Nuestras preocupaciones actuales a la luz de la fe

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La Asociación Teológica Ecuménica Mexicana (ATEM) realizó su IX Encuentro teológico en Cuernavaca los días 17 y 18 de abril. El tema que reflexionamos fue “Signos de los tiempos y exigencias de transformación”.

La problemática de fondo que abordamos tiene qué ver con el cambio de época que vivimos y que nos tiene en alerta, desconcertados y buscando horizontes para caminar como Iglesias.

La situación que se nos presenta a nivel nacional está engarzada con lo que ocurre a nivel mundial y a nivel regional. Hay desigualdad, pueblos empobrecidos y excluidos, violencia del sistema con una cuota muy alta de muertos y cambio climático. En México se ha dado la militarización en el último sexenio con la guerra contra el crimen organizado, que ha causado 60 mil víctimas entre asesinados y desaparecidos.

En la coyuntura electoral hay poca propuesta política, no hay un sujeto preparado y consciente en la sociedad que discuta los temas y discierna la ruta política a seguir. El panorama del abstencionismo o del voto en blanco se antoja elevado. Se afirma que la sociedad actual no está representada en el proceso electoral.

Se presenta, además, la discusión sobre el Estado laico. La separación Iglesia-Estado debe garantizar un Estado laico: “La laicidad en la Constitución se entiende como condición ineludible para garantizar todos los derechos y las libertades de todas y todos en un Estado democrático”, expuso Miguel Concha en su conferencia. Un Estado que por no estar vinculado con ninguna creencia religiosa particular, debe velar por los derechos humanos de todos los grupos sociales que componen la nación, así sean minoritarios.

Esto es lo que intentan garantizar las reformas a los artículos 24 y 40 constitucionales. El Artículo 24 dice: “Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado en ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad, con fines políticos, de proselitismo, o de propaganda política”.

Libertad religiosa, libertad de credo y de culto, libertad para creer y manifestar tanto en privado como en público la propia creencia religiosa. Ya no se necesita un permiso para salir públicamente a manifestar la fe. Y esto lo debe garantizar el Estado laico. Aunque esto se sujetará a la ley reglamentaria.

Estas son algunas cuestiones que tratamos en nuestro IX Encuentro Teológico. Este panorama plantea serios interrogantes a la fe cristiana, difíciles de responder desde la fe. ¿Por dónde caminar? ¿Cuál es el referente bíblico al que podemos recurrir para entender desde la fe la situación que vivimos en México?

El Apocalipsis de San Juan puede acercarnos a los cristianos a encontrar un poco de luz. El Apocalipsis fue escrito para fortalecer la esperanza de las comunidades cristianas en tiempos de persecución. Ahí se presenta a Cristo, el Cordero degollado, pero ahora victorioso, triunfante ante sus enemigos. El autor del Apocalipsis usa muchas imágenes y símbolos para describir la lucha entre el Reino y el anti-reino y exhorta a los cristianos de Asia Menor a resistir a los embates de la persecución, de la mentira, de la traición, y a dar testimonio de su fe en Jesucristo.

En una visión portentosa muestra la larga fila de testigos de la fe que fueron sacrificados, pero ahora cantan victoriosos al Cordero que es Cristo Resucitado, Señor de la historia.

El Apocalipsis es una revelación, un dar a conocer el final de la historia: “tuve la visión del Cielo Nuevo y de la Nueva Tierra. Pues el primer cielo y la primera tierra ya pasaron” (Ap 21,1). Y más adelante señala: “Enjugará toda lágrima de sus ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas, porque todo lo anterior ha pasado” (Ap 21,4). Cristo es presentado como el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Esta es una palabra que anima la fe de los cristianos de hoy.

Entonces, ahora es un momento de escucha, de acompañamiento; es un momento de volver a la experiencia de comunidad, de enamorarse de la opción por los pobres y que, además, debemos ponernos la pregunta por los sujetos. ¿Quiénes son los portadores del cambio?

Y aquí encontramos pequeños espacios de creatividad, libertad, propuesta y construcción de lo alternativo. Son pueblos y grupos indígenas, campesinos, mujeres, grupos urbanos que se salen del terreno de la lucha habitual y crean su propio espacio de democracia, para compartir sus bienes y buscar su futuro.

Termino con una frase de un analista de nuestro Encuentro: “Promover experiencias nuevas desde lo pequeño con sentido comunitario y con visión evangélica”.

Publicación en Impreso

Edición: 118
Sección: Ventana desde la fe
Autor: P. Juan Manuel Hurtado

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