Por: Luis Antonio Villalvazo

El lunes 27 de abril amanecimos con la noticia de cerca de diez muertos y más de una veintena de personas intoxicadas por ingerir alcohol con altas concentraciones de metanol en Tamazula y Mazamitla.

El P. Gamaliel Aguilar, párroco de San Juan de la Montaña, a través de una carta, informó al señor obispo sobre la situación que se vivía en varias comunidades a causa de esta intoxicación. Horas más tarde, el obispo hizo extensiva esta información a todos los sacerdotes de la diócesis.

En el transcurso de los siguientes cuatro días, los medios impresos y digitales regionales centraron su atención en el traslado de los enfermos en helicóptero a hospitales de Guadalajara; en los comunicados por parte de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Jalisco (Coprisjal) y de la Jurisdicción Sanitaria de la región 5; en el decreto de las autoridades municipales de suspender la venta de alcohol en todos los establecimientos y en la advertencia de no consumir licores y productos artesanales que contienen alcohol y en el inicio de la investigación por parte de la Fiscalía Estatal para determinar las causas y deslindar responsabilidades.

Raúl Torres, reportero de El Universal, comentó que tomar leche caliente con alcohol -conocida como “pajarete”- y ponerle al café y a la canela un “chorrito” de alcohol son costumbres arraigadas en los pobladores de la región sur de Jalisco.

La mayoría de los medios cerraron la cobertura de este hecho, informando el saldo de los daños. Ninguno enfocó su atención en la situación que vivieron y viven las familias de los 78 intoxicados y 27 muertos.

Este hecho es un “botón de muestra” de una realidad que oculta una problemática de fondo. Pues buscar culpables es la forma simple de querer “tapar el pozo después de ahogado el niño” y no ir a las verdaderas causas.

Si bien es cierto que consumir bebidas alcohólicas es un hábito socialmente aceptado en nuestros pueblos, su dependencia está estrechamente ligada a problemas sociales y de salud pública. Por eso, afrontar la problemática exige regular y supervisar los eslabones de la producción, venta y consumo de toda bebida alcohólica.

Un hecho comprobado por boca de algunos empleados de las tiendas Oxxo establecidas en la ciudad, es que los productos de mayor venta, en esta etapa de confinamiento y durante la fase 3 de la pandemia, han sido cervezas y botanas, que han rebasado la venta de tortillas y leche. De hecho, en el último fin de semana, se escaseó y encareció la cerveza en varios expendios.

Otro hecho en la última semana de abril, fue el reparto de despensas por parte del cartel “Jalisco Nueva Generación” en algunas colonias populares de la ciudad. La entrega de las bolsas con el logotipo de un gallo y la leyenda: “El señor de los gallos, Mencho con el pueblo” es una acción que debe leerse desde diferentes ángulos.

En esta lucha contra el enemigo invisible y común del Covid-19 han aparecido diferentes y contrastantes posturas. Unos, niegan el problema en medio de burlas. Otros, se han atrincherado en el miedo y han buscado que todo les venga de “arriba”. Muchos, ante la recomendación de “Quedarse en casa” han sacado a relucir su violencia que llevan dentro. Y una mayoría, sufren la tragedia por no contar con lo necesario para afrontar la crisis económica en sus familias.

Pero afortunadamente, en medio de esta crisis se han hecho presente personas y familias, que a ejemplo de las “hormigas” han sacado lo mejor de su corazón y traducido su fe en acciones y gestos de solidaridad con los necesitados de su propia colonia.

Pbro. Luis Antonio Villalvazo

Director de El Puente. Vicario Parroquial de San Antonio. Ciudad Guzmán.

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