Construir la paz exige más que rezar

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Vestidos de blanco, con un paliacate rojo en su cuello, un listón rojo ceñido a su cintura y una tarjeta pegada en sus camisas con el emblema: “No más sangre”, el 11 de julio marcharon con el compromiso de sembrar la paz, más de 500 personas con el mensaje de repudio por la situación de violencia que se vive en Sayula y manifestar su solidaridad con las víctimas y sus familiares.

Antes de las seis de la tarde, los participantes llegaron en pequeños grupos. En la calle Manuel Ávila Camacho, frente al templo de san Sebastián, se organizó el contingente en tres filas. Al centro, llevando una pequeña cruz de madera con un sudario blanco, veladoras rojas y blancas, iban los familiares portando fotografías de sus muertos y desaparecidos. En las filas laterales, como muestra de solidaridad, caminaron jóvenes, niños, agentes de pastoral, religiosas y ciudadanos que se unieron a esta iniciativa.

A las seis y media soportando los fuertes rayos del sol, inició la marcha de estos caminantes que llevaban en su corazón la vida aniquilada de sus hermanas y hermanos muertos y desaparecidos; su deseo de que no haya “Ni uno más” y “No más sangre” y su fortaleza agrandada por la unidad y organización vivida en esta experiencia. Frente a los espectadores que caminaban por las calles y salían a la puerta de sus casas, con cierto asombro, los peregrinos cantaron sus anhelos de paz y gritaron su esperanza de romper el silencio de la indiferencia e impunidad y desatar los nudos del miedo y la impotencia.

El punto final fue el atrio del templo parroquial donde se encuentra el Muro de la Paz, obra del pintor que se auto nombra “Martyn Pereztroiko”. Es un mural artísticamente bien logrado, que representa tres escenas. En el centro está una cruz con un manto cubriendo a un padre-madre abrazando a su hijo que está a punto de entrar en una fosa. Es una imagen dramática que refleja la realidad de muerte provocada por la violencia. Al lado izquierdo está un pergamino; en la parte de arriba aparece la lista de los 33 nombres de los fallecidos; abajo, los nombres de los siete desaparecidos. A la derecha, en un fondo de color azul vivo, está una paloma blanca, un suelo verde fértil y el lema “No más sangre” que expresan la esperanza en la vida y en la resurrección.

En un contexto, donde la violencia se ha convertido en parte normal de la vida, esta marcha y este muro de la paz en Sayula son fruto de una experiencia cargada de compasión y esperanza. Una muestra de solidaridad con los muertos que viven en la memoria de sus familiares y en la memoria de Dios. Una señal de apoyo a sus familiares a quienes buscaron y se encontraron para compartir su dolor y ofrecerles su oración. Una chispa que encendió la conciencia y animó el compromiso de ser defensores y promotores de la paz.

Publicación en Impreso

Edición: 119
Sección: Contraportada
Autor: Luis Antonio Villalvazo

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