Los gritos que nos retan

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Análisis de las tres problemáticas sociales para analizarse en la Décima Asamblea

Por: Pbro. Luis Antonio Villalvazo. Párroco de san Isidro Labrador

Responder con fidelidad al proyecto de Jesús presentado en los Evangelios y a la realidad que se vive en el sur de Jalisco, ha sido una línea de acción que ha identificado el proceso pastoral de nuestra Diócesis.

El tema central de la Décima Asamblea es confrontar las respuestas pastorales que se están dando en los barrios, colonias y ranchos con la realidad del incremento de la pobreza, la violencia y el deterioro del medio ambiente.

Página 6. Ma. del Rosario Vázquez Flores (2)

Los 300 participantes a esta Asamblea compartirán su experiencia vivida en sus barrios, parroquia y vicaría. El punto de arranque será la lectura de la síntesis del diagnóstico hecho en cada una de las seis vicarías sobre las tres problemáticas. Con el propósito de que ustedes lectores tengan una visión sobre estas realidades, presentamos parte de este diagnóstico.

La cruz de la pobreza

La pobreza es la cruz que cargan y sufren la gran mayoría de nuestras familias. No obstante que los invernaderos se han convertido en fuente de trabajo, las condiciones laborales y los salarios son precarios. Los servicios públicos son malos, escasos y caros. La falta de empleos ha generado el crecimiento del comercio informal y la búsqueda de ingresos rápidos y fáciles.

La mayoría de nuestras familias viven a la buena de Dios. La falta de vivienda propia es un problema. Muchos viven en casas prestadas o rentadas y en hacinamiento. La economía familiar está presa del crédito, no basada en el ahorro.

También se vive una pobreza alimentaria por el consumo de productos ricos en calorías, grasas y harinas. La mala alimentación está provocando graves problemas de salud y enfermedades crónicas, situación que ni las familias ni las instituciones responsables de la salud le prestan la atención debida.

La pobreza patrimonial es también comunitaria. En las zonas urbanas la tierra es motivo de especulación. Y en las rurales, la tierra ya no es de quien la trabaja. Se ha cambiado el uso del suelo; abundan las siembras de cultivos para la exportación, no para la alimentación.


El cáncer de la violencia

La violencia es una realidad que está metida en la médula de la vida familiar, en escuelas, calles y campos de trabajo, así como en las instituciones y autoridades policiacas. En muchos hogares se ha roto la convivencia, el respeto y la ayuda mutua. El ambiente social, marcado por el individualismo, el afán de tener y de divertirse, el machismo y alcoholismo, han provocado que la violencia sea un cáncer que destruye a las familias y rompe el tejido social.

Los pleitos entre pandillas, los robos en casa habitación, la multiplicación de los puntos de venta de drogas y de bebidas alcohólicas, el aumento de extorsiones y secuestros, el bullying en las escuelas y centros laborales, la prepotencia de algunos mandos policiacos, la violación de los derechos humanos… son acciones que están contaminando y robando el ambiente de paz y tranquilidad en nuestras comunidades.

Los gritos de la Creación

El deterioro de nuestro medio ambiente es un problema que generamos y sufrimos sin tener conciencia que la obra de la Creación es un regalo de Dios, no un bien a vender y explotar. El uso excesivo de plásticos y desechables, la exagerada producción de basura, el abuso de agroquímicos y cosméticos, la dramática extracción y desperdicio del agua, la quema intencional de bosques, el uso desmedido del automóvil, entre otras muchas cosas, son prácticas cotidianas que están afectando nuestro medio ambiente y acelerando el cambio climático que se manifiesta en nuestra región en la inestabilidad de los ciclos naturales y en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos.

Estas tres realidades son los gritos que exigen respuestas.

Pasos cortos, pero firmes

María del Rosario vive en la comunidad de La Vía Dolorosa de la parroquia de san Juan Bautista de Tuxpán. Como coordinadora de la pastoral juvenil en su comunidad, participó en el proceso de evaluación de las prioridades del campo social.

“En nuestra comunidad poco a poco fuimos realizando esta tarea. Una acción fue el trabajo que hicimos con los papás y niños de la catequesis. Con ellos se trabajó la prioridad del cuidado de la creación. Como fruto de las reflexiones, recolectamos plásticos con el método de reducir, reciclar y reutilizar. Con una tienda comunitaria, contratas en común y huertos familiares de especias y plantas medicinales, se buscó responder al trabajo por la vida digna”.

Continuó: “En la asamblea vicarial, una sugerencia fue involucrar a profesionistas comprometidos en la búsqueda del bien común, con visión, conocimiento y sensibilidad social. Otra, ante la coyuntura electoral, fue crecer en la conciencia política y promover la defensa de los Derechos”.

“Una enseñanza que me dejó esta experiencia es que las necesidades comunitarias exigen respuestas comunitarias dando pasos cortos, pero firmes”.

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