Homilía para el Domingo Mundial de las Misiones 2014

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Ir alegres a la misión

Domund A 14

Los textos bíblicos que se han proclamado nos ayudan a prepararnos para recibir la Eucaristía, en este domingo dedicado a las misiones. Hoy es un día especial para renovar nuestro compromiso misionero, aquel que recibimos y para el que fuimos ungidos el día de nuestro Bautismo. Ese compromiso lo renovamos en la Confirmación y con la Comunión sacramental nos fortalecemos para ir a realizarlo. Además se nos invita a cooperar económicamente para las misiones.

Ir alegres a la misión

Textos: Is 56, 1. 6-7; 1 Tim 2, 1-8; Mt 28, 16-20.

Domund A 14

Los textos bíblicos que se han proclamado nos ayudan a prepararnos para recibir la Eucaristía, en este domingo dedicado a las misiones. Hoy es un día especial para renovar nuestro compromiso misionero, aquel que recibimos y para el que fuimos ungidos el día de nuestro Bautismo. Ese compromiso lo renovamos en la Confirmación y con la Comunión sacramental nos fortalecemos para ir a realizarlo. Además se nos invita a cooperar económicamente para las misiones.

El proyecto de Dios es que todos los pueblos entren en la vida de su Reino y que, por lo mismo, todas las personas se salven. Nadie está fuera de su plan de salvación. Lo hemos escuchado los domingos anteriores en las parábolas que Jesús les dirigió a los sumos sacerdotes, ancianos y fariseos: los desocupados que son contratados a lo largo del día para ir a la viña, los viñadores de los que se espera que entreguen los frutos, los invitados a la fiesta de bodas.

Jesús envió a sus discípulos para que hicieran discípulos suyos a todos los pueblos. Nadie está exento de recibir el Evangelio, a nadie se le puede negar la persona de Jesús, nadie debe quedar fuera del Reino de Dios. Esta es la misión de la Iglesia, esto es lo que nos toca realizar como miembros suyos. El ser de la Iglesia consiste en evangelizar, el quehacer de nosotros discípulos es evangelizar. El mandato de Jesús es para nosotros hoy: debemos hacer discípulos.

Aunque existen personas que salen de su pueblo o de su país para ir a otro lugar como misioneras, nosotros tenemos como espacio para realizar la misión nuestra propia familia, nuestro barrio o colonia, nuestra ciudad, el Sur de Jalisco. Somos tierra de misión. Los papás son responsables de anunciarles el Evangelio a sus hijos, los bautizados y especialmente quienes nos reunimos para la Eucaristía dominical, debemos llevar el Evangelio al barrio y a la ciudad.

Para cumplir bien el mandato de Jesús es necesario encontrarnos con Él. Sin esta experiencia no podemos ser misioneros; podremos estar bautizados y tener los demás sacramentos, podremos asistir a la Misa todos los domingos, podremos dar nuestra cooperación económica para las misiones, pero difícilmente lograremos ser misioneros. El encuentro con Jesús se logra en la lectura y reflexión de los Evangelios, en la Eucaristía, en vida comunitaria, en los pobres.

Se ocupa el encuentro con Jesús para conocerlo, aclarar su propuesta del Reino, convencernos de su estilo de vida, caminar con Él hacia la cruz. Esto es lo que hay que ofrecer a los demás en nuestra tarea de misioneros; se trata de compartir nuestra propia experiencia de Jesús para ayudarles a los hijos, a los vecinos, a los compañeros de trabajo y escuela, a interesarse por Jesús mismo, a aceptar sus enseñanzas, opciones y modo de vivir, para hacerlos propios.

El Papa Francisco ha estado insistiendo en que vivamos todo esto: el encuentro con Jesús, la salida a la misión, la alegría de ser discípulos misioneros. “Los discípulos son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización”, dice en su Mensaje para el Domund.

Esa tarea la debemos vivir entonces con alegría. O sea que no nos debería pesar ni enfadar el hecho de dedicar tiempo a encontrarnos con Jesús y a llevarlo a los demás. El encuentro con Jesús en la Comunión sacramental nos fortalece para ir a la misión. Hay que ir a misionar con la certeza de que Él está con nosotros todos los días. Hoy tenemos la oportunidad de recibirlo, llevarlo con nosotros, compartirlo con los demás. Preparémonos para vivir este encuentro.

19 de octubre de 2014

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