Homilía para el 1er domingo de Adviento 2021

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Iniciamos el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, con la llamada del Señor a estar velando y en oración para su venida: “Velen y oren continuamente”.

Se acerca nuestra liberación

Textos: Jr 33, 14-16; 1 Tes 3, 12-4, 2; Lc 21, 25-28. 34-36

Iniciamos el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, con la llamada del Señor a estar velando y en oración para su venida: “Velen y oren continuamente”. Es la actitud de quien está atento y vigilando ante lo que pueda suceder. Esta es la actitud propia durante el tiempo litúrgico de Adviento, pero debe ser también la de toda la vida como expresión de que estamos a la espera de la segunda venida de Jesús al final de los tiempos.

Cuando estamos esperando la llegada de un amigo o familiar a quien estimamos mucho, el corazón late con mayor fuerza que la ordinaria, estamos ansiosos por el encuentro y por lo que nos trae su presencia, apartamos nuestro tiempo y disponemos recursos para recibirlo y atenderlo. Pero en relación Jesús no sucede lo mismo, porque no tenemos o hemos perdido la conciencia de su venida definitiva. ¿Quién de nosotros está ansioso porque Jesús prometió volver y su llegada se acerca? Casi nadie. Por eso, la Palabra de Dios nos llama a cambiar de actitud: a estar alerta, a velar, a mantenernos en oración.

Jesús es el vástago o retoño anunciado por el profeta Jeremías, que vino a ejercer la justicia y el derecho en la tierra. Es el Hijo del hombre que habló a sus discípulos de las señales prodigiosas en los astros y que prometió venir en una nube, con gran poder y majestad. Es el que va a venir acompañado de todos sus santos, de acuerdo a lo que nos anuncia Pablo.

Ya vino una vez y se encarnó en el vientre de la Virgen María. Esto lo celebraremos agradecidos durante el tiempo litúrgico de Navidad. Pero vendrá otra vez y será su venida definitiva. Ahora nos toca estar dispuestos y preparados para cuando llegue, porque traerá la liberación de todos los males, dolores y sufrimientos. Los textos bíblicos nos piden vivir en el amor mutuo y la solidaridad hacia los demás, especialmente hacia los pobres, algo que es propio de los bautizados; nos piden estar alerta para no caer en los vicios y preocupaciones de esta vida, como son el dinero, el bienestar, los bienes materiales, los puestos y la fama; nos piden vivir como conviene a los discípulos misioneros: además de una vida personal en santidad, realizar con fidelidad la misión en medio del mundo. La invitación a estar preparados es para que la llegada de Jesús no nos caiga de sorpresa como una trampa.

Estar velando, alerta, orando en medio de las situaciones familiares, comunitarias y sociales, es la actitud propia de quien tiene esperanza. La venida de Jesús es motivo de esperanza y de alegría, es motivo para levantar la cabeza porque nos trae una vida nueva. Para quienes vivieron en tiempos de su primera venida, sobre todo para los pobres que abrieron su corazón al Mesías y se dispusieron para recibirlo, fue una experiencia liberadora del Reino, pues recibieron la Buena Nueva. Esto se lo agradeció Jesús a su Padre.

Para quienes vivimos hoy en medio de la violencia tanto intrafamiliar como social en contra de mujeres, indígenas y otros grupos vulnerables, y estamos experimentando la desolación provocada por la pandemia de Covid-19, que ha venido a descubrir y acrecentar el empobrecimiento de la mayoría, la Palabra del Señor se hace más actual que nunca: “estén alerta”, “velen”, “oren continuamente”, “levanten la cabeza”, “se acerca su liberación”.

28 de noviembre de 2021

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