Homilía del domingo de Epifanía 2012

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Manifestación

Textos: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3. 5-6; Mt 2, 1-12.

Hoy celebramos la manifestación de Dios al mundo. Epifanía significa manifestación y expresa el hecho de que Dios se dio a conocer a todos los pueblos, representados en los Magos. La celebración de este domingo nos lleva a preguntarnos sobre dos cosas: una, la capacidad que tenemos de encontrarnos con Jesús, que se nos manifiesta de muchas maneras; la otra, la experiencia de ser testigos suyos, es decir, si estamos siendo estrellas para los demás o no.

Manifestación

Textos: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3. 5-6; Mt 2, 1-12.

Hoy celebramos la manifestación de Dios al mundo. Epifanía significa manifestación y expresa el hecho de que Dios se dio a conocer a todos los pueblos, representados en los Magos. La celebración de este domingo nos lleva a preguntarnos sobre dos cosas: una, la capacidad que tenemos de encontrarnos con Jesús, que se nos manifiesta de muchas maneras; la otra, la experiencia de ser testigos suyos, es decir, si estamos siendo estrellas para los demás o no.

Dios se presenta pobre: envuelto en pañales y acostado en un pesebre, fuera de la ciudad en una cueva. Así lo tenemos que reconocer. Esto nos lo enseñan los Magos. Ellos no eran miembros del pueblo elegido de Dios, no habían escuchado hablar de Yahvé, el Dios de Israel; no sabían de la promesa del Mesías, y sin embargo fueron a buscar al rey de los judíos recién nacido. Se pusieron en camino, lo buscaron, preguntaron y siguieron la estrella hasta dar con Él.

Dejaron su vida para ir a encontrarse con el Hijo de Dios. Y lo hallaron hecho un pobre. Así lo adoraron y le ofrecieron sus regalos. Al que todo mundo esperaría que naciera en un palacio, estaba en una cueva; al que esperarían fuera hijo de unos reyes, era Hijo de un carpintero y una ama de casa; al que esperarían que reinara con poder sobre los judíos, se iba a poner al servicio de todos, especialmente de los pobres. A este Jesús es al que tenemos que buscar.

Jesús, el Hijo de Dios, se nos manifiesta de varias maneras y, al igual que los Magos, tenemos que saber encontrarlo. Todas son sencillas. Se nos presenta en los Evangelios; ahí aparece pobre y al servicio de los pobres y excluidos. Está en cada pobre. Se hace presente en las reuniones comunitarias, donde hay dos o más reunidos en su nombre. Se manifiesta en la Eucaristía, en un pedazo de pan y un poco de vino. Así estará entre nosotros en unos momentos.

En nuestra vida ordinaria, ¿buscamos a Jesús? ¿Dónde lo buscamos? ¿Logramos encontrarnos con Él? Si nos encontramos con Jesús, entonces nos tenemos que preguntar si enseguida nos convertimos en testigos suyos. Eso hicieron los Magos. Ya no volvieron a Jerusalén, mucho menos al palacio de Herodes. No tenía sentido regresar allí porque el tirano tenía planeado matar al Niño. Ellos hicieron caso al aviso que les llegó y volvieron a su tierra por otro camino.

Se fueron a ser testigos del Niño. De esta manera se convirtieron en estrellas para otras personas. Así como una estrella los había conducido hasta llegar ante el Niño, así ellos asumieron el servicio de conducir a otros al encuentro con Jesús. Esto nos cuestiona. Nosotros ordinariamente nos encontramos con Jesús en las Misas dominicales, en los Evangelios, en las reuniones comunitarias, quién sabe qué tanto en los pobres. ¿Y qué hacemos luego? ¿Somos sus testigos?

Nuestro compromiso como bautizados es dar testimonio de Jesús con las palabras y los hechos. Nuestra responsabilidad es ayudar a los demás a buscar y encontrar a Jesús. Nuestra tarea es convertirnos en estrellas para los hijos, los jóvenes, los alejados, los compañeros de trabajo o escuela. ¿Estamos viviendo esta responsabilidad? Ahora, el testimonio no es solo personal; también lo tenemos que dar como comunidad. ¿Cuál es nuestra experiencia comunitaria?

Hoy nos encontraremos con el Hijo de Dios empequeñecido una vez más. Estará hecho un pedazo de Pan. Esto nos tiene que llenar de alegría como a los Magos. Presentémonos ante Él, postrémonos, adorémoslo, ofrezcámosle nuestra vida para ponerla al servicio de su Evangelio; volvamos a la comunidad a ser sus testigos, con nuestra vida personal y comunitaria convenzamos a los que nos rodean para que lo busquen, se encuentren con Él y sean sus testigos.

8 de enero de 2012

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