El jardín de la tía Cecilia

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 De los grandes patios a las azoteas

 “Los jardines y plantas de ornato en los hogares, deben ser cultivados con amor y mimar a todas las plantitas, pues son seres vivos”

Por: María de Jesús Ramírez Parra

La jardinería hogareña es un arte maravilloso que existe casi desde que se tiene conocimiento de la existencia del ser humano, el hecho de que alguien cuide aunque sea una sola planta lo hace parte de este mundo de personas que disfrutan de esta habilidad asombrosa, que une estrechamente a la persona con la naturaleza.SAM_9195

En Sayula vivía la señora Cecilia Ramírez García, tenía 15 años cuando se casó con el señor Pedro Camacho, que era ladrillero y tenía 17 años.; él la llevó a vivir a la casa de sus padres, siendo ella tan joven, viviendo en una casa muy grande, con espacio suficiente en la parte trasera de la casa, empezó a cultivar helechos y malvas de diferentes colores, de esta forma, y poco a poco llegó a tener un jardín de 300 metros cuadrados, además, pequeños prados que adaptó en el patio de la casa donde vivió casi 80 años, alegrando la vista de quien allí estuvo y de los visitantes.

 

Luz Camacho Ramírez, su hija, recordó la sabia inclinación de su mamá por el cultivo y cuidado hacia las plantas: “mi mamá tuvo diez hijos, cinco mujeres y cinco hombres, murió a los 94 años, once años después que mi papá, su encargo hacia mí, poco antes de morir fue: Luz, te encargo mis plantitas, cuídamelas, no me las dejes secar;  desde que yo me acuerdo mi mamá se levantaba, y dando desayuno, enseguida se ponía a atender sus plantas, les quitaba las hojas secas, el zacate de junto la raíz, las herramientas que utilizó para el cuidado de su jardín, fue un azadón y una pala, primero se traía de la ladrillera botes alcoholeros que mi papá no necesitaba y en ellos cultivaba de todo”.

Continuó: “tenía hiervas aromáticas y curativas como el romero, hierbabuena, orégano, toronjil, bruja, apio, tomillo, siempreviva, albahacar, aceitilla, estafiate. Las vecinas venían a pedirle consejo, sobre algún remedio casero que necesitaban para sus hijos. Sembró bastantes plantas de ornato que con sus flores recrean la vista como rosales, corona de cristo en rosa, salmón, rojo y blanco, agapandos blanco y azul, marques, anturios de los que se jactaba solo haber comprado una sola planta de éstas, en color rojo, el morado, rosita y blanco, en los intercambios que realizan las vecinas, se hizo de ellos”.

Doña Cecilia cultivó además  margaritonas, alcatraces, gladiolas, azucenas de color, blanca, rosa y rallada, rayos de sol de diferentes colores; ella sembró también árboles: “no crean que una planta es milenaria por su buena suerte, hay que cambiarla de lugar, cambiarle tierra, trasplantarla, irle quitando lo que le afecta; jamás utilizo fertilizantes químicos, ella dejaba la hojarasca que se secara, eso, era su fertilizante; un tiempo, todo lo que se producía, era solo para la contemplación y llevar de las mejores flores al Santísimo Sacramento y a la Virgen, aquí se secaban las flores y algunas que utilizábamos para adorno en nuestra casa o para algún santito, también regalábamos”.

La señora Luz reflexionó: “Creo que mi mamá por haberse casado tan chica, tomó como distracción sus plantitas. Ella no era muy platicadora,  aparte de su obligación como esposa y madre, con sus manos logró realizar maravillas en su jardín y plantas en  macetas, que son belleza y colorido natural”.

Visitar a la tía Cecilia, sobre todo en el mes de mayo, era una experiencia fabulosa, pues tu vista para donde quiera que mira, el lugar te seduce, luego te invitaba a sentarte con ella, en un tejabancito que existe al inicio de su jardín, como para darse pequeños descansos; estar en ese lugar, llenaba tu mente y espíritu de paz quietud, serenidad y belleza.

Actualmente, practicar el cultivo de plantas no es exclusivo para quien tiene espacios suficientes o amplios, ahora que las casas son pequeñas, se está utilizando parte de las azoteas o espacios libres de las escaleras para  embellecer el hogar. La señora Julia Hernández y  Sagrario Ochoa  que dicen: “bien nos pasamos  el día completo atendiendo nuestras plantas, aquí se van las horas con bastante rapidez, y nuestros problemas se van a último término, pues las plantas, si no les das atención y cuidado se marchitan y mueren, pero si las atiendes, darán terapia ocupacional, belleza, colorido, tranquilidad a tu persona y satisfacción de sentirte parte de tu entorno”.

 

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