Homilía del 21er. domingo ordinario 2010

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“Esfuércense en entrar por la puerta”

Textos: Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc 13, 22-30.

Mañana inicia el ciclo escolar 2010-2011. También nuestro Seminario Diocesano comienza sus actividades ordinarias. Con la celebración de la Eucaristía de este domingo ponemos en la mesa del altar nuestros proyectos, esperanzas, dificultades, propios de esta ocasión. El estudio está orientado a la meta final de nuestra vida, que es la salvación. Jesús nos orienta en el modo de alcanzar esa meta: “esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta” (Lc 13, 24).

Jesús pide a sus discípulos esforzarse. Ciertamente el estudio exige esfuerzo, dedicación, constancia. Y hay que realizarlo a lo largo de todo el año escolar para crecer en la vida. Eso esperamos de los estudiantes y de quienes les ayudarán: sus maestros y maestras. Pero cuando se trata de la salvación el hecho de esforzarse se refiere a toda la vida del discípulo. Así lo pide Jesús ante la pregunta que alguien le hace sobre si son pocos los que se salvarán.

La salvación está abierta a todos los humanos, no sólo a los israelitas, a pesar de que Dios los eligió como su pueblo. La salvación es universal. Así aparece en la primera lectura, en la que Dios, a través del profeta Isaías, dice: “Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua. Vendrán y verán mi gloria” (66, 18). Así lo expresa también Jesús: “vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios” (Lc 13, 29).

Quien quiera salvarse debe luchar toda su vida por entrar en la puerta, que Jesús señala como angosta. ¿Cuál es esa puerta? Es la justicia. Para alcanzar la salvación no tenemos otro camino que este: vivir la justicia. A veces pensamos que los buenos católicos, los que están cerca de Dios, los que se salvarán, son los que rezan, los que no faltan a la Misa. Son necesarias la oración y la Eucaristía en la vida de los discípulos, pero no basta. Y Jesús nos lo advierte.

Puede ser que los que sienten asegurada la salvación se queden fuera del banquete del Reino y que los que entren sean otros. Aquellos que queden fuera van a reclamarle a Jesús, diciendo: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’ (v. 26), comulgamos todos los domingos en Misa, oímos siempre tu Palabra, rezamos muchos rosarios, etc. Él señala otro criterio: los que se salvan son los que practican la justicia, sean del pueblo que sean.

Por eso, al iniciar este curso escolar, a la luz de los textos bíblicos podemos encontrar el sentido del estudio: no es estudiar por estudiar, por saber o por cumplir un requisito, sino que se estudia para adquirir herramientas que nos ayuden a crecer en la práctica de la justicia. Casi siempre se piensa en estudiar para ganar, para “ser alguien” en la vida, para buscar puestos; y casi nunca se diseña el estudio para vivir en la justicia, para ayudar a conseguir el bien común.

Las personas que no tienen un estudio o que no son creyentes en Jesús, pero que son justas y defienden la justicia, tienen la puerta abierta para entrar en el banquete del Reino, que es la meta final de nuestra vida. Por eso es que Jesús, en relación a la entrada al Reino, dice: “los que ahora son últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos” (v. 30). Nadie tiene asegurada la salvación, nadie se la puede apropiar; es de los justos.

En la Eucaristía de este domingo, anticipo de la vida del Reino de Dios, encomendamos a Dios a los niños, adolescentes y jóvenes estudiantes que inician el curso escolar, oramos por sus maestros y maestras para que les puedan orientar en su formación para la justicia, pedimos por todos nosotros para que seamos personas que nos esforcemos por entrar por la puerta angosta de la justicia. Y nos alimentaremos de Jesús hecho Pan que nos fortalece para hacer el bien.

22 de agosto de 2010

1 pensamiento sobre “Homilía del 21er. domingo ordinario 2010

  1. Yo nunca he ednentido por qué la gente siempre relaciona soledad con tristeza… Yo creo que en tu caso no estás necesariamente triste, mas bien tienes esa "extraña tranquilidad que solo brinda la resignación…" en medio del "descubrimiento". Extraño pero interesante post, sobretodo porque a más de uno le cae el guante(y más aún en estas épocas donde existe la adicción a la redes sociales y demás, solo por sobrellevar la soledad detrás de la pantalla…).

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