Homilía para el 26º domingo ordinario 2018

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Conciencia de la misión

La Palabra de Dios que se acaba de proclamar nos ayuda a fortalecer la conciencia de la misión que recibimos en el Bautismo y de que tenemos que realizarla junto con muchas personas de buena voluntad, creyentes y no creyentes. Al recibir a Jesús en la Comunión, renovamos nuestro compromiso de ser misioneros en la comunidad y en la sociedad.

Conciencia de la misión

Textos: Nm 11, 25-29; St 5, 1-6; Mc 9, 38-43. 45. 47-48

La Palabra de Dios que se acaba de proclamar nos ayuda a fortalecer la conciencia de la misión que recibimos en el Bautismo y de que tenemos que realizarla junto con muchas personas de buena voluntad, creyentes y no creyentes. Al recibir a Jesús en la Comunión, renovamos nuestro compromiso de ser misioneros en la comunidad y en la sociedad.

Juan, uno de los Doce, le comentó a Jesús que habían visto a una persona que expulsaba demonios en su nombre y que le habían prohibido que lo hicieran porque no era de los suyos. Lo mismo le sugirió Josué a Moisés en relación a Eldad y Medad, que estaban profetizando en el campamento, porque no habían estado en la asamblea donde los setenta ancianos quedaron llenos del Espíritu de Dios. Sin embargo, tanto el que no pertenecía al grupo de los Doce como Eldad y Medad estaban cumpliendo la misión que habían recibido, estaban haciendo el bien, asistidos por el Espíritu Santo.

La reacción de Moisés y la de Jesús fue la misma. Por una parte, pidieron que no se les prohibiera realizar su misión; por otra, valoraron que esas personas estuvieran sirviendo a su comunidad, haciendo presente la vida que Dios quería para su pueblo. Además, aclararon que la misión no es exclusiva de unos pocos, sino que hay muchos más que pueden realizarla. Moisés le dijo a Aarón que no se iba a encelar porque otros profetizaran; al contrario, ojalá que todo el pueblo profetizara. Todo el pueblo de Dios es profético, no unos cuantos. Jesús aclaró que, si alguien no estaba contra ellos, actuaba a favor de la misma causa. No había razón para prohibirle ni para estar celosos.

Nosotros recibimos la misión de Jesús, de anunciar y hacer presente el Reino de Dios en el mundo. En el Bautismo nos integramos al pueblo profético, sacerdotal y real de Dios, de manera personal fuimos ungidos y consagrados profetas, sacerdotes y reyes. El punto está en que son muy pocos los miembros de la Iglesia que consciente y responsablemente están realizando su misión, siendo que esta es de todo el Pueblo de Dios, de toda la Iglesia, de todos sus miembros, de todos nosotros. ¿Estamos colaborando de manera consciente, libre, responsable, en la misión?

Otra cosa importante que hay que revisar de nuestra vida, además de preguntarnos si estamos anunciando y haciendo presente el Reino de Dios en nuestra comunidad parroquial, es la apertura para realizar esa misión junto con personas de otras religiones, de otras culturas, de otras instituciones. Porque el trabajo por el Reino no es exclusivo de la Iglesia católica. Generalmente nos sentimos los únicos, como Juan y los demás apóstoles, y nos cerramos a trabajar junto con otras personas, Iglesias e instituciones en la lucha por la justicia, la defensa de los Derechos Humanos, la construcción de la paz, la atención a los migrantes, el cuidado de la naturaleza, el bien común…

No nos vaya a suceder que ni estemos realizando la misión ni aceptemos que otros trabajen por el Reino de Dios. La Palabra de Dios nos ayuda a tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos de vivir como pueblo de profetas, como pueblo de sacerdotes y como pueblo de reyes. Renovemos en esta celebración dominical nuestro compromiso de bautizados. Pidamos a Dios que nos dejemos mover por su Espíritu para que realmente seamos trabajadores al servicio de su Reino. Que estemos abiertos a colaborar con otras gentes en las acciones encaminadas a garantizar la justicia, la solidaridad, los derechos humanos, la paz.

Dispongámonos a recibir sacramentalmente a Jesús en la Comunión para seguir trabajando junto con Él, y no en contra suya, en el anuncio y realización del Reino de Dios en nuestra parroquia.

30 de septiembre de 2018

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