Homilía para el 4º domingo de Cuaresma 2015

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Contrastes

Cuaresma4 B 15

Nuestra vida humana y cristiana está llena de contrastes. Los textos de la Palabra de Dios que se han proclamado nos ayudan a reflexionar sobre nuestra vida –opciones, proyectos y estilo– para prepararnos al encuentro con Jesús en la Comunión sacramental. ¿Cuáles son esos contrastes que nos ofrecen los textos bíblicos? Vida-muerte, creer-no creer, fidelidad-infidelidad, salvación-condenación, luz-tinieblas, bien-mal, verdad-mentira, gracia-pecado, don-rechazo.

Contrastes

Textos: 2 Cro 36, 14-16. 19-23; Ef 2, 4-10; Jn 3, 14-21.

Cuaresma4 B 15

Nuestra vida humana y cristiana está llena de contrastes. Los textos de la Palabra de Dios que se han proclamado nos ayudan a reflexionar sobre nuestra vida –opciones, proyectos y estilo– para prepararnos al encuentro con Jesús en la Comunión sacramental. ¿Cuáles son esos contrastes que nos ofrecen los textos bíblicos? Vida-muerte, creer-no creer, fidelidad-infidelidad, salvación-condenación, luz-tinieblas, bien-mal, verdad-mentira, gracia-pecado, don-rechazo.

Dios quiere, y ese es su proyecto, que todos los humanos alcancemos la salvación. Él, a pesar de las debilidades humanas, las infidelidades de su pueblo y las malas obras de las personas, se ha sostenido en ese proyecto de salvación. El signo más claro y la razón de hacerlo los dijo el mismo Jesús en su diálogo con Nicodemo: Dios amó tanto al mundo que le entregó a su Hijo único. Jesús es un don de Dios que nosotros debemos aceptar con gratitud y compromiso.

Aquí es donde vienen los contrastes en nuestra vida. Tenemos la libertad para tomar decisiones y nos tenemos que hacer responsables de ellas y sus consecuencias. En base a esta libertad, otro don de Dios, debemos llevar adelante nuestra vida, con sus opciones, proyectos y estilo; todo esto lo vamos decidiendo día a día y la pregunta es en base a qué tomamos nuestras decisiones. Como bautizados, nuestro referente debe ser Jesús, el don amoroso de Dios.

Esto lo señaló el mismo Jesús, cuando le dijo a Nicodemo que quien crea en Él tiene vida eterna. La respuesta al don de Dios consiste en creer en su Hijo. Esto se tiene que decidir libremente y manifestar con los hechos. Decimos que creemos en Jesús, pero ¿vivimos de acuerdo a sus enseñanzas? Con las demás imágenes que utilizó Jesús para ayudarnos a vivir como discípulos suyos, encontramos más signos de fe en Él: vivir en la luz, el bien, la verdad, la vida.

Siempre se nos presentan como alternativas, no sólo ocasionales sino vitales, las tinieblas, el mal, la mentira, la muerte. A nosotros nos toca decidir qué camino seguimos, qué estilo de vida hacemos, qué opciones asumimos. Ciertamente es más fácil caminar –a veces hasta se hace estilo de vida– en la oscuridad, las mentiras, el daño, la violencia, la injusticia, las situaciones de muerte. El desafío para nosotros, bautizados, es vivir coherentemente y no con contrastes.

Jesús se nos presenta como la Luz, la Verdad, el Bien, la Vida, la Salvación. Él con su estilo de vida, sus opciones, sus enseñanzas, su entrega hasta ser levantado en la cruz, nos indica el camino y el modo de vivir. Aceptarlo, creer en Él, vivir como Él, equivale a caminar en la luz, obrar conforme a la verdad, realizar obras buenas, alcanzar la vida eterna. ¿Qué tanto lo tenemos como referente para tomar nuestras decisiones, para diseñar nuestra vida?

Esto es algo de lo mucho que se tiene que cultivar en las familias y alimentar en la comunidad, sobre todo con el mismo testimonio de vida familiar y comunitaria. Así que también podemos preguntarnos si la vida de la propia familia, en la que los papás van por delante, está sirviendo para que los hijos aprendan a evitar el mal y hacer el bien, a hablar con la verdad, a no esconderse en lo que realizan; lo mismo si la comunidad está favoreciendo este modo de vida.

Reconozcamos nuestras infidelidades para con el Señor y pidamos perdón por nuestras acciones realizadas en las tinieblas, la mentira, el mal. En nuestra libertad asumamos la propuesta de Jesús de caminar en la luz, la verdad y el bien. Con el Credo, renovemos nuestra fe en Dios y su proyecto de salvación. Con la oración Eucarística agradezcamos a Dios el don de su Hijo, que vino para salvar al mundo. Recibámoslo sacramentalmente y llevemos una vida sin contrastes.

15 de marzo de 2015

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