Homilía para el 23er domingo ordinario 2022

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Para ser buen discípulo de Jesús se necesita la sabiduría. Es lo que nos ayuda a descubrir hoy la Palabra de Dios.

Ser discípulos es de sabios

Textos: Sb 9, 13-19; Flm 9-10. 12-17; Lc 14, 25-33

Para ser buen discípulo de Jesús se necesita la sabiduría. Es lo que nos ayuda a descubrir hoy la Palabra de Dios. Jesús pone las condiciones para quien quiera seguirlo y ser su discípulo y, además, pide calcular bien lo que Él exige, antes de tomar la decisión.

La sabiduría es un don de Dios, es uno de los siete dones del Espíritu Santo. Para los miembros del pueblo de Dios, ayuda a conocer lo que le agrada a Dios, como escribió el autor del libro de la Sabiduría, y facilita que las personas enderecen su camino, es decir, vivan la conversión. El punto de referencia no es, entonces, la persona humana sino Dios y su proyecto de salvación, y la persona se pone al servicio de Dios. En general estamos acostumbrados a ponernos nosotros al centro y colocar a Dios a nuestro servicio, para nuestros proyectos, intereses, trabajos; lo programamos y le pedimos en función de nosotros.

Al plantear Jesús las condiciones para ser sus discípulos, nos ofrece la oportunidad de actuar como personas sabias, porque se ocupa hacer un buen discernimiento, un buen cálculo, antes de decidir si lo seguimos o no. Y no son sencillas las condiciones, porque ponen de por medio toda la persona, con sus proyectos y su destino; sacan el tapete.

El referente en el discernimiento es el mismo Jesús. Él tiene la preferencia, Él está por encima de nosotros. En el texto que escuchamos del evangelio, pide tres cosas: preferirlo a Él antes que a los miembros más queridos de la propia familia: el papá, la mamá, la esposa, el esposo, los hijos, los hermanos y hermanas; cargar la propia cruz y seguirlo; y renunciar a todos los bienes materiales. Todo esto se tiene o se tendría que medir antes de decidir llevar los hijos al Bautismo o pedir un sacramento para ellos o para sí mismos. Los sacramentos fortalecen la decisión de seguir a Jesús, pero no suplen el seguimiento.

Por eso, para resaltar lo que significa tomar la decisión de ser su discípulo Jesús utiliza dos comparaciones: la del constructor de la torre y la del rey que va al combate. Ambos tienen que calcular muy bien si tantean llevar a término su obra, porque si no van a fracasar, al quedarse a medio proyecto o ser derrotados en el combate. Cómo nos falta en las comunidades trabajar para que se discierna muy bien lo que implica seguir a Jesús como discípulos suyos. Es mucho más que asistir a tres o cinco reuniones de preparación para un sacramento, o a un retiro de dos o tres días. Es formar la conciencia, el corazón, la comunidad, lo que se lleva años de esfuerzo, búsqueda, experiencias. Y generalmente nos resistimos.

Para hacer un buen discernimiento, se necesita la sabiduría que viene de Dios. Junto con el autor del libro de la Sabiduría, reconocemos que Él la da enviando a su Santo Espíritu. Por eso se la pedimos hoy, para que nos ayude a aclarar muy bien lo que implica ser discípulos y discípulas de Jesús, y para decidirnos a preferirlo a Él por encima de la propia familia, renunciando a todos nuestros bienes, cargando nuestra propia y cruz y siguiéndolo. Ser discípulos de Jesús es, pues, de sabios; o sea, de personas que abren su corazón al Espíritu Santo, de personas que conocen los designios de Dios y los aceptan, de personas que entran en proceso de conversión y acomodan su vida a las exigencias de Jesús.

4 de septiembre de 2022

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