El TLCAN en el Sur de Jalisco

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Se ha incrementado la producción, aunque no con ello la riqueza

En 1994 el promedio para los agricultores era de 104 pesos al día, mientras que para 2003, a nueve años del tratado, esta cifra había disminuido a 93 pesos en promedio nacional.

Por: Citlalli Cárdenas. Estudiante del ITESO

Tras seis rondas para la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) no se ha llegado a un resultado contundente sobre si éste se queda o se va, lo que tiene a los comerciantes de ambos lados de la frontera con incertidumbre, sobre todo a los agricultores mexicanos que dependen de las exportaciones de sus productos a Estados Unidos.

Jalisco destina 76% de sus exportaciones agrícolas al país del norte, por lo que la cancelación del TLCAN se traduciría en una grave disminución de la principal fuente de ingresos de muchas familias. A no ser que por la iniciativa de la Secretaría de Desarrollo Económico en Occidente (SEDECO), en la que “Jalisco echará mano de los 12 tratados comerciales que tiene México con otros países”, la economía local se enfrentará a un escenario crítico.

La producción agropecuaria del sur de Jalisco

La región sur de Jalisco se ha caracterizado por sus buenas condiciones climáticas, lo que ha favorecido históricamente el florecimiento de distintos cultivos, que han ido en distintas épocas del cultivo de la caña de azúcar, el maíz, el pasto de forraje, el jitomate y chile verde; granos como el sorgo, frijol, garbanzo, trigo, avena y cebada; y otras cosechas como el brócoli, cártamo, papa, alfalfa y café.

Algunos se mantienen y otros han pasado de moda, como el agave que es un producto regional jalisciense, que se cultiva y comercializa a lo largo de todo el territorio.
Un caso especial es el del aguacate, cuya producción no es exclusiva de la región, sin embargo en los últimos años su producción en los bosques del sur de Jalisco se ha propagado notablemente, lo que lo ha convertido en uno de los frutos más comercializados hacia el exterior del país.

23 años de TLCAN

Históricamente, el sur de Jalisco ha sido una zona con una alta tasa de producción y exportación de sus cultivos. La llegada del TLCAN proponía como meta el crecimiento económico del sector agrícola de los países miembros a través de la especialización de la producción, esta práctica se intensificó en gran medida, trayendo consigo una serie de cambios al campo jalisciense.

Estudios realizados en la zona por diversos autores indican que a pesar de un beneficio a la producción en general con este tratado, los ingresos netos de los agricultores no presentaron el mismo fenómeno, pues se tuvo que invertir en nuevas tecnologías para darse abasto con toda la demanda de cultivos agrícolas para exportar.

Con respecto a los empleos, los primeros años del tratado representaron una disminución notable de la tasa del trabajo agrícola, principalmente motivada por la inversión tecnológica y la búsqueda de la rentabilidad de las cosechas mientras se veían los verdaderos efectos del tratado. Hablando de salarios reales, en 1994 –año de la entrada en vigor del convenio comercial– el promedio para los agricultores era de 104 pesos al día, mientras que para 2003, a nueve años del tratado, esta cifra había disminuido a 93 pesos en promedio nacional. Dicho fenómeno no se sabe si es debido a una depreciación del trabajo, o consecuencia directa del tratado y las condiciones impuestas por Estados Unidos para la importación de granos y vegetales mexicanos.

Por ello, podemos concluir que en primera instancia, la llegada del TLCAN no representó ningún beneficio real para el sector agrícola del sur del Estado. En el caso del empleo, este se redujo notablemente y en el caso de aumentar, el salario promedio para un agricultor no se encontraba cerca del promedio nacional de un trabajador cualquiera.

Después de 23 años de actividad del TLC, los beneficios a la exportación de granos y cultivos se han hecho presentes, y han perdurado como un ingreso constante a la economía nacional. No obstante, este beneficio solo se ha visto para las grandes empacadoras y exportadoras, mientras que los agricultores y dueños de terrenos siguen produciendo en grandes cantidades, y cada vez recibiendo menos dinero por sus cultivos.

Desde 2015, los beneficios correspondientes a la exportación de bayas y de aguacate han empezado a tener más presencia en las vidas cotidianas de los agricultores. Por ejemplo, en 2016 más de 50 mil toneladas de aguacate se exportaron, además de que un 23% de las remesas totales del Estado se debieron a la agro-exportación de bayas (comparado con un 21 % que representó el tequila).

A partir de 2017, en respuesta a las restricciones de Donald Trump hacia la entrada de jitomates y aguacates jaliscienses a Estados Unidos, se ha generado una ideología de diversificación de mercados hacia Medio Oriente y con otros países en Asia y Europa mediante conexión con países centroamericanos.

Esta iniciativa tiene mucho potencial de éxito debido a la alta calidad de productos que se generan en la región, y a la gran cantidad de países con los que México tiene tratados comerciales (181 países en total reciben productos jaliscienses) incluyendo 12 tratados de libre comercio. Sin embargo, esta propuesta es obra del gobierno del Estado en conjunto con la Secretaría de Desarrollo Económico de Occidente (SEDECO) y no están tomando en cuenta las afectaciones directas a los ciudadanos y a la región en general.

Ya no se quiere ser una región meramente agropecuaria, debido a las afectaciones medioambientales que ésta dinámica ha generado desde aproximadamente 2012, cuando llegó el boom del aguacate a la zona. Diversos artículos de Cristian Rodríguez Pinto han documentado este sentir de los jaliscienses y las consecuencias del desplazamiento de la agricultura tradicional para una agricultura comercial. Tal es el caso de la escasez de agua en la región y el uso de cañones ‘anti-granizo’:

“Todos estos invernaderos y aguacateras han venido a modificar tanto la lluvia como el agua, porque cada vez está más escasa. Están succionando el agua. Se están acabando los mantos acuíferos y esto va a venir a perjudicar a los habitantes” comentó María de Jesús Patricio, candidata a la presidencia y además vocera de la CIG, para un artículo de El Suspicaz el pasado mes de Enero.
Otro factor que desincentiva la producción agrícola en la región es en sí la producción masiva de aguacate y bayas, pues requieren de químicos y fertilizantes en abundancia, lo que ha provocado la contaminación del suelo para los agricultores tradicionales, o la propagación de plagas en sus plantíos. Todo esto sin tomar en cuenta el impacto que ha causado la sustitución de zonas boscosas por plantíos de aguacate.

Si analizamos en retrospectiva las consecuencias que ha traído la explotación de zonas agrícolas para su comercialización con Estados Unidos y Canadá, frente a los escasos beneficios económicos y sociales de la misma actividad, ¿no sería más conveniente bajar la intensidad de la producción y destinarla a los demás países con los que ya se comercializa? Esta nueva dinámica ayudaría a impulsar, tal vez, los otros 19 sectores industriales con los que cuenta la región.

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