 millones de pesos anuales que dejan a su paso los peregrinos, que equivale a cerca de 200% del presupuesto anual, el gobierno municipal lo destina para obras públicas, programas sociales y dotación de servicios.

La Virgen del Rosario de Talpa es una buena madre, pues además de ser una fuente de esperanza y fe a los creyentes de la región occidente del país, es el principal motor económico de los cinco municipios que conforman esta región que va desde Ameca a Puerto Vallarta.

Toda esta expresión de fe, esperanza y devoción se concentra en una imagen milagrosa de 38 centímetros de altura, de tez morena, ceja larga y angosta, ojos redondos, grandes y de color oscuro, como oscuro y grande es su lunar que tiene en su mejilla derecha. Igual de pronunciado que su mentón es su cabello largo y colorado. La imagen de la Virgen de Talpa es humilde y sencilla, como lo son muchos de sus hijos, de ese pueblo peregrino que en su visita cada año, a pesar de las crisis, enfermedades, el mal tiempo, saben que la “buena madre” sabrá pagar su devoción y sus esfuerzos a pesar de las complicaciones y problemas de su vida.

Publicación en Impreso

Edición: 126
Sección: Dichos y Hechos
Autor: Aarón Estrada Espinoza

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