Del conflicto a la comunión

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Por: P. Alfredo Monreal Sotelo

 

El Papa Francisco viajó a Suecia del 31 de octubre al primero de noviembre de 2016,  con motivo de los 500 años de la Reforma realizada por Martín Lutero y de los 50 años de diálogos ecuménicos en el ámbito mundial. En la catedral luterana de Lund se realizó una oración ecuménica. En su homilía, Francisco señaló el deseo común de permanecer unidos a Jesús para tener vida y pidió al Señor que nos ayude con su gracia a estar más unidos a Él para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad. Este acontecimiento nos lleva a considerar el origen de la Reforma.

Martín Lutero nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben, Alemania, y con él se realizan los primeros pasos del movimiento reformador. La predicación de las indulgencias en Wittenberg, realizada por el dominico Juan Tetzel, cuya recaudación en parte sería para ayudar a las obras de construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, fue la primera ocasión que se le presentó a Lutero para manifestar en público las ideas que venía madurando. Como reacción contra la forma de predicar y contra la doctrina misma de las indulgencias, en la víspera de la fiesta de Todos los Santos de 1517, fijó en las puertas de la Iglesia de la Universidad de Wittenberg una lista de 95 tesis que se propagaron rápidamente por todas partes.

Su doctrina la condensó en tres principios: sola gracia, sola fe, sola Escritura. Cuestionó la autoridad del Papa, sobre cuyo ministerio colocó la Biblia. Redujo a tres los sacramentos: Bautismo, Eucaristía y Penitencia. Afirmó que el hombre era “débil y pecador” y en base a la carta de San Pablo a los Romanos, donde leyó que el justo vivirá por la fe (1,17), afirmó que la salvación se logra por la fe y no por las obras que se realizan; aunque él no rechaza las obras buenas, sí sostiene que es Dios quien nos salva y no nuestras obras. Señaló que la Escritura contiene la totalidad de la divina Revelación y no tiene necesidad de ser clarificada por la tradición, quedando así excluida la intervención de la Iglesia por medio de su magisterio y se abre el camino hacia la libre interpretación de la Biblia.

Ante la conmoción provocada, Lutero fue interrogado por el cardenal Cayetano, en Augsburgo en octubre de 1518. El interrogatorio no condujo a ningún resultado. El 15 de junio de 1520 como conclusión del proceso contra Lutero, el Papa León X  promulgó la bula Exsurge, Domine, con la que se le amenazó con la excomunión y se le pidió retractarse y quemar todos sus escritos. Inmediatamente Lutero apeló al Concilio Ecuménico y el 10 de diciembre quemó en Wittenberg la bula papal y el Código de derecho canónico. El 3 de enero de 1521 fue excomulgado con la bula Decet Romanum Pontificem. El 18 de abril compareció ante la Dieta (Asamblea) de Worms, en presencia del emperador Carlos V, quien lo declaró expulsado del territorio imperial a él y a sus seguidores.

Lutero se refugió en Wartburgo donde inició la traducción de la Biblia al alemán. De 1524 a 1525, sucedió la revolución de los campesinos; en este último año, contrajo matrimonio y rompió con Erasmo de Rotterdam. Entre 1526 y 1530 se difundió la Reforma; en 1529, se realizó la Dieta de Spira, cuyas conclusiones fueron protestadas por seis príncipes y catorce ciudades, de allí el calificativo de “protestantes”. Ese mismo año, Lutero dialogó en Marburgo con los reformadores Zwinglio y Bucero.  Se realizó la Dieta y Confesión de Augsburgo y fracasó el intento de reconciliación. Se fundó la liga Esmalcalda de los príncipes alemanes protestantes y se afianzó la Reforma. De 1546 a 1547 acontecieron las guerras religiosas de Esmalcalda. Lutero murió el 18 de febrero de 1546 en Eisleben. Y en 1555 se llegó a la paz de Augsburgo.

En Lund, el Papa Francisco concluyó su homilía animándonos a vivir la comunión: “Luteranos y católicos rezamos juntos en esta Catedral y somos conscientes de que sin Dios no podemos hacer nada; pedimos su auxilio para que seamos miembros vivos unidos a Él, siempre necesitados de su gracia para poder llevar juntos su Palabra al mundo, que está necesitado de su ternura y misericordia”.

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