Página Diocesana

Homilía del 23er domingo ordinario 2011

“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas”

Textos: Ez 33, 7-9; Rm 13, 8-10; Mt 18, 15-20.

“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas” (Mt 18, 15). Este es el camino que Jesús propone a sus discípulos y discípulas para que se pueda vivir en armonía en la comunidad. Jesús sabe que entre los discípulos existen las desavenencias, pues somos humanos. Pero propone el modo de arreglar la situación cuando se ha dado una ofensa. Se trata de la corrección fraterna. Esto nos ayuda a revisar nuestra vida. ¿Cómo actuamos cuando alguien nos ofende?

Homilía del 22° domingo ordinario 2011

“¡Apártate de mí, Satanás!”

Textos: Jer 20, 7-9; Rm 12, 1-2; Mt 16, 21-27.

“¡Apártate de mí, Satanás!” (Mt 16, 23). Con estas palabras, le pidió Jesús a Pedro que se pusiera a seguirlo en su camino. ¡Llamó Satanás al que poco antes lo había reconocido como el Mesías, el Hijo de Dios vivo, como reflexionamos el domingo pasado! ¡Le dijo piedra de tropiezo al que había elegido como piedra sobre la que se construiría la comunidad! Y es que Pedro, al reconocerlo como Mesías, se imaginó a Jesús triunfante, poderoso. Y no era así la cosa.

Homilía del 21er domingo ordinario 2011

“¡Dichoso tú, Simón!”

Textos: Is 22, 19-23; Rm 11, 33-36; Mt 16, 13-20.

“¡Dichoso tú, Simón!” (Mt 16, 17), le dijo Jesús a Pedro cuando lo reconoció como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v. 16). Llamó dichoso al que, como reflexionamos hace quince días, le había dicho: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (14, 31). Y le dijo por qué era dichoso. Porque la respuesta a la pregunta sobre lo que ellos pensaban de Jesús no fue invención de Pedro, sino que se trataba de una revelación del Padre. ¿También nosotros seremos dichosos?

Homilía del 20º domingo ordinario 2011

“¡Qué grande es tu fe!”

Textos: Is 56, 1. 6-7; Rm 11, 13-15. 29-32; Mt 15, 21-28.

“¡Qué grande es tu fe!” (Mt 15, 28). Con estas palabras alabó Jesús a aquella mujer cananea que sufría por la enfermedad de su hija y le suplicaba que tuviera compasión de ella. ¡Qué diferencia de palabras de Jesús en relación a las que dirigió a Pedro! A él, como escuchamos y reflexionamos el domingo pasado, cuando se estaba hundiendo y le pidió que lo salvara, le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (14, 31). El discípulo con poca fe; ella con fe grande.

Editorial N. 111

Nuestra Diócesis se volvió a cubrir de luto. El pasado 29 de junio, víctimas de sus enfermedades, murieron dos sacerdotes. El P. Pedro Aguilar Bejines, de 75 años edad, originario de Tecalitlán y párroco de Tepec. Y el P. José Ángel Ávila Anaya, de 74 años de edad, que en sus últimos cuatro años de vida, prestó el servicio de confesor en Catedral.

Homilía del 19º domingo ordinario 2011

“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”

Textos: 1Re 19, 9. 11-13; Rm 9, 1-5; Mt 14, 22-33.

“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (Mt 14, 31), le dijo Jesús a Pedro después de que le tendió la mano y lo sostuvo, cuando éste se estaba hundiendo y le pidió que lo salvara. Esta es una escena que representa muy bien lo que muchas veces vivimos los bautizados: nuestra poca fe. Este encuentro entre Pedro y Jesús se dio en un contexto de dificultades por el que pasaban los discípulos: primero la subida forzada a la barca, luego la tempestad y, por último, el miedo.