Mientras más transcurra el tiempo y de aquí hasta el 1o. de julio del 2012 el tema electoral irá ganando sitio en el terreno mediático y en la opinión pública. Por eso, frente a este proceso electoral adelantado, vale la pena hacer una serie de reflexiones.

A nivel nacional

Por la vía de los hechos entramos al proceso electoral federal y estatal. Iniciando el segundo semestre del 2011 ya hay muchas y muchos apuntados para ser el próximo presidente de México y el siguiente gobernador de Jalisco. En el ámbito nacional las tres principales fuerzas políticas ya tienen pre-candidatos visibles. En el Partido Acción Nacional (PAN) varios secretarios de Estado han expresado su interés por convertirse en los abanderados de este partido: Alonso Lujambio, secretario de educación, Ernesto Cordero de economía y Javier Lozano del trabajo. También se han auto-propuesto la diputada Josefina Vázquez Mota y el senador Santiago Creel Miranda. Finalmente el gobernador de Jalisco Emilio González Márquez también quiere la candidatura del blanquiazul para contender en los próximos comicios.
En el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hay dos aspirantes visibles hasta este momento: el senador Manlio Fabio Beltrones y el todavía gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Éste último apoyado por el mítico grupo de Atlacomulco, por el ex–presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y el consorcio de medios de comunicación Televisa. En el caso del tricolor resulta por demás evidente el posicionamiento de Peña Nieto, quien hasta el momento encabeza todas las encuestas como el pre-candidato más fuerte para la presidencia de la república.

Por otra parte en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) hay dos personajes que se vislumbran como los posibles candidatos. El primero es Andrés Manuel López Obrador, ex– candidato presidencial; el segundo es Marcelo Ebrad Casaubón, jefe de gobierno del Distrito Federal.

En el caso de este partido la duda que queda es si se logrará generar una candidatura de unidad, que no sólo aglutine a las diversas corrientes del sol azteca, sino que también incluya a los otros dos partidos de la izquierda institucional en México, el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia.

A nivel estatal

En el ámbito estatal también se están posicionado pre-candidatos para gobernar el estado de Jalisco. En el caso del PAN ya expresaron sus intenciones de contender algunos de los actuales secretarios de la entidad, entre ellos Fernando Guzmán (de gobierno), Diego Monraz (de vialidad), Alonso Ulloa (promoción económica). Además se sumó el anterior presidente estatal de Acción Nacional, Hernán Cortés y el diputado Abraham González Uyeda a quien se vincula con el grupo político de Francisco Ramírez Acuña.

En el PRI se han mencionado muchos nombres y se perfilan hasta este momento para contender el presidente municipal de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, el senador Ramiro Hernández, y Miguel Castro y Héctor Vielma, presidentes municipales de Tlaquepaque y Zapopan respectivamente. En la llamada izquierda institucional el pre-candidato más visible es Enrique Alfaro, el presidente municipal de Tlajomulco. Sin embargo el conflicto abierto que este político tiene con el Grupo Universidad que controla al PRD local, pone en riesgo esta candidatura y plantea que Alfaro se postule por la vía del PT y de la agrupación política Alianza Ciudadana.

En las arenas municipales también empiezan a generar movimientos y posibles postulaciones. Quizá la que más llama la atención es la posible candidatura por parte del PAN de Alberto Cárdenas Jiménez para ser alcalde de Guadalajara o del ex-panista Fernando Garza por las siglas del PRD para el mismo municipio. En este escenario la única certeza es que toda la clase política buscará posicionarse en la opinión pública a costa de lo que sea y buscando la mayor cantidad de alianzas en aras de conseguir las ansiadas candidaturas.



Los resultados del 3 de julio

El pasado domingo 3 de julio se celebraron elecciones para gobernador en el Estado de México (Edomex), Coahuila, Nayarit y elecciones de alcaldías en Hidalgo. Este proceso electoral generó una gran expectativa, sobre todo en el Edomex, porque se planteó, por parte de numerosos analistas políticos, que estos comicios posicionarían a algunos actores políticos de forma muy importante en vistas de las elecciones que se realizarán dentro de un año.

Luego de conocer los resultados de la contienda, el triunfo priísta es inobjetable y sin lugar a dudas, frente a sus contrincantes electorales resultó una victoria apabullante. A pesar de las acusaciones de prácticas de compra y coacción del voto, que de acuerdo a diferentes actores políticos el Instituto Electoral del Edomex favoreció al PRI o incluso de las inundaciones en Ecapetec, el tricolor superó a su más cercano perseguidor, Alejandro Encinas, por más de 40 puntos porcentuales y con 50 puntos porcentuales de diferencia a Luis Felipe Bravo Mena, abanderado del PAN. El fin, en estos comicios no sólo ganó Eruviel Avila la gubernatura, sino también Enrique Peña Nieto que se consolidó así como el más serio aspirante para ser presidente en el año 2012.

En el vecino estado de Nayarit el tricolor refrendó la gubernatura, y aunque en este caso la diferencia fue de siete puntos porcentuales, el triunfo priísta será difícil de revertir a pesar de que el PAN interpuso recursos legales en contra de los resultados del 3 de julio. El caso de Coahuila resulta de particular importancia no porque el PRI ganó y repitió en la gubernatura de aquella entidad, sino porque es la primera vez en la historia reciente de México que hay una sucesión familiar en un cargo de esta naturaleza. Rubén Moreira, hermano del ex-gobernador de Coahuila y ahora presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, sucederá a su hermano como titular del ejecutivo de la entidad. El hecho resulta escandaloso por sí mismo, pero además se presta para hacer muchas conjeturas y suponer que el poder político de ese estado norteño está concentrado en una familia.

En el caso de este estado la diferencia del PRI con su más cercano perseguidor fue de poco más de 22 puntos porcentuales (PAN) y el PRD simplemente fue borrado del escenario electoral con un porcentaje que no pasó el uno por ciento. Otro de los grandes ganadores del 3 de julio fue Humberto Moreira, que no sólo se llevó tres gubernaturas, sino que dejó a su propio hermano como su sucesor en su estado natal, consolidando con ello el control político de su familia en aquella entidad.

Tanto el PAN como el PRD perdieron en las tres elecciones estatales, pero hay que resaltar que en Edomex el PAN tuvo una votación raquítica (12 por ciento) y en Coahuila el PRD desapareció del escenario, con lo cual podemos considerar que su derrota electoral es mayúscula y pesar de las “cuentas alegres” y de las acusaciones de elecciones inequitativas, lo cierto es que ninguno de los dos partidos fueron considerados por los votantes como opciones atractivas de gobierno.

Focos rojos

Ahora bien, si seguimos analizando con mayor detalle los comicios que recién terminaron, hay varios tópicos que conviene recuperar. Uno, es el alto nivel de abstención. En Edomex que llegó al 57 por ciento, es decir, sólo cuatro de cada diez electores mexiquenses se tomaron la molestia de ir a su casilla electoral y depositar su sufragio y sólo 24 de cada cien mexiquenses empadronados eligieron a Eruviel Ávila. Aunque es muy difícil saber las razones por las cuales la gente no asiste a votar, lo que si podemos afirmar es que para seis de cada diez habitantes del Edomex con credencial de elector, fueron más importantes otras cosas que ir a depositar una boleta en la urna electoral.

La abstención proporciona profundos matices a los resultados y un 60 por ciento de abstencionistas es una derrota tanto para todos los partidos políticos. Si a este dato le agregamos los reclamos de inequidad en la elección y de prácticas de compra y coacción del voto, lo que parecía ser un triunfo contundente, en realidad es una elección que no es tan convincente en materia de legitimidad política.

Otro foco rojo es el estancamiento de nuestra frágil democracia. La pregunta de fondo en el proceso electoral no es quien ganó o quien perdió, situación que sin duda amerita de un buen análisis, pero que es corta de miras e incompleta si sólo se queda en ese debate. Lo que realmente nos tendría que preocupar y que nos atañe a todas y todos, es si este ejercicio electoral ayuda y profundiza la democracia mexicana. Desde mi humilde opinión, creo que la respuesta es no.

Las razones son dos fundamentalmente. La primera es que en Edomex el primer lugar se lo llevó la abstención y porque fue una elección donde las prácticas inequitativas entre los contendientes estuvieron presentes, es decir, a menos de la mitad de los ciudadanos les interesó el proceso electoral y la legitimidad del proceso quedó en entredicho. La segunda es porque por primera vez fuimos testigos de un traspaso de poder entre familiares en primer grado; se hizo legal la consolidación de un cacicazgo familiar. Ninguna de estas dos circunstancias abonan a fortalecer la democracia, y más bien la siguen hundiendo en un tobogán de precariedad e ilegitimidad.

Si a lo anterior le sumamos que la clase política ya está inmersa en el proceso electoral y que lo importante para ellos será alcanzar candidaturas o en su defecto, construir buenas alianzas que les garanticen puestos públicos y así seguir viviendo del erario público, lo que tenemos como resultado es una democracia que se reduce sólo al ámbito electoral, pero con el problema añadido de que estos procesos están cuestionados, que no cuentan con la legitimidad suficiente y que además son percibidos por la ciudadanía como ineficaces, ya que para buena parte del electorado, ni siquiera les merecen el esfuerzo de ir a votar.

A manera de conclusión

La conclusión que podemos obtener a partir de estas dinámicas es una persistente degradación de la democracia mexicana. Si por la crisis política que tenemos, el único espacio de legitimidad que les queda a los políticos son los procesos electorales, y si éstos a su vez están en estas condiciones de precariedad, de lo que estamos hablando es de una crisis sociopolítica sin precedentes, que puede socavar de forma importante el llamado pacto social y poner en riesgo la gobernabilidad de este país. La gran pregunta que se queda en el tintero es ¿hasta cuándo seremos capaces de rescatar a nuestra golpeada democracia mexicana?

Publicación en Impreso

Número de Edición: 111
Autores: Jorge Rocha
Sección de Impreso: Al tiempo con el tiempo

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