Homilía para el 16º domingo ordinario 2022

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Los textos bíblicos de hoy nos invitan a atender al Señor pues, continuamente y de muchas maneras, viene a visitarnos.

Atender al Señor

Textos: Gn 18, 1-10; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42

Estamos aquí reunidos como cada domingo en nuestra condición de bautizados, de miembros del pueblo de Dios, de discípulos de Jesús. El Señor nos visita, llega hasta esta Asamblea convocada para encontrarnos con Jesús resucitado. Él nos ofrecerá su mensaje en la Palabra que va a ser proclamada y nos alimentará con su Cuerpo y su Sangre en la Comunión. Los textos bíblicos de hoy nos invitan a atenderlo pues, continuamente y de muchas maneras, viene a visitarnos. Está bien claro en lo que hicieron Abraham y María.

En cuanto Abraham captó que Dios estaba presente en su casa en aquellos tres personajes, se dedicó totalmente a atenderlo: les ofreció agua para que se lavaran los pies, los invitó a descansar en la sombrita, les ofreció pan para que recuperaran las fuerzas. Le dedicó todo el tiempo que fue necesario, sin poner pretextos ni trabas para escucharlo. No solo se dedicó a atenderlo en lo básico: comida, casa, descanso, plática, sino que también lo escuchó en su mensaje. Tan lo escuchó que le creyó su promesa de que le iba a dar un hijo, a pesar de que eran ancianos él y su mujer, y ella además era estéril. Abraham nos enseña a descubrir la visita de Dios en las personas que pasan a nuestro lado, en las que llegan a nuestra casa, en las que nos encontramos por el camino. Para esto se ocupa una gran sencillez y la capacidad de discernimiento para captar su presencia entre nosotros. ¿Qué tan abiertos estamos a descubrir a Dios en los demás: en los pobres, los desechados de la sociedad, los que nos invitan a reunirnos en comunidad y a hacer algo para mejorar el barrio o colonia o para cuidar la Casa común? ¿Qué tanto tiempo le dedicamos a Dios para atenderlo y escucharlo en esas personas? ¿El que sea necesario, como Abraham, o pasamos a ignorarlos? Preguntémonos como parte de nuestra preparación para la Comunión.

En casa de Marta, María y Lázaro, María dejó todo lo que estaba haciendo para escuchar a Jesús que llegó de visita. Dice san Lucas que se sentó a sus pies y se puso a escuchar su palabra. Esta es la actitud de los discípulos: sentarse a los pies del maestro para escucharlo. ¿Cuánto tiempo estaría allí como discípula? Es lo de menos. Ha de haber estado buen rato, porque Marta le reclamó que la había dejado con todo el quehacer. Cuando está Jesús presente, todo lo demás pasa a segundo lugar; Él es el importante y hay que escucharlo todo el tiempo que sea necesario. Jesús mismo lo remarca, al decirle a Marta que entre todas las cosas que preocupan a las personas solamente una es necesaria. Y es escuchar al Maestro. En nuestra vida ordinaria, ¿qué tanto tiempo dedicamos a escuchar a Jesús, sea personalmente, sea en la familia y como familia, sea en la comunidad y como comunidad? ¿Cuánto tiempo dedicamos a leer los evangelios durante la semana? Y Jesús es lo más importante.

Hoy que nos encontramos reunidos para la Eucaristía dominical, pidamos al Señor la asistencia de su Espíritu para que nos mantengamos atentos a su presencia entre nosotros, para que sepamos atenderlo y dedicarle el tiempo necesario, sea personalmente, sea como familia, sea como comunidad en el barrio, colonia o parroquia. Estos encuentros nos comprometen a cumplir su palabra con un corazón bueno y sincero, como se proclamó cuando nos preparamos para escuchar el evangelio. Pongamos a Jesús como lo más importante.

17 de julio de 2022

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