Homilía para el 3er domingo ordinario 2018

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Trabajar por el Reino

Ordinario3 B 18

Jesús comenzó su predicación anunciando el Reino de Dios, invitando a la conversión y llamando a sus primeros discípulos. Lo acabamos de escuchar en el texto del Evangelio. Todo su ministerio lo dedicó a anunciar y hacer presente el Reino. Esto es algo que nosotros como Iglesia hemos perdido, pues la Iglesia está al servicio del Reino, al igual que Jesús. Al celebrar la Eucaristía de este domingo, tenemos la oportunidad de renovar personalmente y como comunidad parroquial nuestro compromiso de trabajar por el Reino de Dios.

Trabajar por el Reino

Textos: Jn 3, 1-5. 10; 1 Cor 7, 29. 31; Mc 1, 14-20

Ordinario3 B 18

Jesús comenzó su predicación anunciando el Reino de Dios, invitando a la conversión y llamando a sus primeros discípulos. Lo acabamos de escuchar en el texto del Evangelio. Todo su ministerio lo dedicó a anunciar y hacer presente el Reino. Esto es algo que nosotros como Iglesia hemos perdido, pues la Iglesia está al servicio del Reino, al igual que Jesús. Al celebrar la Eucaristía de este domingo, tenemos la oportunidad de renovar personalmente y como comunidad parroquial nuestro compromiso de trabajar por el Reino de Dios.

Las primeras palabras de Jesús anunciaron la cercanía del Reino de Dios. Es que el reinado de Dios llegaba con Jesús, su persona, su mensaje, sus hechos. Para recibirlo era necesaria la conversión. Por eso invitó a sus oyentes a convertirse y creer en el Evangelio. Estas mismas palabras las diremos el miércoles de ceniza, como expresión de nuestro compromiso de cambiar de vida para volver a vivir como discípulos misioneros de Jesús. El Evangelio, la Buena Nueva, es Jesús. Es necesario también hoy convertirnos y creer en Él. No basta con estar bautizados o participar en la Misa los domingos; se ocupa mantenernos permanentemente en proceso de conversión.

Una vez entrando en este proceso estaremos en condiciones de seguir a Jesús en su camino y su misión, que van a dar hasta la cruz. A algunos de los que habían escuchado y aceptado esta invitación al cambio de vida, los llamó a seguirlo y les prometió convertirlos en pescadores de hombres; aquí menciona a Simón, Andrés, Santiago y Juan. La llamada de Jesús era para encomendar una misión; no para quedarse a gusto, sin compromisos, con los brazos cruzados, con la alegría de estar con Él. Al igual que sus primeros discípulos, unos pescadores, nosotros fuimos llamados por Jesús. Con nosotros este llamado se dio en el Bautismo. Jesús nos invitó a seguirlo y nos compartió su misión, por lo que toda nuestra vida debe ser un permanente seguimiento a Jesús, de manera personal y comunitaria, y un compromiso en el trabajo por el Reino.

Casi nadie tiene conciencia de que debemos anunciar y hacer presente el Reino de Dios en el mundo. Sabemos que como bautizados tenemos una misión, tenemos que anunciar el Evangelio, tenemos que vivir en comunidad, tenemos que llegar hasta los últimos. Esto generalmente lo comentamos en las reuniones comunitarias, sobre todo en las de preparación a los sacramentos. Pero una cosa es que sepamos y otra que lo hagamos, lo que casi nunca sucede.

El Reino de Dios consiste en un estilo de vida basado en el amor. Se trata de vivir unidos, en comunión; de ver por los últimos de la sociedad, de dar testimonio de hermandad, de perdonar si hay ofensas o desavenencias, de vivir en la justicia, de defender los derechos humanos, de cuidar la Casa común y vivir en armonía con la naturaleza, de ser solidarios en el dolor. Donde se vive de esta manera, se vive en el Reino porque Dios reina ahí. Eso nos enseñó Jesús y a eso dedicó su persona, su vida y su misión.

Por eso la llamada de Jesús a la conversión la tenemos que tomar en serio, como hicieron los ninivitas ante la predicación de Jonás. Hay que convertirnos y creer en Jesús para entrar en la vida del Reino. Es necesario seguirlo día a día en su camino de servicio, lucha contra el mal y entrega de la vida. Necesitamos dar una respuesta inmediata y decidida como la de sus primeros cuatro discípulos. Con la Comunión de este domingo, renovemos nuestro compromiso de mantenernos en el proceso de conversión, en el seguimiento a Jesús y en el trabajo por el Reino.

21 de enero de 2018

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